Real Madrid: un duelo fratricida examina la historia de la Champions

La ponderación de un partido como la vuelta de octavos de Champions entre el Atlético y el Real Madrid es algo que se escapa del método científico. La historia es la única disciplina a la que se puede recurrir y esta invita a un triunfo blanco, una teoría reforzada por el 2-1 de la ida, donde los de Simeone tuvieron a su alcance un resultado mejor. Pero el pasado se diluye cuando se imagina cómo estará el Metropolitano y sus alrededores desde horas antes de las 21.00, fecha en la que empezará el derbi más importante de los últimos años. En global, porque del resultado del mismo depende el sentido de la propia Champions.
Entrenamiento al margen de Mbappé
El primer enfrentamiento fratricida se produjo en las semifinales de la Champions 1958/1959, cuando el Real Madrid se impuso en el partido del desempate. Después vino la final de 2014 en Lisboa, la primera vez que ambos clubes de una ciudad lucharon por un título que acabó en las vitrinas blancas después de que Sergio Ramos, con un cabezazo en el 93, frustrase el sueño rojiblanco. En la 2014/2015 decidió un tanto de Chicharito Hernández en cuartos. En 2016, el título se decidió en los penaltis de Milan. La temporada siguiente, un triplete de Cristiano Ronaldo en la ida decantó la eliminatoria.
Antes de estos octavos de Champions, el Atlético se abrazaba al último precedente continental, en la Supercopa de Europa de 2018, en el que salió victorioso. Pero la Copa de Europa tiene siempre un contexto emocional propicio para los blancos, que sacaron el máximo provecho de la ida con dos goles de calidad: el primero, nada más empezar, de Rodrygo; y el segundo, cuando el Atlético buscaba el segundo, obra de un Brahim que será suplente por el regreso de Bellingham, que, por su movilidad, obligará a extremar la «concentración», según De Paul, encargado de comparecer en la previa por parte del bando rojiblanco. En el madridista dio la cara Tchouaméni, quien se protegió de los abucheos: «No hay que hacer caso de lo que dice la gente, es parte del juego».
Los jugadores del Real Madrid, durante el último entrenamiento, que Mbappé hizo al margen. / EFE
El tanto de Julián Álvarez dejó claro que los colchoneros tienen este año un jugador decisivo como lo era Griezmann, apagado en esta fase de la temporada. Con todo, ninguno de los mencionados, como tampoco Mbappé o Vinicius, que no lucieron en la ida, necesitan más que un segundo de inspiración para decantar la balanza. El francés hizo trabajo específico, al margen, debido a unas molestias en el tobillo. El Atlético solo sacará adelante la eliminatoria si actúa como equipo. Lo necesita más que su rival, como se demostró en el primer asalto, que empezó con el tanto de Rodrygo que desmontó el plan de Simeone, «al que considero un gran entrenador, porque tenemos una idea parecida de fútbol», aseguró Ancelotti, quien puso a los jugadores al frente de lo que suceda en el Metropolitano, aunque si vienen mal dadas siempre ejercerá de parapeto.
«El único que sabe lo que pasará es Dios»
El Cholo respondió a este juego de similitudes: «Pasé mucho tiempo en Italia. Hay situaciones que se parecen, pero está claro que Ancelotti es mucho mejor que yo», expresó el argentino sobre el técnico que más veces ha ganado la Champions. De ahí que se maneje tan bien en las previas decisivas, a pesar de que el italiano se juega su futuro en el banquillo del Real Madrid. Ahí descansan sus energías, que son, según lo que ha venido sucediendo esta temporada, mejores en el Atlético.
Tan valioso es el pasado de Ancelotti como incierto el presente que le espera al que no sea capaz de mantener la historia frente al Atlético. Todo ello, sin importar lo vivido en los anteriores enfrentamientos. Carletto tiene la capacidad para condicionar lo que sucederá en el Metropolitano, como hizo en la ida con Brahim. Por su parte, Simeone necesita ajustar las expectativas de un duelo de vuelta que puede extenderse hasta los penaltis, un escenario «muy difícil de ensayar, porque es imposible recrear el ambiente o la situación mental», según el preparador blanco.
Es solo un gol de distancia el que existe entre el Atlético y el Real Madrid, pero los minutos modificarán el peso de las diferencias. La responsabilidad está en el tejado rojiblanco. Los locales jugarán ante un público concienciado para aniquilar al rival, que el día antes hizo un ejercicio de conjura como hace mucho no sucedía. Apoyo desde el entrenamiento. Mientras, el Real Madrid advierte a sus aficionados sobre cómo acudir al infierno que será el Metropolitano: cuidado con los símbolos y el recorrido hacia el estadio, que se recomienda hacer a través de la línea 5 de metro, para hacer la última parte andando.
De este modo se evitaría la coincidencia de dos aficiones que comparten barrio, trabajo, bares, gimnasio, pero que durante un lapso indefinido de tiempo no tendrán más en común que el firme deseo por ganar y, sobre todo, eliminar al rival. «Seguramente, tanto el rival como nosotros prepararemos el partido de la mejor manera pero el único que tiene claro que va a pasar es Dios», sentenció Simeone, buscando certezas en un lugar inalcanzable.
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