Mette Frederiksen, una socialdemócrata antiasilo y prorrearme para la presidencia de Dinamarca en la UE
Dinamarca asume este primero de julio el semestre de presidencia del Consejo Europeo, lo que dará un papel clave a su jefa de Gobierno, Mette Frederiksen, una socialdemócrata alejada del centro-izquierda clásico, que practica la línea dura en política migratoria y apuesta por el rearme. «Es un momento histórico a escala europea y una oportunidad para un país pequeño como el nuestro para ganar impacto político y marcar el camino para una Europa más fuerte», afirmó Frederiksen, al presentar las prioridades del semestre danés. De 47 años y en el poder desde 2019, la ‘mujer fuerte’ danesa lidera desde hace tres años una coalición con partidos de centro-derecha, cuyo ministro de Exteriores es el ex primer ministro conservador Lars Lokke Rasmussen. «Europa debe ser más competitiva e impulsar su defensa, en interés propio y del orden internacional», explicita el programa de la presidencia danesa.
Dinamarca toma el relevo en la presidencia de turno a Polonia. Su primer ministro, el liberal Donald Tusk, aprovechó su semestre para ‘recolocar’ a su país entre los cinco grandes de la UE –junto a Alemania, Francia, Italia y España– y sacarlo del cajón de los periféricos. El papel clave de Polonia en el flanco este de la OTAN le sirvió de palanca. Ocupa Polonia el puesto de cabeza de la UE en cuanto a gasto en defensa. Este mismo año se situará previsiblemente en el 5% del PIB que Donald Trump exige alcancen sus aliados europeos hasta 2035.
Copenhague está aún en la franja intermedia entre los cumplidores, con un 2,8% en 2024. Pero Frederiksen representa la firme vocación atlantista compartida entre los nórdicos y sobre todo entre los que forman parte del litoral báltico. Ha estado fuertemente comprometida con el apoyo a Ucrania desde el inicio de la invasión rusa y se ha comportado como una aliada incondicional hacia el presidente Volodímir Zelenski. «Cada corona (danesa), cada dólar o cada euro usados en Ucrania es dinero empleado en nosotros mismos. Son inversiones en nuestra propia defensa», afirmó la líder danesa, en la reciente cumbre de la OTAN celebrada en La Haya.
Groenlandia, línea roja frente a Trump
Pese a pertenecer a familias políticas distintas, la línea en política de seguridad del Gobierno danés no difiere tanto de la del polaco Tusk. La línea roja de Frederiksen en lo que respecta a la lealtad hacia Estados Unidos se sitúa en el Ártico: el gobierno de Copenhague ha hecho suyo el lema de ‘Groenlandia no se vende’ con el que la inmensa isla ártica, territorio autónomo danés, ha respondido a las ansias expansionistas de Donald Trump. Frederiksen se ha revalidado así como ‘mujer fuerte’, desde su condición de líder de un país con apenas seis millones de habitantes y un Ejército de 16.700 soldados, más 12.000 reservistas, frente al coloso que es EEUU, con 340 millones de habitantes, 1,4 millones de soldados.
Línia dura migratoria
También hay grandes coincidencias entre Varsovia y Copenhague en política migratoria. La coalición de amplio espectro polaca, incluida la izquierda moderada, con que gobierna Tusk representa la línea dura contra el asilo. Para Varsovia, Rusia es la gran amenaza para toda Europa, no solo para su flanco este. Frente a los recelos iniciales de la Comisión Europea, Polonia ha suspendido temporalmente del derecho de asilo en su frontera con Bielorrusia, aliado del Kremlin.
Frederiksen empezó a endurecer la política migratoria danesa incluso en su primera etapa al frente del Gobierno, entonces como líder de una coalición con formaciones izquierdista. Tras su reelección en 2022, se desprendió de tibiezas en su gran coalición con Rasmussen para entrar en una línea que la emparenta con socios del bloque conservador.
El sello verde de Von der Leyen
Sí puede haber cambios, por contra, en lo que respecta al atascado Pacto Verde Europeo que pretendió impulsar la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La presidencia de turno polaca plantó cara a los planes de transición enérgica de Bruselas y encontró suficientes respaldos en otros miembros para flexibilizar o aparcar los propósitos de Von der Leyen.
El programa de la presidencia de turno danesa hace hincapié en el término «Europa Verde». Entre sus propósitos está el relanzamiento del Pacto Verde y reencaminar la negociación entre el bloque comunitario para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Para Dinamarca, el sello ‘verde’ no es uno de esos socorridos puntos con que se adorna la agenda política, sino una señal de identidad nacional. Von der Leyen, de la conservadora Unión Cristianodemócrata alemana (CDU), puede contar con la socialdemócrata atípica que es Frederiksen para rescatar algo del Pacto Verde.
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