Los ataques contra infraestructuras energéticas han sido una característica principal de la invasión rusa, con ataques rusos a infraestructura energética crítica que regularmente obligan a cortes de energía en toda Ucrania, afectando todo, desde la calefacción, la distribución de agua, el alcantarillado y la salud pública. En particular, las fuerzas rusas se apoderaron de la mayor central nuclear de Europa, Zaporiyia, en marzo de 2022. El sistema de transporte de gas de Ucrania, de este a oeste, tiene unos 1.000 kilómetros de longitud y su suministro se ha visto afectado por la guerra. Numerosas instalaciones de generación, transmisión y distribución de energía también han sido destruidas, según la ONU. Los ataques ucranianos contra refinerías, depósitos de petróleo y plantas industriales rusas también han aumentado desde enero. Los ataques paralizaron hasta cerca del 10% de la capacidad de refinación rusa durante algunas semanas de febrero, cuando las refinerías sufrieron los mayores daños, según un análisis de la agencia de noticias Reuters.