la amenaza olvidada que puso a España en el epicentro del conflicto global

Estados Unidos es el país más poderoso del mundo y, como tal, cada uno de sus movimientos tiene un impacto global en el resto de países. Tras una legislatura de teórica tranquilidad con Joe Biden, la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump ha llevado al país de las barras y estrellas a copar titulares de manera diaria. Con los aranceles globales como punta de lanza, el territorio norteamericano siempre se ha caracterizado por ser el animador global en muchos aspectos.
Uno de ellos es el bélico, donde Estados Unidos se convirtió en una potencia mundial que le dio la batuta de país más importante del planeta. Si echamos la vista atrás, los estadounidense han tenido algunos tiras y aflojas con España, con la famosa Guerra de Cuba como acontecimiento más destacado. En aquella época, los planes sobre la mesa del despacho oval no solo se ceñían a Centroamérica, sino que Canarias era un punto importante en un momento en el que se había declarado la guerra al país hispano.
El Archipiélago estuvo a punto de convertirse en escenario de una invasión norteamericana. Aunque el ataque nunca llegó a ejecutarse, los planes eran reales y mantuvieron a Canarias en vilo durante meses. Tenemos que remontarnos al año 1898, cuando el gran imperio español se desmoronaba y perdía el control sobre Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Aprovechando la debilidad de España, una sombra inesperada se cernía sobre el Atlántic con un objetivo claro: Estados Unidos planeaba invadir las Canarias.
Un portaaviones de la Flota de EE. UU. / Archivo
Aunque este episodio ha sido relegado en los libros de historia, los documentos oficiales, telegramas y movimientos militares de la época confirman que la invasión estadounidense de Canarias fue una posibilidad seria, sopesada por altos mandos y contemplada en los planes estratégicos de guerra de Washington.
Una joya estratégica en el Atlántico
Canarias, enclavada entre Europa, África y América, ha sido codiciada por siglos debido a su posición estratégica. Lo era y lo sigue siendo para muchos países que quieren expandirse a nivel comercial en distintos puntos relativamente cercanos al Archipiélago.
No hay más que ver como Xi Jinping, presidente de una de las potencias mundiales como es China, visitó Gran Canaria hace unos meses, convirtiéndose en su tercer viaje a las Islas en los últimos ocho años. Canarias es un punto geográfico de gran valor para la República Popular China, donde alberga algunos negocios importantes que son seguidos desde Pekín. Además, en plena expansión comercial del país asiático, Canarias es un punto estratégico por su proyección hacia África (a nivel geográfico) y hacia América Latina (a nivel poblacional).
En el siglo XIX, y como bien recoge el historiador Amós Farrujia Coello en su trabajo publicado en la Revista de Historia Canaria, tras décadas de estabilidad garantizada por el dominio naval británico, la defensa del Archipiélago había sido completamente descuidada por el gobierno español. Esta situación convirtió a Canarias en un objetivo vulnerable: la Armada española estaba obsoleta, las fortificaciones eran anticuadas y los recursos militares eran escasos. Además, las tropas presentes eran insuficientes y mal equipadas. Esto llevaba a que una escuadra enemiga moderna podía tomar las Islas casi sin resistencia.
En este contexto, Theodore Roosevelt, entonces subsecretario de Marina de EE. UU., sugirió capturar el Archipiélago para usarlo como base naval en una ofensiva contra la Península Ibérica. Este plan formaba parte de una estrategia más amplia: bloquear Cuba y Puerto Rico, atacar Filipinas y amenazar el territorio metropolitano español.
Los planes secretos del Navy Department y el estado de guerra en Canarias
Desde 1895, el Naval War College estadounidense elaboraba planes detallados de guerra contra España. En uno de esos documentos, fechado en 1896, se incluía una operación de gran escala: tomar una isla canaria, convertirla en base logística y desde allí hostigar el tráfico marítimo español.
La Oficina de Inteligencia Naval de EE. UU. incluso obtuvo informes detallados sobre el estado de las defensas costeras y los buques españoles destinados al archipiélago. El espionaje llegó al punto de infiltrar a un oficial español que pasaba información clave sobre los puertos de Las Palmas y Santa Cruz. Aunque el plan fue finalmente abandonado en favor de operaciones en el Pacífico, el temor a la invasión hizo que el gobierno español reaccionara por primera vez con urgencia.
En abril de 1898, buques estadounidenses fueron avistados frente a las costas canarias, como los cruceros USS San Francisco y Bancroft. Los telegramas oficiales entre Madrid y el Archipiélago reflejan el nerviosismo creciente. Se decretó el estado de guerra, se suspendieron las garantías constitucionales y se enviaron tropas desde la Península.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, en las pantallas de la Bolsa de Nueva York. / ‘activos’
Canarias fue reforzada con los batallones “Mallorca”, “Segorbe”, “Luchana” y “Cuba”, al mando del general Segura. En total, llegaron más de 3.000 soldados a un territorio que apenas contaba con artillería funcional. Se cavaron trincheras, se reorganizaron baterías costeras y se formaron milicias locales de voluntarios.
Gran Bretaña, el factor invisible que evitó la invasión
Sin embargo, el verdadero freno a la invasión no fue la defensa española, sino la diplomacia británica. Gran Bretaña consideraba a Canarias parte de su «imperio informal», debido a su importante papel como punto de abastecimiento para su marina mercante y pese a haber perdido varias afrentas en suelo canario.
El Almirantazgo británico advirtió a Washington que no toleraría un cambio de soberanía en las islas. Aunque oficialmente neutral en el conflicto, Londres dejó claro que no permitiría que Estados Unidos estableciera una base en un lugar tan estratégico y cercano a Gibraltar. Este factor geopolítico fue determinante para que el presidente William McKinley descartara el desembarco en Canarias, incluso como simple maniobra disuasoria.
El desenlace: una invasión que nunca llegó
El 26 de agosto de 1898, y tras un ambiente prebélico sin precedentes, la firma del protocolo de paz entre Estados Unidos y España llevó a la suspensión de las hostilidades. Aunque nunca se disparó un cañón en las islas, la posibilidad de invasión marcó a una generación de canarios. Aún en octubre se registraban movimientos militares, a la espera de órdenes definitivas.
Tras el conflicto, surgió una intensa reflexión militar. Autores y oficiales, como el coronel Díaz y Rodríguez, elaboraron planes para reforzar las defensas del Canarias. Se planteó la creación de un cuerpo militar permanente en Canarias, al margen de la escuadra peninsular.
Si bien la invasión no se concretó, el episodio dejó una profunda huella. Algunos analistas creen que Estados Unidos no habría logrado un desembarco exitoso: sus tropas estaban mal preparadas para operaciones anfibias, como se demostró en el caótico desembarco en Cuba. Además, una acción en Canarias habría contradicho la Doctrina Monroe, que limitaba la expansión fuera del continente americano.
Pero más allá de la especulación, el plan de invasión de Estados Unidos a Canarias en 1898 demuestra cómo un pequeño punto en el mapa puede convertirse, en cuestión de semanas, en el epicentro de un conflicto global.
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