¿Por qué quería el Congo poner publicidad en la camiseta del Barça? ¿Tiene que ver con su guerra con Ruanda?
El deporte más mediático del mundo es el fútbol. Cientos de millones de personas siguen lo que ocurre en un terreno de juego cuando juegan los principales equipos europeos. Nos guste o no, el poder político —de todos los polos— acaba enraizándose en el verde, proyectando ante la mirada de tantos su influencia global.
Eso es precisamente lo que han hecho Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC) en los últimos años. Ambos países firmaron el 27 de junio de 2025 otro de los numerosos acuerdos de paz que han intentado poner fin al conflicto que asola el este del Congo desde hace más de 25 años. Sobre el papel, las hostilidades a gran escala se han frenado temporalmente, volviendo a un estado de inactividad. La lógica del precedente nos hace pensar en eso: inactividad, pero no una pacificación sempiterna entre ambos países.
La camiseta del Arsenal con la publicidad de Ruanda en La Manga / AP
El “país de las mil colinas” ha desplegado su diplomacia pública firmando acuerdos con el Arsenal, el PSG o el Bayern de Múnich, a través de su iniciativa Visit Rwanda. Contratos de patrocinio de más de 11 millones de euros por año se materializan en la presencia del eslogan en mangas y dorsos de camisetas, así como en los vestuarios de entrenamiento de los jugadores.
Ruanda, el pionero africano
El último acuerdo alcanzado no está exento de críticas. La agencia del Gobierno ruandés y el Atlético de Madrid firmaron recientemente un contrato de patrocinio hasta 2028 que ha suscitado dudas sobre el uso del fútbol como estrategia de blanqueamiento del régimen de Kigali. Thérèse Kayikwamba, ministra de Exteriores de la RDC, hizo un llamamiento a estos clubes para que cesaran sus acuerdos con Visit Rwanda, subrayando la “responsabilidad” de Ruanda en la agudización del ya mencionado conflicto en el este congoleño.
La camisa de Mónaco con la publicidad de la República Democrática del Congo en el manga / .
Cabe recordar que desde hace 25 años el país está gobernado con mano de hierro por el mismo presidente, Paul Kagame, quien antes de asumir el cargo ya ejercía como vicepresidente, cuando se formó el gobierno que puso fin al genocidio étnico-político de 1994, en el que fueron asesinadas alrededor de 800.000 personas, en su mayoría tutsis.
Más recientemente, las Fuerzas de Defensa de Ruanda han participado en operaciones militares en la región oriental de la RDC y han prestado apoyo al grupo armado M23, uno de los actores clave en la guerra civil congoleña. Amnistía Internacional ha documentado graves vulneraciones de derechos humanos: desde torturas hasta restricciones a la libertad de expresión y falta de justicia reparadora por las atrocidades cometidas hace poco más de 30 años.
La guerra por la narrativa
El enemigo atávico del conflicto ha decidido no quedarse atrás. La RD del Congo, con el lema «Corazón de África» está presente en Mónaco, Milán y como última novedad, en Barcelona, predominantemente en equipaciones de entrenamiento y no en la camiseta de juego principal.
El 29 de junio, el Barça y el Gobierno de Kinshasa sellaron un acuerdo que reportará más de 40 millones de euros a las arcas del club blaugrana, repartidos en cuatro temporadas. En términos económicos, el patrocinio se sitúa en medio de los otros dos equipos. Según declaró a Reuters el ministro de Deportes congoleño, Didier Budimbu, el club del Principado recibirá 1,6 millones de euros por temporada, y el conjunto italiano, 14 millones.
La camisa de Paris Saint Germain con la publicidad de Ruanda en la manga / TERESA SUAREZ
Igualmente, en el escenario infame de la guerra civil reactivado a principios de este año, el gobierno de Félix Tshisekedi ha perpetrado bombardeos indiscriminados contra población civil, ejecuciones extrajudiciales y desplazamientos forzados de millones de personas, en su ofensiva implacable contra los grupos rebeldes.
El sport-washing más allá de África
Es una estrategia habitual que gobiernos con graves déficits en derechos humanos usen el fútbol europeo para proyectar su soft power, una operación de lavado de imagen. En ese sentido, la balanza se decanta más hacia la propaganda encubierta que hacia la diplomacia cultural.
De la misma forma, el sport-washing, entendido como el «uso del deporte para redireccionar la atención pública de una conducta antiética», lleva muchos años siendo empleado por las monarquías del Golfo Pérsico. Patrocinios, fichajes y torneos menores europeos se han daban crecientemente a las monarquías petroleras. El Mundial de fútbol de Catar en 2022 fue el culmen del blanqueamiento de imagen deportivo a través de un país donde, según la organización sin ánimo de lucro Freedom House, «la gran mayoría de la población está compuesta por ‘no ciudadanos’ sin derechos políticos». Un lavado de cara mediante las camisetas de Lamine Yamal o Julián Álvarez que demuestra la creciente cooperación entre entidades deportivas europeas y los intereses lucrativos de las élites de países emergentes.
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