así son las tres joyas del poder nuclear de Irán atacadas por EEUU
Estados Unidos ha entrado en la guerra de Oriente Próximo con un contundente ataque al corazón nuclear de Irán. Los bombardeos ordenados por el presidente Donald Trump han alcanzado las plantas nucleares de Fordow, Isfahan y Natanz, las tres principales instalaciones en las que el régimen de los ayatolás desarrolla su programa nuclear, el gran argumento de Israel para justificar su ofensiva. No obstante, el objetivo clave es el primero, Fordow, en otros motivos porque las otras dos centrales ya estaban muy dañadas por los bombardeos israelíes.
En todos los ataques que está llevando a cabo contra Irán desde el 13 de junio, Israel ha bombardeado extensivamente, además de posiciones militares y civiles, la gran mayoría de plantas nucleares iranís. La mayor de ellas, Natanz, ya estaba casi completamente destruida, y la de Isfahan había sido gravemente dañada. Pero Fordow, en el norte del país, seguía activa e inmaculada.
En 2009, EEUU, Francia y Reino Unido desvelaron que Irán estaba construyendo una enorme planta de enriquecimiento de uranio soterrada, en una región montañosa cerca de la ciudad de Qom, a unos 95 kilómetros al suroeste de Teherán. Dentro de ella hay grandes túneles construidos a hasta casi 100 metros de profundidad en los que se estima que Irán cuenta actualmente con 2.700 centrifugadoras. La república islámica habría estado enriqueciendo uranio desde 2018, cuando Trump rompió el acuerdo firmado por Barack Obama con Teherán en 2015. Fordow, fue construida precisamente bajo una montaña para protegerla de un posible ataque y bombardeo exterior. Hasta la fecha, la estrategia ha funcionado.
Las instalaciones están protegidas por sistemas de misiles tierra-aire que solo podían neutralizarse con una bomba en manos de EEUU: la GBU-57A/B MOP. Se trata de una bomba de 13.000 kilos y 6,6 metros de largo con una carcasa de acero reforzado muy grueso que es conocida como la «destructora de búnkeres». Esta arma, diseñada para penetrar hasta 61 metros bajo tierra antes de explotar, únicamente puede ser transportada y lanzada desde bombarderos B-2 estadounidenses (cada B-2 puede llevar dos GBU-57).
Situada en la céntrica provincia de Isfahan, a unos 200 kilómetros de la capital, Natanz es la mayor central nuclear iraní y se convirtió en símbolo de las aspiraciones nucleares de Irán de enriquecer uranio a niveles necesarios para poder construir la bomba atómica. Tiene una extensión de 100.000 metros cuadrados en la superficie y 60.000 metros cuadrados suberráneos, donde se encuentran las centrifugadoras de uranio protegidas por un escudo de cemento de siete metros de espesor.
Planta de energía nuclear de Natanz, en Irán / TAMPA BAY TIMES / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO
Según informó Israel, en su primer ataque del 13 de junio, resultaron afectados, en la zona del subsuelo, una sala de enriquecimiento de uranio, una centrifugadora y una sala eléctrica, mientras que a nivel del suelo se dañó un centro de control y un transformador eléctrico. Y es que, antes de Fordow, Natanz era el gran objetivo de Tel Aviv, que ha vivido en los últimos años varios episodios de apagones, ciberataques e incendios en sus instalaciones. Irán siempre ha responsabilizado a Israel por ello; el Estado hebreo nunca ha desmentido ni confirmado ser el responsable.
La instalación de Isfahán, a unos 350 kilómetros al sureste de Teherán, alberga el centro de conversión de uranio, donde se transforma el uranio natural en gas hexafluoruro de uranio (UF6). Este gas es esencial para alimentar las centrifugadoras de Fordow y Natanz. Isfahan cumple un rol fundamental: sin su capacidad de conversión, el uranio natural no puede procesarse para su enriquecimiento. Es un eslabón químico en la cadena nuclear. Además, Isfahan emplea a miles de científicos nucleares y alberga tres reactores de investigación chinos y laboratorios asociados con el programa atómico del país.
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