José Ramón Iturriaga: Elogio de la riqueza
Las lecturas de verano que de esta página han recomendado sobre los ahorros deberían haberse dirigido, este error es solo mío, para un libro que tiene como objeto desmontar una de las ideas más establecidas de nuestra sociedad: la riqueza es mala. El libro « … Alabanza a la riqueza »Este prejuicio arroja un ejercicio de puro sentido común, que sirve para desenmascarar el desenmascaramiento.
Comienza con una confesión de su autor, Javier Hernández-Pacheco: «Me gustaría ser rico». El simple hecho de que esta declaración se considera como una provocación da sentido al ensayo. No solo es algo que es deseable en sí mismo, sino que, como Hernández-Pacheco explica muy bien, es bueno. Se trata Una aspiración que está más que justificada De todas las órdenes de la vida. De la misma manera que el hermoso tampoco es malo. Es el mismo fruto de distorsión de la moral predominante. La riqueza, como la belleza, puede ser circunstancialmente mala, pero es buena en sí misma.
Como dice el subtítulo del libro, ser rico es un deber moral de cada ciudadano. Y es precisamente esa aspiración, que ciertamente es incompatible con generosidad o con desprendimiento, la mejor manera de enfrentar ahorros. Vamos a vivir cada vez más, por lo que vamos a tener más tiempo para lograr ese ideal en el bien entendido que la riqueza solo llega a la que ya es rica.
Ni la riqueza ni los ahorros deberían plantear ninguna controversia moral. Dos afirmaciones son buenas, no solo para uno mismo sino para todos. Debemos desterrar los consignas que el martillo constante de los biempens de servicio ha instalado en la sociedad. Como Higinio Marín enfatiza en su prólogo indispensable de la última edición del libro: «Como Hegel sentenció, Nada merece más desconfianza que la desconfianza sistemática».
El mayor riesgo de bolsas
Estos últimos días de vacaciones en los que nos invade la melancolía, es posible que no sean los más apropiados para analizar los riesgos de las bolsas que han tenido un verano tan bueno.
Sin embargo, el Financial Times en su edición de fin de semana recibió un aviso claro a los navegadores: «Las grandes compañías tecnológicas reciben señales de alarma», dijo el título de la crónica semanal en los mercados de la periodista Katie Martin.
En este análisis, el periodista inglés nuevamente revisó los argumentos de que algunos han estado repitiendo y que, básicamente, se pueden resumir en el riesgo de las bolsas Un puñado de empresas que tienen un peso muy grande En las tasas de ingresos variables y que citan múltiplos, hay quienes consideran apenas justificables. Todas estas compañías principales tienen el mismo denominador común: son tocados por la varita mágica de la inteligencia artificial (IA).
Hay quienes preparan el argumento y establecen Similitudes con la burbuja de Internet. Como entonces, la inteligencia artificial es una revolución que no admite la discusión y que traerá enormes beneficios en términos de ganancias de productividad, pero también, como en la famosa burbuja del ‘Puntocom’, los rendimientos de las enormes inversiones requeridas por el desarrollo de estas ganancias no justifican los precios que el mercado actualmente asigna el mercado a las compañías que las están desarrollando. Agregan que el mercado se está acercando al momento de la verdad, en el que, de un día a otro, muchos pueden terminar decepcionados de inmediato.
Las consecuencias para el mercado de un pinchazo eventual de la burbuja IA, si hubiera muchas. Quizás el mejor patrón para anticiparlos es lo que sucedió en 2000. Luego hubo claros ganadores y perdedores. Los posibles perdedores tienen un nombre y apellido. Los ganadores, como entonces, serían esos sectores o mercados que son más olvidados por la mano de Dios. Bien mirado, y si nos apegamos a lo que está sucediendo con las bolsas, puede ser que el mercado ya está empezando a ponerlo en un precio
Powell contra Trump
La semana pasada vivimos un Nuevo capítulo de pulso quien está lanzando la Reserva Federal de los Estados Unidos, en la persona de su presidente, Jerome Powell, al presidente del gobierno del país, Donald Trump. En el nombramiento anual de los banqueros centrales en Jackson Hole, el discurso del presidente de la Fed se interpretó como un cambio de curso en la política monetaria en el país. Después de unos meses en los que no ha dado su brazo para torcerse a pesar de las presiones de Zafias a las que Trump ha sometido, Powell ha anticipado una disminución en los tipos en la próxima reunión de la Reserva Federal de septiembre.
Es un anuncio de mucha profundidad y eso plantea muchas reflexiones. No olvides que, después de la repetida interferencia de Donald Trump, Lo que cuestiona es la independencia de la más alta autoridad de política monetaria del mundo.
El anuncio de Powell se puede interpretar de muchas maneras. La interpretación más benevolente es que la Reserva Federal, después de revisar la evolución de los indicadores habituales, ha llegado a la conclusión de que el más apropiado hoy para cumplir con su doble mandato para garantizar la estabilidad de los precios y la evolución del empleo es comenzar a reducir las tasas de interés. Como Powell enfatizó en su discurso el viernes pasado, los aranceles afectarán el crecimiento de la economía de los Estados Unidos, las presiones inflacionarias eventuales serán temporales y tocan el precio del dinero.
Otra forma de verlo es que Jerome Powell finalmente ha sucumbido al acoso de la administración Trump y que, aunque, como ha repitido en numerosas ocasiones, aún pronto se tiene una idea del impacto que tendrán tanto en la inflación como en el crecimiento económico de los enfoques extemporáneos del presidente en asuntos comerciales, ha decidido arrojar la calle media para reducir las tensiones con las tensiones de nata.
El mercado de servicio lo ha interpretado bien. El mercado de valores aumentó y el dólar cayó en una clara señal de que el posible cambio de dirección de la política monetaria ha llevado a todos con el pie cambiado.
Independientemente de la primera reacción del mercado, si la segunda interpretación fuera válida, los riesgos para la economía de los Estados Unidos de una política monetaria ejecutada a la dictado de un personaje como Donald Trump son numerosos e impredecibles. No parece probable, en ningún caso, que una institución de prestigio y el poder de la Reserva Federal abdicarán sus responsabilidades de esta manera de otra. Puede, como muchos otros protagonistas de hoy en el escenario internacional actual, el banco central ha elegido dejar que Donald Trump apunte a la victoria de la historia como el más joven de los males.
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