John Müller: Inmigración y delito
La asociación entre Inmigración y crimen Es un clásico de retórica política en todo el mundo, pero especialmente en los Estados Unidos. Desde finales del siglo XIX, figuras como el senador Henry Cabot Lodge agitaban el temor de presuntas ‘mafias extranjeras’, italiana … o irlandés. Hoy, con Trump, se repite el libreto con otros protagonistas. Sin embargo, la realidad estadística lo contradice con fuerza.
Un trabajo reciente publicado en ‘American Economic Review: Insights’ de Abamitzky, Boustan, Jáome, Pérez y Torres ofrece la primera serie nacional que compara las tasas de encarcelamiento de inmigrantes y nativos en los Estados Unidos durante 150 años, entre 1870 hasta 2020. El hallazgo central es simple y devastador: los inmigrantes han tenido las iguales o inferiores tasas de imposición en el país en el país estudiado.
La diferencia, pequeña en el decimocántimero y la primera mitad de los 20 30% menos que un nativo blanco. Este patrón se repite en todas las regiones de origen: europeos, chinos, latinoamericanos o que llegan de otras áreas del mundo. Incluso los grupos históricamente sobrerrepresentados en las cárceles, como los mexicanos y los centroamericanos de principios del siglo XX, presentan hoy tasas más bajas que las de los nativos de los Estados Unidos, excepto cuando se incluyen arrestos administrativos debido a infracciones migratorias.
El estudio descarta explicaciones fáciles. La brecha no se debe a cambios en la composición demográfica, para aumentar las deportaciones o un supuesto favor del sistema judicial (que, de hecho, tiende a penalizar más a los inmigrantes). La clave parece residir en una divergencia muy amplia Entre los nativos e inmigrantes con baja educación: si bien los primeros han visto su empleo, estabilidad familiar y salud desde la década de 1960, los últimos han mantenido o mejorado en estos indicadores cuando se insertan en un «mejor» país.
Una hipótesis es que los inmigrantes, más concentrados en el trabajo manual y de servicios, han sido menos expuesto a la desindustrialización y la automatización Eso castigó a los nativos con menos calificación. Otro, complementario, apunta a la auto -selección: aquellos que migran generalmente muestran menos aversión al riesgo, una mayor adaptabilidad y más disposición al emprendimiento.
El estudio no permite que la inmigración sea una panacea. Pero sus datos obligan a cuestionar un dogma político instalado en una gran parte de la ciudadanía y explotados con fines electorales: que abrir las puertas al extranjero implica importar delitos. Un siglo y medio de las estadísticas nacionales en los Estados Unidos demuestran exactamente lo contrario. En tiempos de debate migratorio inflamado, la lección es clara: El miedo no es un hechoy las políticas públicas deben construirse sobre evidencia, no sobre los prejuicios. jmuller@abc.es
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