Zonas apícolas de gran interés, «inhabilitadas» por los incendios
Las llamas no solo devoran árboles, viñedos, pastos o colmenas. También arrasan con la vida invisible que sostiene los ecosistemas. En Galicia, este mes, los incendios forestales han reducido a cenizas miles de hectáreas de monte y, con ellas, el sustento de las abejas. Donde antes había brezo, castaños o carballos, alimento de esas pequeñas productoras de miel, ahora solo quedan troncos negros y suelos estériles. Hablamos de amplias zonas de Valdeorras, Chadrexa de Queixa, Verín o A Mezquita. Para los apicultores, el panorama es desolador: sin flores, no hay néctar; sin néctar, no hay miel; y sin miel, las colmenas que sobrevivieron, no podrán subsistir. Eso, junto con la labor polinizadora que realizan para el resto de los frutos.
Tania Salgado, una apicultora de O Bolo que perdió 66 colmenas pone voz a la tragedia. El fuego del pasado fin de semana arrasó parte del trabajo de la apicultora ourensana, que lleva más de una década dedicada al cuidado de las abejas. A sus 43 años y con formación en Ingeniería Agroalimentaria, comparte vocación con su familia, que en total maneja unas 1.300 colmenas repartidas entre O Bolo, A Veiga y Viana do Bolo. Ella se encarga de 460 «en exclusiva».
Colmenadas quemadas por incendios. / Cedida
El alcance real de los daños está pendiente de valoración pericial, aunque al menos esas 66 colmenas fueron comidas por las llamas. «Algunas están completamente calcinadas, en otras puede estar afectado el enjambre o solo el material. No sabemos aún cuántas se podrán salvar», explica Tania.
Pese a que el terreno estaba desbrozado y bien cuidado les fue imposible salvar el colmenar. «Era imposible detener el fuego. Quizá alguna se salve, pero la mayoría están dañadas«, lamenta. El golpe económico es considerable a lo que habría que sumar la producción futura. Afortunadamente, la familia había retirado la miel horas antes del avance de las llamas. «El domingo por la mañana decidimos sacar la cosecha, porque temíamos lo peor. Así, al menos, no perdimos la producción», relata.
«Decidimos sacar la cosecha de miel, porque nos temíamos lo peor. Era imposible detener el fuego»
Lo que más preocupa ahora es el futuro inmediato de las colmenas supervivientes. «En kilómetros a la redonda no hay flores ni árboles, no hay nada. Si no conseguimos alimento, las abejas no podrán sobrevivir”, advierte. La apicultora reclama ayudas urgentes y prolongadas para costear tortas proteicas y jarabes que sustituyan el néctar natural. «Lo más difícil será mantener vivas a las abejas. Sin apoyo, no se sostiene».
La prevención salva 300 colmenas
Otra apicultora de Vilardevós, en la comarca ourensana de Verín, salvó sus colmenas del fuego, pero también pide alimento para las abejas. Erika Fernández Ferrer lleva más de una década vinculada a la apicultura, aunque como profesional desde hace unos seis años.
En su explotación cuenta con unas 300 colmenas, la mayoría en Vilardevós, aunque mantiene un pequeño grupo en Ponte Caldelas, Pontevedra, gracias a la trashumancia, que le permite diversificar la producción.
Las abejas de la explotación de Erika Fernández Ferrer sobrevivieron a las llamas. / Cedida
El último incendio que arrasó la comarca hace unos días puso en jaque sus colmenas. Erika consiguió salvarlas gracias a que su marido había realizado desbroces poco antes del fuego, pero ahora se enfrenta a otro problema: la falta de alimento para las abejas. «Las colmenas están casi todas afectadas. Unas 80 no tienen absolutamente nada que comer«, explica.
«En varios kilómetros no hay árboles ni flores. Unas 80 colmenas no tienen absolutamente nada que comer»
Las ayudas de la Xunta del Plan Apícola, que subvenciona parcialmente la alimentación suplementaria, son insuficientes y demasiado puntuales. «No podemos esperar a que lleguen esas líneas. Necesitamos apoyo ya y de manera prolongada en el tiempo, porque esto no es cosa de un mes ni de tres, va a durar años», reclama. La situación amenaza también a la producción de miel. Aunque Erika había avanzado bastante en la extracción antes del incendio.
Desde la Asociación Galega de Apicultura (AGA) lanzan una advertencia clara. «La línea de alimentación para las abejas es urgente, no puede demorarse», señala su presidenta, Marita Puga. «Ahora mismo, los animales que quedaron vivos dentro de las colmenas necesitan alimento de manera inmediata, porque no tienen nada donde comer. Si no se da una ayuda ya, probablemente estas colmenas mueran. También son ganado», añade.
La situación se agrava porque los incendios han coincidido con un momento crítico de la campaña. «Este año la recogida va a ser menos abundante, porque hubo apicultores que no lograron salvar la miel. El incendio llegó justo en la época en la que empiezan las melvas y la miel se produce con fuerza», explica Puga.
Este apicultor gallego revisa las consecuencias del fuego en su explotación. / Cedida
Los ataques de la avispa velutina ya habían golpeado al sector en los últimos años. Y el fuego multiplica los daños. «La producción de este año va a caer mucho. En Ourense, sobre todo de zonas como Viana do Bolo, Cualedro o Verín. Incluso sigue habiendo fuego en Quiroga, donde hay muchos apicultores profesionales y miles de colmenas», completa la presidenta de AGA. El daño, además, no se limita al presente. «Se está destruyendo el hábitat de las abejas. Hay sitios donde en tres años no volverá a haber floración. Han ardido castaños, brezos… Las abejas pueden volar, sí, pero no veinte kilómetros. Necesitan en su entorno la floración para sobrevivir y almacenar ahora de cara al invierno. Sin eso, morirán», resume.
Por ello, desde AGA piden no solo una línea de alimentación urgente, sino también que la Consellería de Medio Rural facilite terrenos para reubicar las colmenas que sobrevivieron. «Lo que pedimos es apoyo para sacar adelante este sector, que se ayude a los apicultores que han perdido sus recursos básicos», insiste Puga.
La Agrupación Apícola de Galicia, con sede en Ourense, habilitó un teléfono estos días para atender incidencias. «Hay zonas de gran interés apícola y muchas quedan inhabilitadas durante años», coinciden. A nivel nacional, el impacto es igualmente alarmante: 7.000 colmenas en España, en un momento crucial para la producción.
Soutos afectados y una posible «merma de la producción» de la castaña en Galicia
Los incendios forestales amenazan con reducir la próxima producción de castaña gallega con Indicación Xeográfica Protexida (IXP). En Oímbra, tierra conocida por sus pimientos con indicación propia, el fuego arrasó un souto con castaños tan longevos como algunos de sus vecinos. Desde allí, uno de los productores, Benjamín, lanzó la primera voz de alarma que ya confirma el Consello Regulador da Castaña de Galicia. «Hay zonas en las que la producción podrá verse mermada«, reconocen desde el organismo, cuyo secretario advierte de que aún están pendientes de los diferentes productores. Los fuegos se concentran en comarcas tradicionalmente ricas para la castaña, por lo que, de confirmarse los daños, será necesario solicitar ayudas. El Consello Regulador incide además en la importancia de mantener los soutos cuidados y desbrozados para reducir el riesgo de que las llamas arrasen un recurso clave para el rural gallego.
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