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un debut que «llega tarde» tras muchas mudanzas y charlas con su padre

un debut que «llega tarde» tras muchas mudanzas y charlas con su padre
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  • Publishedoctubre 31, 2025



Pablo Urdangarín Ya es internacional. La tarde de este jueves, el jugador Fraikin BM Granollers debutó con el selección española de balonmano en amistoso contra Ante En enlace, culminando así un sueño que él mismo reconoce ocurrió más tarde de lo habitual.

A sus 24 años, y sin haber pasado por ninguna categoría inferior de la Selección, el hijo menor de Infanta Cristina Y Iñaki Urdangarín Se volvió “hispano” tras un camino marcado por sus mudanzas y las constantes conversaciones telefónicas con su padre que fueron fundamentales para la sostenibilidad de su carrera.

El debut de Pablo no fue el de un jugador convencional. Su trayectoria vital, marcada por Asunto Noos y su situación familiar, explica por qué nunca vistió la camiseta de España entre los jóvenes o en categorías inferiores.

Precisamente este es el primer leitmotiv de su historia: los constantes movimientos que fragmentaron su formación deportiva y retrasaron su explosión hasta convertirse en un caso atípico del balonmano español.

El segundo, igual de importante, tiene nombre y apellido: Iñaki Urdangarin, su padre, leyenda del balonmano español y su “psicólogo” privado antes de cada partido.

Washington, Barcelona, ​​Ginebra

Para entender el retraso de Pablo Urdangarin en llegar a la selección hay que remontarse a su infancia. Nació en Barcelona En diciembre de 2000, Pablo apenas había vivido los primeros años de estabilidad cuando todo se derrumbó. Cuando estalló el asunto Nóos tenía nueve años.

Pablo Urdangarin, de niño, en una imagen de archivo en Mallorca

Pablo Urdangarin, de niño, en una imagen de archivo en Mallorca

GTRES

Luego la familia se mudó Washington buscó refugio en los medios, pero la experiencia fue traumática. En el colegio, otros niños españoles le recordaban constantemente la situación de su padre, diciéndole incluso que era un ladrón.

En 2012, los Urdangarin regresaron a Barcelona para ser juzgados, pero la situación se volvió insostenible. Un año después, en 2013, dejaron definitivamente las maletas y se instalaron Ginebra, donde Pablo encontró cierta tranquilidad para seguir practicando deporte.

Allí, en Suizo, Tuvo que elegir entre tenis y balonmano cuando terminó la secundaria. Centro Ecolint. Eligió el balón y el campo, pero también la emancipación.

El salto a la madurez

Cuando apenas tenía 17 años, Pablo tomó una decisión que marcaría su vida: mudarse solo Alemania firmar por el TSV Hannover-Bourgdorf.

Era 2018 y el adolescente se embarcaba en un país desconocido, un nuevo idioma y un balonmano profesional despiadado. En Hannover le esperaban dos excompañeros del Barça de su padre, Íker Romero Y Carlos Ortega, quienes se convirtieron en sus mentores.

Los dos le ayudaron a desconectarse del ruido exterior, la presión de los medios y los prejuicios sobre su apellido, y le enseñaron a centrarse únicamente en el balonmano.

Ese año en Alemania fue decisivo. Pablo admite que estuvo a punto de dejarlo todo, que tenía que decidir si realmente quería dedicarse en serio al balonmano o pasar página. Decidió continuar.

En 2019 alcanzó un nuevo hito y fichó por el HBC Nantes En Francia, donde ya ha declarado abiertamente que su ambición deportiva es internacionalizarse con España. Pero todavía faltaban años y pasos por dar.

El regreso a España

En 2020, Pablo regresa a casa. Firmó por el Barça B y en octubre de 2021 debutó con el primer equipo luciendo el número 77, un homenaje al legendario siete que lució su padre. Pero fue en 2023, con su fichaje por el Fraikin BM Granollers, cuando todo cambió.

Tu entrenador, Antonio Rama, Lo convirtió de lateral derecho a lateral derecho, la misma posición que ocupó Iñaki en su época dorada. Esta transformación táctica desencadenó su mejor versión.

En su primera temporada en Granollers marcó 85 goles en 30 partidos. En el segundo, 117 goles en 30 partidos, con una media de casi cuatro goles por partido. En la actual campaña ya suma 23 goles en siete jornadas.

Pablo Urdangarín ha pasado de ser una promesa interesante a ser uno de los laterales más en forma del equipo. Liga Asobal. Su altura de 1,95 metros, su explosivo brazo izquierdo, su capacidad de salto y un lanzamiento rápido que desestabiliza a los porteros le han dado una identidad propia.

Pero el salto definitivo se produjo en julio de 2024, en el Mundial Universitario de Antequera. Allí, Pablo llevó a España al título y fue elegido MVP del torneo y máximo goleador con 35 goles en cinco partidos. Fue su gran escaparate, la señal definitiva para que el técnico Jordi Ribera le tuviera en cuenta.

Un año después, el 14 de octubre, recibió la llamada que cambiaría su vida deportiva.

Discusiones con su padre.

Si hay algo que Pablo Urdangarin ha repetido en los últimos días es que su padre es mucho más que un referente técnico.

Iñaki, con 154 partidos internacionales, dos bronces olímpicos y 53 títulos con el Barça, es su psicólogo particular. Antes de cada partido, padre e hijo hablan por teléfono. No solo discuten tácticas o rivales, sino que Iñaki trabaja con Pablo la confianza, la actitud, el manejo de la presión y el disfrute del juego.

Pablo explicó que estas conversaciones le ayudaron enormemente a afrontar momentos difíciles, sobre todo cuando, durante los partidos acalorados, recibe insultos relacionados con su apellido.

Iñaki Urdangarin en uno de los partidos de su hijo Pablo con el Granollers

Iñaki Urdangarin en uno de los partidos de su hijo Pablo con el Granollers

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Su respuesta es sorprendentemente madura: asegura que lo ve como una señal de que está haciendo las cosas bien, porque sus rivales intentan desestabilizarlo. Esta fortaleza mental no es casualidad, es el resultado de años de trabajo emocional y de atravesar situaciones complejas desde pequeño.

Aunque juegan en la misma posición, Pablo y su padre son jugadores diferentes. El joven reconoce que Iñaki era más inteligente sobre el césped, con una inteligencia táctica superior, mientras que destacaba por su habilidad, explosividad y potencia física.

También es consciente de que le quedan años para acercarse al nivel de su padre, y no sabe si lo conseguirá. Pero lo importante es que encontró su propio camino.

Comienza tarde pero cuentan.

Lo más curioso en el caso de Pablo Urdangarin es que nunca ha formado parte de una selección inferior española. Las mudanzas, los años en Suiza y su estancia en Alemania Y Francia Fragmentaron su entrenamiento y lo mantuvieron fuera del radar de Federación durante años.

Por eso, cuando habla de su llamada, repite que llegó tarde. Pero también añade que, para él, es lo que cuenta, lo absoluto, y que tiene muchas ganas de demostrarlo.

Cuando Jordi Ribera Le llamó después del partido del Granollers contra el Barça, a Pablo le costó entender la conversación. El técnico le explicó cómo sería la semana de entrenamiento, pero él sólo podía pensar que iba a ser convocado para España.

Lo primero que hizo fue llamar a sus padres y hermanos. Entonces empieza a preparar un debut que, aunque tardío, culmina un sueño que persigue desde que decidió, con 17 años y lejos de casa, que el balonmano sería su vida.

Este jueves, Pablo Urdangarin apareció en el césped de Linköping vistiendo por primera vez la camiseta de España. Su madre, la infanta Cristina, y su novia, Johanna Zott, Probablemente estaban siguiendo el partido desde alguna parte. Su padre, que le felicitó en el campo, también habrá cumplido el ritual de la convocatoria anterior.

Y Pablo sintió la emoción que esperaba al pensar en el himno español sonando para él.

“Siento que me quitaron un peso de encima, pero lo aproveché al máximo”, afirmó en un comunicado facilitado por la Federación tras el partido.

Llegó tarde, sí, pero llegó. Y lo hizo de la manera más difícil: la de la mudanza, la de la soledad en Alemania a los 17 años, la de los insultos en las canchas y la de las conversaciones telefónicas con un padre que le enseñó que el balonmano es mucho más que marcar goles.

Es confianza, actitud y, sobre todo, diversión. Pablo Urdangarin ya es hispano. Y esta vez, para quedarse.



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