el 94% de los hospitales han sido dañados o destruidos por Israel
El pasado 29 de mayo el norte de Gaza se quedó sin el último de sus hospitales operativos. Después de dos semanas de asedio militar, la dirección del hospital Al Awda decidió plegarse a las «órdenes de evacuación» emitidas por el Ejército israelí. «Nos amenazaron con entrar y matar a todo el que hubiera dentro o bombardear el hospital si no evacuábamos», contó en un vídeo el director del centro, el doctor Mohammed Salha. No era un farol. En los últimos 20 meses, el hospital había sufrido 28 ataques directos, según una coalición de oenegés, y había sido invadido dos veces. Uno de los ataques mató a una enfermera de un disparo en el pecho; otro sepultó a dos doctores de Médicos Sin Fronteras (MSF). También se voló el almacén de medicinas o la planta desalinizadora. Sin más alternativa para salir de allí con vida, heridos y enfermos tuvieron que ser trasladados a hombros durante 300 metros hasta las ambulancias, después de que los militares les denegaran el acceso.
Al Awda era el último de los seis hospitales del norte de Gaza, donde unos días después las fuerzas israelíes redujeron literalmente a escombros el último centro de diálisis que quedaba en la Franja. (El 41% de los pacientes con fallo renal han muerto desde el inicio de esta guerra por falta de tratamiento, según el Ministerio de Salud). Ninguno de estos episodios, sin embargo, es excepcional. El 94% de los hospitales de la Franja han sido atacados en algún momento, la mayoría en múltiples ocasiones, o han sido destruidos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo en mayo hubo 78 ataques contra el sistema sanitario, la mitad con armas pesadas. «La destrucción es sistemática. Incluso cuando los hospitales son rehabilitados y reabastecidos, no tardan en quedar expuestos de nuevo a las hostilidades o en ser atacados. Este ciclo destructivo se debe acabar», ha dicho la OMS.
El resultado es una Gaza donde se agotan los medios para mantener con vida a la población, especialmente desde el 2 de marzo, cuando Israel vetó completamente la entrada de comida, agua, medicamentos o combustible. Una política que ha perpetuado el nuevo sistema israelí de reparto militarizado de la ayuda. «Solo 30 camiones entran al día, menos del 6% de lo necesario mientras la gente está hambrienta y desesperada», dijo recientemente el alto comisionado de la UNRWA, Philippe Lazzarini. El nuevo modelo, añadió, «es una distracción frente a las atrocidades».
A las masacres cotidianas o la devastación de las infraestructuras, hay que sumarle el espectro de la hambruna y la destrucción del sistema sanitario, uno de los elementos en que se apoyan las principales organizaciones de derechos humanos para concluir que en Gaza se está produciendo «un genocidio». De los 572 puntos de acceso sanitario que había en la Franja, solo el 37% se mantienen parcialmente operativos, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). Diecisiete de sus 36 hospitales; siete de sus 15 hospitales de campaña; 61 de sus 160 centros de atención primaria y 126 de sus 359 clínicas móviles. Y de todos estos, más de medio centenar están ahora en zonas que el Ejército israelí ha ordenado «evacuar».
Carencias en los hospitales
Dentro los hospitales parcialmente operativos la situación roza lo dantesco. No hay jabón para la higiene, ni gasas para curar a los quemados, ni anestesia para las amputaciones. Las reservas de oxígeno están bajo mínimos porque el grueso de las estaciones han sido destruidas. Escasean los antibióticos y el banco de sangre apenas encuentra donantes aptos, cuando cada día hay centenares de nuevos heridos. «Los donantes están demasiado desnutridos por la hambruna, demasiado deshidratados por la diarrea derivada de la ingesta de agua sucia y muchos tienen infecciones virales hepáticas», asegura el doctor Ghassan Abu-Sittah, rector de la Universidad de Glasgow, quien trabajó en Gaza a principios de la guerra.
En las últimas semanas, los militares israelíes han recrudecido los ataques contra los centros sanitarios, protegidos por el derecho internacional humanitario. El patrón suele ser similar, según una investigación forense de Forensic Architecture, un proyecto de la Universidad de Londres. Primero emiten órdenes de evacuación y advertencias; luego, atacan la vecindad del hospital, generando el pánico entre pacientes y profesionales y obligando a muchos vecinos a refugiarse en sus instalaciones; después lanzan ataques directos contra los paneles solares, almacenes de suministros, plantas del centro, tanques de agua o los patios donde suelen refugiarse miles de desplazados. Si el hospital se resiste a cerrar, entonces lo sitian con tanques y blindados y, finalmente, lo invaden con extrema brutalidad. «Los hospitales no son un objetivo, nunca atacaremos un hospital», dijo a principios de la guerra el portavoz militar israelí, Peter Lerner.
Los argumentos de Israel
Más de 500 ataques después, Israel argumenta por defecto que Hamás utiliza los hospitales como centros de mando, almacenes de armas, de escondite para sus militantes o como parte de su red de túneles subterráneos, pero raramente presenta alguna prueba convincente. A finales del año pasado el principal investigador de la Corte Penal de Justicia para Palestina aseguró que esas alegaciones son «groseramente exageradas», mientras Amnistía Internacional afirmó no haber visto «ni una sola prueba creíble» sobre el supuesto uso del hospital Al Shifa como centro de mando de Hamás. El principal hospital de la Franja yace ahora en ruinas, calcinado como un fotograma del infierno, aunque en alguno de sus edificios adyacentes se ha reanudado parcialmente la actividad.
Los palestinos heridos en los puntos de alimentos israelíes reciben atención en el Hospital Nasser en el sur de Gaza. / AFP
En el derecho internacional, los ataques e incursiones militares en los centros sanitarios solo están permitidas cuando una de las partes los utiliza con fines militares para cometer «un acto perjudicial para el enemigo» y la otra emite una advertencia previa. Pero aun así se debe respetar al personal médico y los pacientes y facilitar la restauración de los servicios tras el ataque, algo que tampoco hace Israel. En estos 20 meses, 917 miembros del personal sanitario han sido asesinados y más de 300 arrestados mientras trataban de salvar vidas, al igual que 70 pacientes, según datos de la OMS. Médicos y enfermeros han sido después torturados. Uno de los casos más conocidos es el del reputado cirujano ortopédico Adnan Al-Bursh, quien falleció desnudo y agonizante en el patio de una prisión israelí tras ser repetidamente torturado, también con una escoba por el recto. Israel todavía no ha devuelto su cuerpo.
Crímenes de guerra
Una comisión de investigación de la ONU, realizada por expertos independientes, concluyó a finales de 2024 que «Israel ha perpetrado una política concertada de destrucción del sistema sanitario, cometiendo crímenes de guerra y el crimen contra la humanidad de exterminio con sus ataques implacables y deliberados contra el personal sanitario y sus instalaciones». Pero el terror está lejos de haber acabado. Hace unos días la ONU advirtió que todo el sistema está «al borde del colapso». En parte por las restricciones para la entrada de combustible para los generadores que mantienen los centros de salud, indispensables tras 20 meses de apagón eléctrico. Pero no solo. Tras declarar el 82% del territorio de Gaza como zona militar o sujeta a «órdenes de evacuación», los dos únicos hospitales que quedan en Jan Yunis (sur), donde se concentra ahora mucha de la población, han quedado justo en las lindes de la zona de evacuación y el Ejército ha comunicado que las rutas de acceso a los hospitales de Nasser y Al Amal serán pronto obstruidas.
De momento, ha empezado a exigir una autorización para poder acceder a ambos centros, según Médicos Sin Fronteras. «En los últimos 20 meses, ordenar a los hospitales que rechacen nuevos pacientes y dificultar el acceso ha sido una práctica habitual de las fuerzas israelíes para desmantelar el sistema de salud», dijo hace unos días José Más, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF. Y nada parece que vaya a cambiar en el horizonte inmediato, dada la falta de reacción internacional.
«El último que quede contará nuestra historia. Hicimos lo que pudimos. Acordaos de nosotros», escribió antes de morir en noviembre de 2023 el doctor Mahmud Abu Nujalia en una pizarra del hospital Al Awda, el mismo con el que se abría este artículo. Abu Nujalia murió en un ataque con artillería contra el hospital cuando trataba de salvar vidas.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí