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“Muchos padres temen frustrar a sus hijos y les desprotegen sin saberlo”

“Muchos padres temen frustrar a sus hijos y les desprotegen sin saberlo”
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  • Publishedmayo 5, 2025


La educación nunca ha sido tan cuestionada como hoy. Entre los discursos contradictorios, los modelos idealizados en las redes sociales y una superinformación paralizante, muchas familias se mueven entre la nostalgia de la autoridad antes y el miedo a traumatizar el presente. La Fundación Botín quería poner palabras en esta preocupación silenciosa que viaja tantas casas con una pregunta incómoda y necesaria: ¿Niños felices o pequeños dictadores?

Este es el título del último episodio de su podcast Preguntas de la Fundación Botínen el que participan la psicóloga Marisa Moya y el terapeuta Tomás Navarro. Con un enfoque crítico y sin recetas mágicas, ambas reflexionan sobre los límites, el papel de los adultos, la sobreprotección y la necesidad de educar con los criterios. Una de las advertencias más abrumadoras en el Moya Lance:

«Muchos padres temen frustrar a sus hijos y termina sin estar protegidos sin saberlo».

Y agregar:

«La educación no es evitar conflictos, sino enseñarles a navegarlo. La frustración no hace daño; qué destrucción es crecer sin referentes claros».

El riesgo de confusión con respeto con la ausencia de límites

Desde la Fundación Botín, explican que la permisividad extrema, aún más común, no promueve la libertad, sino que genera inseguridad emocional.

«Cuando no hay límites claros, el niño carece de referentes. Y un niño sin estructura no se siente libre, se siente desorientado».

En su experiencia con las familias y las escuelas, han observado cómo genera la renuncia del papel de orientación de adultos, varias veces por temor a ser autoritario. Niños que no saben cómo tolerar no, o enfrentar decisiones con certeza emocional.

«La autoridad de una guía positiva sin humillar, corrige sin castigar y establece estándares de escucha y ejemplo», explican. «No se trata de volver al modelo vertical del pasado, sino de evolucionar hacia una autoridad que ha educado a la coherencia emocional».

Estas ideas no están aisladas. Daniel J. Siegel, autor de El cerebro del niñoTambién enfatiza que una reproducción sin límites coherentes puede afectar el desarrollo de la autorregulación y la resiliencia.

Marisa Moya, psicóloga infantil, advierte un modelo parental generalizado:
Foto: Istock

Recompensa y castigo: una pedagogía que ya no sirve

«El sistema de palo o zanahoria ya no funciona», dice Tomás Navarro. «No criamos mascotas que cumplan con las órdenes, sino los ciudadanos que deben aprender a pensar, decidir y asumir las consecuencias».

De la fundación, insisten en que este tipo de educación, basada en el control externo, Modifica el comportamiento a corto plazo, pero no construye una motivación sólida o una brújula moral interna.

«Un niño que actúa solo para obtener una recompensa o evitar el castigo no aprende el valor de lo que hace. Responde a una estrategia de supervivencia emocional».

Es por eso que promueven el uso de consecuencias lógicas: respuestas proporcionales, vinculadas a la ley y explicadas con respeto.

«Si no estudia, no podrá explicar un tema; si no recoge sus pertenencias, no puede usarlas más tarde. No hay castigo, hay un aprendizaje real»

Autonomía sin abandono: el desafío silencioso

Uno de los mensajes más poderosos del episodio es que el verdadero problema no es la sobreprotección, sino la falta de criterios durante el ejercicio de la influencia educativa. «Muchos adultos no tienen más referencias. No saben cómo ser padres sin repetir lo que han experimentado, pero no pueden encontrar nuevos modelos sólidos», dijo Moya.

Desde la Fundación Botín, proponen promover la autonomía con las decisiones diarias: dejar que los niños organicen su mochila, participen en elecciones familiares o elijan opciones viables.

Marisa Moya, psicóloga infantil, advierte un modelo parental generalizado:
Foto: Istock

«Estas pequeñas prácticas fortalecen la autoconfianza, la responsabilidad y el sentimiento de compromiso. Ser independiente no es estar solo, es sentirse capaz de apoyo para adultos».

La psicóloga canadiense Deborah Macnamara, autora de Descansar, jugar, crecerTambién insiste en esta idea: «Los niños necesitan libertad para explorar, pero no en detrimento de la conexión emocional»..

La presión de las redes y la fantasía del padre perfecto

Moya y Navarro están de acuerdo en que la presión digital deforma la forma en que educamos. En las redes sociales, la crianza de los hijos se muestra como algo dulce, estilizado y perfectamente medible.

«Esto genera frustración, autoexaminación y un sentimiento de fracaso constante en las familias», advierten.

La fundación recuerda que un aumento realista implica aceptar conflictos y errores.

«La educación implica decidir. Y no siempre sabremos si lo hemos hecho. Lo importante es estar disponible, revisar nuestras decisiones y no educar por miedo o moda»

Marisa Moya, psicóloga infantil, advierte un modelo parental generalizado:
Foto: Istock

Lo que un niño necesita: estructura emocional, sin perfección

«El mensaje clave, concluyen de la fundación, es que la educación no es evitar la incomodidad, es acompañarlo. No es eliminar la frustración, sino para ayudar a manejarla. No es por favor, es enseñar a vivir un significado».

Y esta educación no comienza en niños, sino en quienes educa. Moya indica claramente el cierre del podcast:

“Si no decide cómo educar, será inercia. O las redes lo harán.



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