Sin la ayuda del Kremlin probablemente Trump no habría llegado al poder

La Rusia de Vladímir Putin es un riesgo para el mundo. Aunque tiende a presentarse mucho más fuerte de lo que realmente es, sus técnicas de Estado terrorista hace que controle resortes de todo tipo para hacer daño fuera de sus fronteras. No son solo sus tanques y sus misiles, sino sus lazos con el terrorismo internacional, con la mafia y, por supuesto, su sistema engrasado de propaganda y desinformación. Así lo considera el periodista de El Periódico Marc Marginedas, que ha presentado este jueves en Madrid su libro Rusia contra el mundo: Más de dos décadas de terrorismo de Estado, secuestros.
«Rusia es más fuerte en terrorismo de Estado que en propaganda. Si no lo tenemos en cuenta, hablaremos de una Rusia que no existe», ha dicho el reportero ante la audiencia congregada en La Librería de Madrid. “Me consta, por ejemplo, que el Gobierno español es consciente de la posible implicación rusa en atentados en Francia. Como mínimo merece una investigación”. Es un modus operandi habitual, asegura, y estaría destinado a hacer subir a la ultraderecha. «Rusia va a atacar con fuerzas híbridas a la democracia«, afirma.
Tras más de tres años de invasión a gran escala de Ucrania, el Kremlin está ahora valorando la oferta de alto el fuego de 30 días pergeñada por Estados Unidos y aceptada por Ucrania. Marginedas considera que ha sido un buen movimiento de Ucrania, porque pone la pelota en el tejado de Moscú. Si la rechaza, el Gobierno de Donald Trump tendrá complicado seguir presionando a Kiev con la cancelación de la ayuda militar y la inteligencia.
Marc Marginedas con Ana Pastor durante la presentación de su libro en la fábrica, en Madrid. / José Luis Roca
Pero Trump está públicamente alineado con el relato ruso. ¿Por qué? ¿Existe la posibilidad de que sea un agente ruso? «Aquí puedo decir lo que apuntan otros periodistas. Se habla de que en 2008 estaba en la bancarrota y que se habrían comprado sus condominios en Estados Unidos con dinero de sociedades anónimas basadas en Rusia, y eso le habría salvado», subraya. «Creo que, probablemente, sin la ayuda del Kremlin en las elecciones de 2016, no habría llegado al poder: millones de personas vieron anuncios falsos pagados por el Kremlin. El gran éxito de la propaganda rusa es haber cautivado a parte del partido republicano, el que consiguió derrotar a la URSS tiene la percepción equivocadísima de que Rusia es un aliado y un amigo».
Diplomáticos, periodistas y escritores españoles
Marginedas apunta, con nombres y apellidos, a personajes que defienden o propagan las ideas del Putin, un dictador despiadado con su población y con los lugares que invade y bombardea, de Chechenia a Siria pasando, claro, por Ucrania.
«Hay una parte de la diplomacia española que trata de acercar España a Rusia», ha subrayado. Pone como ejemplo al ex embajador español en Moscú Fernando Valderrama, que en una cena con españoles en Moscú, «y entre protestas de los colegas», se lee en su texto, «nos transmitió el mensaje de que Ucrania era un país artificial, formado por retazos o trozos de otros países, y que la mayoría de países occidentales, empezando por Estados Unidos, habían asumido esta realidad, afirmando que quienes no lo hacíamos, éramos en realidad ingenuos».
Tanto en la presentación como en el libro, el periodista ha afeado la actitud de algunos personajes de relevancia de la cultura española, como el pintor Augusto Ferrer-Dalmau, que elaboró un cuadro de propaganda por encargo del Kremlin para blanquear la labor del Ejército ruso en Siria, y al escritor Arturo Pérez Reverte, que fue a Moscú a presentar la obra en 2019.
Marginedas alerta sobre los altavoces de la ideología putinista en España, entre los que incluye al militar en la reserva y divulgador Pedro Baños y a la periodista Inna Afinogenova, «expropagandista rusa en el canal gubernamental RT en español y contratada por los medios de comunicación del exlíder de Podemos Pablo Iglesias».
Para el autor, Rusia ha cogido lo peor del comunismo, los servicios secretos, pero se ha deshecho «de cualquier preocupación social que supuestamente tenía la Unión Soviética«. «La aristocracia rusa, indolente, que no hace nada más que vegetar que leemos en los libros de Tolstoi, es la que ahora gobierna el país», concluye. «Putin ha recuperado el concepto de esa aristocracia indolente. Una sociedad en la que para prosperar tienes que ser un oportunista. No hay ningún respeto por la vida humana. Ucrania no quiere volver a eso, por eso oponen una resistencia tan fiera».
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