¿GRAN POTENCIA? | La UE busca ser una potencia geopolítica pero sigue orillada sobre Ucrania y al margen en Gaza
Europa es «un gigante económico, un enano político y un gusano militar«. La frase, tan manida, la profirió en 1991 el entonces ministro de Exteriores Belga Mark Eyskens, en el contexto de la primera guerra de Irak. Más de tres décadas después, la Unión Europea quiere aprovechar la coyuntura de crisis global para dar por fin el salto adelante e influir en el mundo más turbulento y belicoso desde la Guerra Fría; hacerse mayor como Unión.
Aspira a convertirse en un gigante geopolítico y militar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, habló por primera vez de la «Europa geopolítica» ya en 2019. Una que influyera en el mundo, sin descartar «hablar el lenguaje de la confianza», un eufemismo para referirse a la proyección de poder duro. En 2025, esta visión se ha acelerado y es el espíritu de los tiempos y el relato que se impone en las capitales europeas. Se aprueban gastos militares por valor de centenares de miles de millones de euros para elevar el poder duro de disuasión bélica de los 27, mientras se recorta la ayuda al desarrollo. El cambio quizá es todavía más perceptible aún en países como Alemania. Allí se habla de Zeitenwende o punto de inflexión: ya no es tabú en Berlín elevar drásticamente el gasto militar. Su nuevo canciller Friedrich Merz, habla abiertamente de «independizar» a la UE de Estados Unidos.
Y, sin embargo, la vieja Europa sigue siendo un actor secundario en las negociaciones más relevantes del momento: no está invitado a la posible cumbre sobre el futuro de Ucrania en Turquía. Y se ha mantenido clamorosamente al margen de la guerra de Gaza, uno de los episodios más oscuros de este siglo, en palabras del presidente español, Pedro Sánchez.
«A pesar del discurso sobre una Europa geopolítica, la realidad es que la UE está profundamente dividida sobre Rusia y el futuro de Ucrania, y sobre qué hacer en Oriente Próximo o incluso en el Sahel o cómo relacionarse con Estados Unidos», opina en conversación con EL PERIÓDICO Carme Colomina, investigadora principal del centro de pensamiento CIDOB. «En las dos grandes crisis, de Ucrania y Gaza, la Unión Europea está actuando por debajo de sus capacidades y de su potencial. Está perdiendo la oportunidad y prestigio internacional e interno entre su población», aporta por su parte Vicente Palacio, director de Política Exterior de Fundación Alternativas.
Orillada en Ucrania
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y con él la incertidumbre a Washington, ha servido como catalizador hacia esa Europa geopolítica. Ha desatado por sorpresa una suerte de carrera de la industria armamentística europea y una lluvia de millones para el sector de la defensa.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, en Arabia Saudita / Europa Press/Contacto/Molly Riley
Sin embargo, las primeras pruebas de realidad de la intención en Bruselas no son del todo esperanzadoras. En las negociaciones de paz para Ucrania, sigue estando al margen. En el mejor de los casos, aducen fuentes diplomáticas, parece que el alto el fuego será cosa de Estados Unidos, y luego si acaso entraría Europa para dibujar la paz a largo plazo.
Y ello a pesar de un auténtico frenesí diplomático impulsado sobre todo por Francia y Reino Unido, con el apoyo de España, Polonia o Alemania. Cumbres en Londres, París y Kiev o reuniones del grupo de Weimar o 5+ en Madrid y Londres. Las amenazas de más sanciones a Moscú (el último paquete, aprobado este mismo miércoles) o las promesas de apoyo militar total a Ucrania hasta que sea necesario, han quedado empañadas de nuevo esta semana, en la que se especula con una posible negociación directa en Turquía entre Rusia y Ucrania este jueves. Desde la «diplomacia de lanzadera» con la que Estados Unidos lanzó en Riad (Arabia Saudí) el proceso de paz entre Kiev y Moscú hacia una negociación directa que está por confirmarse.
«El problema es que la UE está en un momento de refundación, de replantear su política exterior, pero no puede hacerlo sin saber qué quiere ser como Unión», opina Colomina. «Hasta ahora, esa política exterior se basaba en tres elementos esenciales europeos: los valores, el multilateralismo y la relación trasatlántica. Los tres están en entredicho: el multilateralismo porque hay una crisis de la gobernanza internacional; la relación trasatlántica porque el aliado internacional de la UE, Estados Unidos, está en modo beligerante. Y los valores, porque están cuestionados internamente, entre otras cosas por la agenda de la extrema derecha.
La inacción de Europa sobre Gaza
Y, si en el dossier ucraniano Europa está orillada a su pesar, en el de la otra gran guerra del momento, la de Gaza, la UE ha decidido quedarse al margen voluntariamente. Von der Leyen ha guardado un sonoro silencio en estos dos meses en los que Israel ha sometido a la Franja a un cerco total. No entran alimentos, agua o medicinas en una Gaza casi completamente destruida y sobre la que caen diariamente bombas que matan a decenas de personas, en su mayoría niños, desde hace 18 meses. La falta de reacción de la política alemana contrasta con sus continuas expresiones de solidaridad con las víctimas de los ataques de Rusia contra la población civil de Ucrania. En estos 70 días, su único mensaje en redes respecto a Oriente Próximo ha sido para exhibir el orgullo de haber enviado ayuda a Israel para ayudar a extinguir unos incendios forestales.
Corpses de varios palestinos muertos debido a un ataque del ejército de Israel contra la ciudad de Gaza, ubicada en el norte de la Franja de Gaza (Archivo) / Omar Ashtawy / Zuma Press / ContactoPhoto
«La UE reitera su apoyo inquebrantable al pueblo palestino», aduce la Comisión Europea a través de sus portavoces a preguntas de EL PERIÓDICO. «Durante más de dos meses no ha entrado ayuda humanitaria en Gaza. Este es el cierre más largo de la Franja. Se trata de un asunto de gran preocupación. La UE reitera su llamamiento urgente a Israel para que levante inmediatamente el bloqueo de Gaza. La ayuda humanitaria nunca debe politizarse ni militarizarse. Los palestinos e israelíes han sufrido demasiado durante el último año y medio. Ha llegado el momento de romper el ciclo de violencia y sufrimiento».
Tras los ataques de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, en los que murieron al menos 1.139 personas, en su mayoría civiles, y más de 200 fueron secuestradas, el Gobierno de Benjamín Netanyahu ordenó una guerra de destrucción total contra Hamás en Gaza que ha dejado el grueso de las viviendas e infraestructuras de la Franja destrozas y ha provocado la muerte de al menos 51.000 personas, en su mayor parte mujeres y niños. Desde hace dos meses, Tel Aviv ha roto unilateralmente el alto el fuego y ha sometido a Gaza a un cerco total, impidiendo la entrada de agua, comida y medicinas.
Desde Bruselas defienden su postura subrayando que, desde 2023, se han entregado más de 3.800 toneladas de ayuda a través de los vuelos del puente aéreo de la UE y se han concedido más de 450 millones de euros de ayuda humanitaria a Gaza. Y destacan el primer diálogo político de alto nivel celebrado entre la Unión Europea y la Autoridad Palestina el pasado 14 de abril, que incluyó la visita del primer ministro palestino a la UE. Allí se acordó un programa global de apoyo plurianual por valor de hasta 1.600 millones euros «para fomentar la recuperación y la resiliencia palestinas». La ayuda a Ucrania se mide en centenares de miles de millones de euros. El coste estimado de la reconstrucción de Gaza para poder hacerla habitable es de unos 50.000 millones.
Acuerdo de Asociación con Israel
La posición de la alemana Von der Leyen llama más la atención porque hay países más neutrales o cercanos a Israel que han ido cambiando su postura. Alemania firmó junto al Reino Unido y Francia un duro comunicado en el que exigían al Gobierno de Binyamín Netanyahu el final del cerco y la vuelta al alto el fuego.
España y el anterior alto representante para la Política Exterior europea, Josep Borrell, pidieron por activa y por pasiva a Von der Leyen que estudiara la suspensión del Acuerdo de Asociación con Israel por la violación del capítulo de respeto a los derechos humanos. «Con Gaza, Europa se ha desacreditado completamente frente al resto del mundo«, dijo Borrell la pasada semana. «Estamos ante la mayor limpieza étnica desde la Segunda Guerra Mundial» y «Europa tiene capacidad y medios no solo para protestar ante Israel, sino para influir en su conducta. Suministrar menos armas y utilizar la palanca del Acuerdo de Asociación para que se respete el derecho internacional humanitario».
Quién: Media millón de gazatías al borde de la hambruna por el bloqueo de ayuda «deliberado» / .
¿Por qué no se ha usado esta herramienta para presionar a Israel, que exporta aproximadamente un tercio de sus mercancías a Europa? «Los ministros de Asuntos Exteriores debatirán la cuestión en el próximo Consejo de Asuntos Exteriores que tendrá lugar el 20 de mayo«, informa Bruselas a este diario. «Cualquier decisión de suspender el Acuerdo de Asociación o parte del mismo requeriría la unanimidad del Consejo».
«Europa hace el ridículo en Gaza»
Este martes, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, recibió con honores militares a su homólogo israelí, Isaac Herzog, en Berlín. Ese mismo dia, la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF), la escala estandarizada utilizada para analizar la seguridad alimentaria en todo el mundo, emitió una alerta: toda Gaza se encuentra en situación de emergencia alimentaria (fase 4 de 5 de la CIF), con más de 71.000 casos de desnutrición aguda en niños y niñas de Gaza de entre 6 y 59 meses, de los cuales 14.100 son casos graves. Una hambruna evitable y debida exclusivamente al bloqueo israelí sobre la Franja.
«Lo de la Unión Europea con Gaza se puede definir como un desastre. Sobre Israel estamos divididos. Israel no ha visto ninguna respuesta firme desde la UE, ni siquiera declarativa. No se han impuesto sanciones de ningún tipo», aporta Vicente Palacio. «La UE está haciendo el ridículo de forma vergonzosa. En Ucrania al menos mantenemos el tipo y llevamos la iniciativa».
El problema es la falta de voluntad política para alcanzar un consenso sobre qué hacer con el Gobierno de Binyamín Netanyahu y sus socios de ultraderecha, algunos de los cuales fomentan cometer crímenes de guerra en Gaza. Ese consenso tampoco existió al principio de la invasión de Ucrania frente a Rusia. Alemania, que venía de la ostpolitik, una suerte de acercamiento a Moscú, era fuertemente dependiente de la energía barata rusa y quería sacar adelante un segundo gasoducto para alimentar a su potente industria. Fue cambiando de posición a la vista de los hechos sobre el terreno. En Gaza, los hechos sobre el terreno han movido más bien poco a la cancillería alemana o a la Comisión de Von der Leyen para pasar de las palabras a la acción.
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