¿Dónde se fabrica cada pieza de un vehículo de EEUU?

Ninguno. Cero. Según datos de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), la autoridad nacional del transporte de Estados Unidos, ningún vehículo producido en suelo norteamericano está fabricado al 100% con piezas y componentes estadounidenses. Todos los coches que deberían salvaguardar el orgullo patrio de Donald Trump y su cruzada arancelaria del 25% estarían afectados por las medidas del presidente americano, por lo que se ven abocados al pago de tasas por importación.
La geopolítica industrial anda revuelta. La gran red de proveedores mundiales, entre los que figuran empresas españolas como Gestamp o Antolin, tiene pillado Trump. Sí es cierto que pueden resentirse, pero es poco probable que la industria norteamericana sea capaz de asumir la producción de esos componentes vitales para hacer sus propios automóviles al 100%. Ese ‘miedo’ arancelario ya ha provocado que marcas como Honda se planteen mover el 90% sus producciones de Canadá y México a Estados Unidos, incluso piensen en producir el Civic en territorio americano y dejar de importarlo desde Japón. El grupo Hyundai-Kia, dirtgido por el español José Muñoz, ya ha hecho lo propio firmando un acuerdo de 5.570 millones de euros para construir una fábrica de acero en Luisiana.
Estados Unidos afronta un déficit tecnológico en elementos tan esenciales como las suspensiones, los sistemas de iluminación, los frenos y los sistemas eléctricos, lo que les obliga a depender de importaciones. De hecho, el coche ‘más americano’ que existe es coreano. Se trata del Kia EV6 que cuenta con el 90% de los materiales y componentes de producción en Estados Unidos. Es más, el icono del automóvil americano, el más vendido desde hace décadas solo tiene el 45% de las piezas genuinamente americana. Es el Ford F150. Los fabricantes estadounidense son fuertes a nivel de chapistería y chasis, elementos de estructura y acero, pero no en el resto de componentes.
Fábrica estadounidense de Volkswagen en Chattanooga / Erik Schelzig (AP)
A nivel mundial los principales productores de suspensiones son Alemania, Suiza, España, Italia, y Francia. Los sistemas de frenado llegan de Alemania, Canadá, España, Italia, y Francia, mientras que los elementos de ilusminación proceden de Alemania, Suiza, Holanda, Italia, Franca y España. Es por eso que la medida de Trump se le puede volver en contra ya que provocará a medio plazo un importante encarecimiento de los precios de los coches (entre 3.000 y 8.000 euros) para los consumidores estadounidenses. Porque si vamos a los detalles de cada fabricante americano, la cifra de componentes con cierta dependencia es bastante mayor.
Si abordamos el tema de la seguridad nos topamos que el 25% de los aranceles que quiere imponer Trump afectan directamente a componentes de los sistemas de seguridad de los vehículos. Elementos como los airbags, los retrovisores, las luces, los intermitentes, los limpiaparabrisas vienen en su mayoría de fuera.
Trece componentes esenciales
La industria que quiere defender Trump con su pretendida defensa de los valores empresariales locales se enfrenta a un verdadero problema. Según los analistas del sector, Estados Unidos solo controla la producción de acero y materiales para chapa y grandes piezas, el resto recae en proveedores externos. Esta es la lista, según estadísticas de la plataforma comercial de Naciones Unidas, Comtrade, de componentes y sus orígenes de suministro para los coches fabricados y considerados ‘made in USA’:
- Embrague (Canadá, China, Japón y México).
- Volante (Canadá, China, Alemania, Japón, Corea del Sur, India y México)
- Frenos (Canadá, China, Alemania, Japón, Corea del Sur, India y México)
- Radiador (Canadá, China y México)
- Caja de cambios (Canadá, China, Alemania, Japón, Corea del Sur, India y México)
- Airbags (México)
- Ventanillas y parabrisas (México y China)
- Parachoques (México, Taiwan, Alemania, Canadá y Corea del Sur)
- Cinturones de seguridad (México)
- Ejes de transmisión (China, Canadá, Alemania, Corea del Sur, India, Tailandia, México y Japón)
- Sistemas de escape (México, Alemanaia, Canadá y China)
- Suspensiones (Canadá, China, Alemania, Japón, Corea del Sur, Polonia, India, Taiwan, Turquía y México)
- Neumáticos (Canadá, China, Alemania, Corea del Sur, India, Tailandia, Taiwan y México)
Estados Unidos tiene una seria dependencia en este tipo de componentes. Actualmente se producen 118 modelos en Estados Unidos (de las marcas BMW, Ford, GM, Honda, HYundai-Kia, Mazda, Lucid, Mercedes, Nissan, Polestar, Rivian, grupo Stellantis, Subaru, Tesla, Toyota, Volkswagen y Volvo) y ninguno escapa a piezas foráneas. Desde fuera e EEUU. llegan a su mercado 185 modelos. En el documento que presentó Trump a bombo y platillo relatando todos los componentes afectados por los aranceles encontramos más de 50 elementos esenciales que no se producen en masa en Estados Unidos, todo un problema. En el documento en el que Trump anunciaba sus aranceles se detalla todos los componentes afectados, vamos, casi un 100% pincha en Estados Unidos.
Fábrica Ford F150 en Kansas City / Dave Kaup (EFE)
Un problema que en Europa es menor ya que los fabricantes del Viejo Continente son capaces de autoabastecerse. Tras la pandemia y la crisis de semiconductores (algo que muchos parecen haber olvidado) las marcas europeas apostaron por introducir nuevos valores productivos, y no solo de chips. Las baterías, el gran caballo de batalla del vehículos eléctrico, también están empezando a encontrar respuesta en Europa (las gigafactorias de Sagunto para el grupo Volkswagen y la de CATL con Stellantis en Zaragoza, son un ejemplo).
La ‘pata’ de México
No obstante, la batalla proteccionista del presidente norteamericano afectará a Europa y a las marca asiáticas, eso es evidente. A España en menor medida (no se importa ningún vehículo ni tampoco componentes estadounidenses), aunque sí en materia de componentes ya que España es el cuarto productor de componentes del sector en Europa. El pasado año se sirvieron desde nuestro poaís 1.021 millones de euros en piezas y elementos del automóvil.
Los fabricantes europeos, especialmente marcas del grupo Volkswagen, BMW y Mercedes-Benz, son los que notarán mayormente el impacto a no ser que trasladen importantes volúmenes de producción a las plantas estadounidenses de que disponen, Chattanooga (Tennessee, Volkswagen), Spartanburg (Carolina del Sur, BMW) y Charleston (Carolina del Sur, Mercedes), algo que no parece que vaya a suceder. El grupo Stellantis, por su lado, es uno de los que más sufrirá ya que sus ventas en Estados Unidos suponen el 40% de su producción, una circunstancia compleja ya que sus modelos se fabrican en Canadá y México para ser exportados luego al país vecino.
Audi Factory en San José Chiapas (México) / Hugo Ortuño (EFE)
La otra pata del problema para Trump está en México, ya que muchos fabricantes (incluídos los estadounidenses) tienen planta allí. También hay marcas europeas y japonesas produciendo en México, un país clave en la industria automotriz para Estados Unidos. Audi lo hace en San José Chiapa; BMW en San Luis Potosí; Chevrolet y GMC en Silao; Ford en Cuautitlán Izcalli; Honda en Celay; Infiniti, Mercedes y Nissan en Aguascalientes; Mazda en Salamanca; Jeep en Toluca; RAM en Saltillo; Toyota en Tijuana y Volkswagen en Cuautlancingo. Hasta los chinos de JAC producen en México (CIudad Sahagún). Tal vez por eso, desde México observan con atención el próximo movimiento de Trump. Y China, en el horizonte, parece que será el mayor beneficiado de esta absurda escalada arancelaria desde el plano Europeo.
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