Las catástrofes no se evitan hablando de galgos y podencos, sino actuando
En los telediarios hemos visto estos días reportajes sobre la dana de Valencia. Todos trataron del pasado, los políticos se echaron culpas unos a otros, pero nada se habló sobre solución alguna para evitar en el futuro sucesos como el ocurrido hace un año.
[–>[–>[–>Llorar sobre la leche derramada es absolutamente inútil pues, aunque el señor Mazón se hubiera comportado como un caballero y hubiera dimitido, y el Gobierno central hubiera cambiado todos los protocolos para actuar a tiempo y no quedar viéndolas venir como hizo, no se podría resucitar a un solo muerto, ni revivir nada de aquello que la dana asoló.
[–> [–>[–>El futuro está en las acciones a tomar sobre el territorio actual con su ordenación consolidada, así como sobre la realidad de los ríos, arroyos, canalizaciones y presas. Por eso la pregunta es si se ha abordado alguna de las obras necesarias para evitar los daños que, como la historia nos dice, se pueden repetir en cualquier momento porque las riadas se llevan produciendo reiteradamente desde hace siglos.
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Preguntamos más. ¿Se van a abordar en algún momento? ¿O se van a evitar porque se considera que lo que procede es naturalizar los cauces? Este criterio, actualmente predominante entre quienes nos gobiernan, implica erradicar a la población de las zonas inundables, contrariando una costumbre de la humanidad que tendió a instalar sus hábitats cerca de los ríos desde tiempo inmemorial. Tarea que siempre concilió con el desarrollo de la técnica tanto para protegerse de las catástrofes, como para tener agua en todas partes, incluso en tiempos de sequía.
[–>[–>[–>No nos vamos a extender en la estéril discusión acerca de sí durante los últimos tiempos se edificó donde no se debía, porque lo que hay es lo que hay. Y que el dilema al final es entre proteger a los humanos o expulsarlos de determinados territorios en beneficio de la Naturaleza de acuerdo con las cambiantes prioridades políticas de los gobernantes de turno.
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Tampoco vamos a repetir lo que comentamos el año pasado sobre los asuntos acontecidos en Asturias, Bueño por ejemplo, pero sí a reiterar que hay que plantear con datos un referéndum a los españoles para preguntarles sin quieren seguir con la política de resolver los problemas que su tierra les plantea, lo que les llevó a una relación con el agua que nos guio miles de años y más recientemente a una política hidráulica que tuvo continuidad desde mediados del siglo XIX hasta ahora, fundamentada en la unidad hídrica de la península y en la gestión solidaria. España creó en las primeras décadas del siglo XX el concepto de cuencas hidrográficas, y en base a ello se desarrolló el modelo que tan bien ha funcionado. Por el contrario, pueden dárseles la opción de elegir un nuevo modelo que nos llevará a la desertización, a la proliferación de la vida salvaje, a las catástrofes humanas y a la insolidaridad entre taifas.
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[–>Volvemos a lo pragmático para decir que en Valencia se produjo una gran inundación entre el 13 y el 14 de octubre de 1957. El desastre fue parecido al del año pasado y por eso aquel Gobierno decidió elaborar un plan de defensa de Valencia. Se eligió la Solución Sur, la más costosa, que suponía excavar un nuevo trazado desde las afueras de Cuart de Poblet hasta el norte de Pineda tras atravesar cruzando por medio de La Huerta. Los trabajos se aprobaron por el Consejo de Ministros el 22 de julio de 1958 y se iniciaron inmediatamente.
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En cuanto a la cuenca del Poyo las infraestructuras necesarias se recogieron en el Plan Hidrológico de la cuenca del Júcar de 1998 y también en el Plan Hidrológico Nacional de 2001. En 2011 se aprobó la declaración de impacto ambiental de dos proyectos que se empezaron a redactar en 2006. Esta declaración caducó en 2016, se retomó en 2020 y aquí estamos sin haber hecho nada. El importe de aquellos proyectos era de 150 millones de euros y su objetivo era mejorar su capacidad y laminar la fuerza del agua. Esta actuación, posiblemente no hubiera impedido la totalidad del desastre, pero la hubiera minimizado enormemente. Datos más globales muestran que 228 millones de euros invertidos en obras que paralizó el Gobierno y siguen paralizadas hubieran evitado el terror. Tal proceder es ininteligible dado que el peligro ha aumentado pues el desarrollo urbanístico ha colonizado la zona haciendo que los riesgos sean muy superiores y por ello más radicales las medidas necesarias a tomar para garantizar la seguridad de la población, así como de toda la actividad económica.
[–>[–>[–>Estas riadas se pueden volver a producir en cualquier momento, no es la primera vez, ni por desgracia será la última y es imprescindible prepararse para otra parecida. Como dato a tener en cuenta, les recordamos a los responsables que el caudal punta del día de la dana fue de 3.500 metros cúbicos por segundo, el del Nilo es 2.830 metros cúbicos por segundo y el del Ebro en Amposta de 333. Si no actuamos, la siguiente riada tendrá consecuencias parecidas. Desde la mencionada dana no se ha hecho nada salvo mover papeles e infografías y generar reuniones para hablar de galgos y podencos. Añadimos que si ahora hay esas inundaciones no es, reiteramos, por el cambio climático (cuya existencia asumimos) sino porque no se toman las medidas adecuadas para analizar la geografía, los asentamientos humanos, la Naturaleza y sus riesgos, para después, tanto preverlos (obviamente cabe buscar asentamientos mejores para preservar todos los equilibrios naturales) como solventarlos. Al efecto señalamos que somos conscientes de las recientes corrientes de opinión ambientalistas contrarias al mencionado Plan Sur de 1958, pero queremos hacer constar que lo cierto es que no se volvió a inundar Valencia: por eso más arriba hablamos de referéndum nacional.
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Terminamos volviendo a contar una anécdota que refleja que este es un problema que está por encima de las izquierdas y derechas porque es de Estado y los estados se construyen entre todos. La lección es de Juan Benet, prestigioso ingeniero de Caminos además de gran escritor (que no era dudoso de ser facha, pues fue una de las personas más de izquierdas que conocimos, en unos tiempos que ser tildado de rojo era una cosa muy peligrosa para las personas. Un día nos dijo a dos o tres: desengañaos, con lo atrabiliarios que somos, en España tiene que venir un dictador de vez en cuando para construir las obras hidráulicas que hacen falta pues en democracia no somos capaces. Cuando dos le dijimos «¿cómo dices eso si Franco te repatea?», él respondió sin inmutarse: «Después de que acabe de hacerlas lo echamos».
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Por eso creemos que de lo que habría que hablar ahora es de lo que estamos haciendo para evitar las futuras inundaciones y de cuándo se va a hacer.
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Sería el mejor y único homenaje a las víctimas.
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