Alemania entierra el dogma de la austeridad y aprueba el paquete para activar el rearme y actualizar sus infraestructuras

Lo que parecía imposible hace unos meses se convirtió en realidad y por la vía rápida en el Parlamento alemán: las enmiendas a la Constitución para liberar a Defensa del freno a la deuda y activar un fondo de medio billón de euros para infraestructuras lograron la mayoría de dos tercios que precisaban. El previsiblemente próximo canciller, el líder conservador Friedrich Merz, las había pactado de antemano con sus futuros socios socialdemócratas, el partido de Olaf Scholz, y con los Verdes. Su plan generó tensiones en su bloque conservador, y algunos rechazos como el del exsecretario general de su Unión Cristianodemócrata (CDU), Mario Czaja. Y superó varias demandas ante el Tribunal Constitucional de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y de La Izquierda, contra el camino seguido para lograr la mayoría de dos tercios. Consistió la estrategia de Merz en convocar el Parlamento saliente, en lugar del emanado de las urnas, para sortear la minoría de bloqueo que podrán ejercer en el futuro la AfD, que será segunda fuerza nacional, junto a la Izquierda. Las demandas fueron rechazadas por el Constitucional, pero quedaba por disipar el peligro de que las disidencias entre el bloque conservador derribaran el proyecto.
No fue así. La moción logró el apoyo de 513 diputados, claramente por encima de los 489 votos necesarios y con apenas una quincena de votos díscolos atribuibles a los descontentos entre conservadores, socialdemócrats o verdes. Los votos en contra fueron 207.
«Nuestra seguridad no puede depender de la situación presupuestaria (…) Los tiempos en que confíamos en que otros la garantizarían quedaron atrás», había alertado en el debate previo el ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, hombre fuerte del gobierno de Scholz y probablamente presente también en la futura coalición de Scholz.
Con la votación de este martes se entierra el dogma de la austeridad alemán ejercido a través del llamado freno a la deuda. Es un mecanismo anclado en la Constitución, en vigor desde 2011 y que limita el endeudamiento al 0,35 % del PIB anual. Había quedado temporalmente en suspenso durante la pandemia, aún bajo la ‘era Angela Merkel’. El articulado constitucional prevé excepciones por emergencias. Pero el Partido Liberal (FPD), exsocio de Scholz, impuso el regreso a su estricto cumplimiento, lo que precipitó el hundimiento de la alianza de gobierno. Socialdemócratas y Verdes exigían el fin de este instrumento.
Giro conservador y triunfo verde
De levantar el freno a la deuda dependen el rearme que reclama la situación global y la puesta al día de las desvencijadas infraestructuras de la red ferroviaria, autopistas o incluso escuelas del país, impropias de un país industrializado como Alemania
Así lo ve ahora Merz, pese a que, como los liberales, se había aferrado al freno a la deuda en la campaña que le llevó a la victoria electoral el pasado 23 de febrero. De su bloque conservador había partido en 2022 una demanda al Constitucional contra el uso de fondos no usados en la pandemia que, a su juicio, vulneraba el sentido del freno a la deuda.
El giro del bloque conservador, calificado de engaño al elector por sus rivales, se vislumbró en las primeras reuniones de tanteo con los socialdemócratas. Se fijó la semana pasada al abrirse la negociación formal de coalición con el partido de Scholz. Al acuerdo entre los dos futuros socios se sumaron Los Verdes. Hubo un forcejeo intenso, pero rápido, que terminó con un triunfo para los ecologistas, que lograron arañar un compromiso concretado en cifras para proyectos propios.
Del medio billón de euros para infraestructuras, para un periodo de 12 años, 100 mil millones serán para la protección del medio ambiente. También hubo concesiones para los poderes locales y regionales. El freno a la deuda se levanta también para los ‘länder’, los estados federados, y se liberan otros 100 mil millones para sus arcas.
Cheque en blanco a defensa
El giro en defensa se inscribe en la dinámica de rearme europeo y especialmente el flanco del este. La Rusia de Vladímir Putin ya no es el único factor de riesgo para Alemania, así como Polonia, países bálticos o Suecia y Finlandia. También lo es el desafecto galopante hacia Europa de Donald Trump. Merz, profundo atlantista como el grueso del espectro parlamentario alemán, desconfía ya sin tapujos de Washington, lo que es un cambio de paradigma aún más radical que el entierro del dogma de la austeridad.
La enmienda constitucional da un cheque en blanco al rearme alemán. Permite un endeudamiento ilimitado en defensa en cuanto se supere el 1 % del PIB, lo que implica casi 44.000 millones de euros. Comprende el gasto estrictamente militar y se extiende a protección civil, contra ciberataques, servicios secretos o ayuda a Ucrania.
Las enmiendas constitucionales deberán superar la ratificación el viernes de la cámara alta o de representación territorial, el Bundesrat. El tiempo apremia: para la semana próxima está convocada la sesión constituyente del próximo Parlamento, con la CDU/CSU de Merz como primera fuerza, seguida de los ultras de la AfD, con los socialdemócratas en tercera posición, los Verdes en cuarta y la Izquierda en quinta. Ni los liberales ni el nuevo izquierdismo prorruso de Sahra Wagenknecht tendrán escaños. El gobierno de Scholz con los Verdes seguirá en funciones previsiblemente hasta el 23 de abril, en que Merz aspira a someterse a su elección como canciller al frente de una coalición con los socialdemócratas.
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