El futuro de Internet, desde Arpanet a la conectividad cuántica
Internet nació como un experimento para conectar equipos de investigadores y con el tiempo se ha convertido en una infraestructura a escala planetaria que ha transformado completamente el mundo. Pero, ¿Hacia dónde se ha dirige? ¿Cuál es el futuro? Vint Cerf, considerado uno de los «padres de Internet», y Mallik Tatipamula, actual CTO de Ericsson, han descrito en un interesante artículo lo que consideran las siete fases de Internet, algunas pasadas, otras en fase de despliegue y las últimas que todavía no han comenzado.
En cada fase, la conectividad ha sido el principio unificador, aunque con cada fase sucesiva han surgido nuevas formas de conexión. La historia comienza con paquetes de datos conectados a través de redes fijas de grandes máquinas. Luego viene la movilidad, junto con la conexión generalizada de todo tipo de máquinas, no solo dispositivos informáticos móviles y fijos. Tras haber superado ya las tres primeras fases de Internet (y ahora entrando en la cuarta), el mundo actual ha presenciado la constante expansión del potencial humano, al tiempo que ha abierto nuevas industrias y transformado la forma en que viven y trabajan todos los que están conectados a Internet.
Internet, primeros esbozos
Los primeros conceptos sobre “redes de comunicaciones” fueron publicados en 1959 por Paul Baran, que trabajaba en una red segura de comunicaciones con fines militares capaz de sobrevivir a un ataque con armas nucleares. J.C.R. Licklider fue el primero en promulgar en 1962 el concepto de “red galáctica”, una red capaz de comunicar usuarios en distintas computadoras. En la misma época, Leonard Kleinrock ya trabajaba en el concepto de almacenar y reenviar mensajes en su tesis doctoral en el MIT; Donal Davies fue el primero en usar el término “paquete” y Lawrence G. Roberts pretendía utilizar la técnica de multiplexación en el tiempo para unir máquinas directamente con cables telefónicos.
Sobre las ideas de estos científicos y promovida por la ARPA (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados), comenzó el diseño inicial de ARPANET (Advanced Research Projects Agency Network) una red de computadoras creada por encargo del Departamento de Defensa estadounidense para comunicar los diferentes organismos del país (y sobrevivir a ataques nucleares) y que se convirtió en el embrión de Internet, aunque hoy en día poco tiene que ver con la red original.
El primer hito destacable llegó el 29 de octubre de 1969 cuando se realizó la primera prueba de conexión de ARPANET entre los nodos de la Universidad de Los Ángeles (UCLA) y el Instituto de Investigación de Stanford (SRI), situados a 500 kilómetros. A partir de ahí, los avances se sucedieron a buen ritmo y en 1973 la DARPA inició un programa de investigación sobre técnicas para interconectar redes y desarrollar protocolos de comunicación. De la filosofía de este proyecto surgió el nombre de Internet que se aplicó al sistema de redes interconectadas mediante los protocolos TCP/IP creados en la década de los 70 por Vint Cerf.
Internet dio otro paso de gigante en 1977 gracias al desarrollo de lo que conocemos como módem de PC, aunque el gran cambio que dio paso a la Internet moderna sucedió el 1 de enero de 1983 cuando ARPANET completó la migración del original NCP al protocolo de red TCP/IP diseñado por Vinton Cerf y Bob Kahn y que actualmente usamos para transmitir datos entre computadoras, conectarnos a Internet y a los servidores web. Finalmente, en 1989 Tim Berners-Lee, considerado el ‘padre de la Web’, escribió la propuesta de un sistema de distribución de documentos de hipertexto o hipermedios interconectados y accesibles vía Internet bajo el proyecto de crear la “red informática de ámbito mundial”.
Fase 1: Internet
Como hemos repasado, Internet se concibió originalmente en la década de 1970 para interconectar redes informáticas. Su aspecto innovador residió no solo en su arquitectura, sino también en el principio de apertura. Al adoptar protocolos comunes , diversas redes podían conectarse independientemente de su ubicación. Con ello, Internet transformó sistemas aislados en una «red de redes», permitiendo una colaboración sin precedentes entre instituciones y fronteras. Aplicaciones tempranas como el correo electrónico y la transferencia de archivos demostraron que la conectividad podía democratizar el acceso a la información.
A principios de la década de 1990, la World Wide Web introdujo un marco unificador: las URL como direcciones, HTTP para la comunicación, HTML como lenguaje común y el navegador como interfaz universal. Entre 1991 y 1993, la Web transformó Internet de una red de investigación a una plataforma global para el intercambio de información, allanando el camino para una adopción más amplia.
Fase 2: Internet móvil
El siguiente gran salto fue la movilidad. A comienzos de siglo, con la expansión de los dispositivos móviles con internet y la maduración de los teléfonos inteligentes, la conectividad se volvió portátil. Internet ya no estaba limitado a los ordenadores; viajaba en bolsillos, bolsos y bandoleras. La recién descubierta portabilidad de Internet conectó a miles de millones de personas en todo el mundo por primera vez, transformando la comunicación, el comercio y el entretenimiento.
Las redes sociales florecieron, los pagos móviles llegaron a quienes no tenían acceso a la banca tradicional, y servicios como el transporte compartido y la entrega de comida a domicilio se convirtieron en comodidades cotidianas. La conectividad había pasado de estar limitada al escritorio y centrada en el ordenador a convertirse en una red de recursos digitales portátil y siempre activa, integrada en la vida cotidiana. Pronto llegó la economía de las aplicaciones, donde cualquier servicio o aplicación podía accederse al instante con la punta de los dedos.
Fase 3: Internet de las cosas ( IoT )
La conectividad se expandió más allá de las computadoras y los dispositivos móviles a todos los dispositivos digitales con capacidad de red, creando la Internet de las Cosas. Sensores, electrodomésticos y otros dispositivos en hogares, fábricas, automóviles y ciudades transmiten datos de telemetría las 24 horas, convirtiendo Internet en un sistema nervioso invisible que conecta el mundo físico con el digital.
El IoT ha abierto nuevas posibilidades en la atención médica, la manufactura, la logística y la agricultura, como tractores conectados y sensores de suelo que permiten la agricultura inteligente, aumentando la producción y conservando los recursos.
Fase 4: La Internet de los agentes de IA
El cambio más profundo en curso es el auge de los agentes de IA. A diferencia de los dispositivos del IoT , que simplemente transmiten datos, los agentes pueden percibir, razonar, actuar y colaborar. Ya no son terminales pasivos, sino actores independientes que configuran las economías digitales y físicas.
Dos dimensiones definen esta fase:
- Agentes de IA digital: Esta categoría incluye entidades basadas en software como copilotos de programación, asistentes digitales, orquestadores de flujos de trabajo y algoritmos de negociación. Viven en el mundo digital, pero configuran economías y servicios. Por ejemplo, un copiloto de programación que asiste a los desarrolladores y colabora con otros agentes para depurar, refactorizar y optimizar software en tiempo real.
- Agentes físicos de IA: Por el contrario, los agentes físicos de IA son sistemas que operan en entornos tanto digitales como físicos, como vehículos autónomos , drones, robots industriales y dispositivos médicos. Un coche autónomo que integra lidar, radar e ISAC ( Sensores y Comunicaciones Integradas) es un tipo de agente físico de IA cada vez más común. Este agente detecta su entorno, evita colisiones y se coordina con los vehículos y sistemas de tráfico cercanos. El ISAC funciona como parte del vehículo, proporcionando la información ambiental instantánea que permite al coche navegar sin control humano.
Fase 5: La Internet de los Sentidos
Si la Fase 4 trae inteligencia mediante agentes, el siguiente paso en la integración de Internet es la percepción. La Internet de los Sentidos extenderá la conectividad del intercambio de información al intercambio de experiencias.
Dos dimensiones definirán esta fase:
- La comunicación multisensorial amplíará las posibilidades de la red más allá del texto, el audio y el video. En la era del Internet de los Sentidos, las redes transportarán señales que transmiten las modalidades del tacto, el gusto y el olfato. Los avances en wearables hápticos, olfato digitale interfaces cerebro-computadora (BCI) permitirán al comprador «sentir» la textura de la ropa en línea u «oler» un perfume antes de comprar. En el ámbito sanitario, los médicos examinarán a los pacientes de forma remota utilizando guantes hápticos que transmiten la sensación de tacto. Mientras tanto, la educación se volverá más inmersiva, permitiendo a los estudiantes explorar la historia o la ciencia a través de experiencias táctiles y sensoriales.
- ISAC a nivel de red: A diferencia de la era de los agentes de IA, donde la inteligencia venía integrada con sus propios sistemas de detección y comunicación, aquí es la red la que realizará la percepción. Las superficies programables y los metamateriales modelarán las señales, lo que permitirá la detección de movimiento, la medición de distancias y la localización como parte de las comunicaciones del sistema. Las ciudades inteligentes, por ejemplo, detectarán el flujo de tráfico y el movimiento de multitudes en tiempo real, alimentando sus propios «sentidos» del entorno directamente a su red.
La Internet de los Sentidos hará que la conectividad sea inmersiva y consciente del contexto, enriqueciendo la forma en que los humanos y las máquinas interactúan y sentando las bases para la inteligencia encarnada en el mundo físico.
Fase 6: La Internet ubicua
A medida que miles de millones de dispositivos y agentes de IA se conecten, la importancia de una cobertura fluida cobrará mayor importancia. La Fase 6, la Internet Ubicua, aborda esta necesidad a nivel de red integrando infraestructuras terrestres y no terrestres, como redes celulares, Wi-Fi, Ethernet, redes de área local, fibra óptica, satélites y plataformas de gran altitud en una red global unificada.
En última instancia, una Internet ubicua garantizará la conectividad en todas partes, desde aldeas remotas hasta océanos abiertos, cielos, órbitas, espacio cislunar y más allá. Esta red a gran escala sustentará los próximos avances en autonomía, percepción e inteligencia, permitiendo que tanto los agentes de IA como los usuarios humanos operen sin fronteras.
Fase 7: La Internet cuántica
La última frontera en conectividad será la Internet Cuántica, donde convergen la comunicación, las redes, la detección y la computación cuántica. A diferencia de la Internet clásica, que transmite bits, la Internet Cuántica distribuirá qubits mediante entrelazamiento y teletransportación, lo que permitirá capacidades que van más allá de cualquier sistema convencional. Las primeras demostraciones ya muestran el potencial de la Internet Cuántica.
Los cúbits entrelazados transmitidos por fibra óptica y satélites crearán algún día canales de comunicación ultraseguros, resistentes a la interceptación, mientras que los sensores cuánticos alcanzarán una precisión sin precedentes en la medición del tiempo, el movimiento y el entorno. Estas innovaciones, en conjunto, abrirán posibilidades como la navegación sin GPS y la monitorización ambiental ultrasensible .
Aún mayor es la promesa de las redes cuánticas, que interconectarán procesadores cuánticos distribuidos en un sistema informático conectado a escala planetaria. Los sistemas de IA funcionarán simultáneamente en múltiples ordenadores cuánticos, trabajando juntos en los mismos conjuntos de problemas. Se espera que los sistemas de IA cuántica integrados, por ejemplo, aceleren la creación de nuevos medicamentos y optimicen las rutas de las complejas cadenas de suministro y entrega.
La Internet Cuántica no reemplazará a la Internet clásica, sino que la ampliará, superponiendo señales cuánticas con bits clásicos. Así como la Internet de los Agentes impulsará la inteligencia, la Internet Cuántica potenciará esa inteligencia integrándola con las leyes de la física a escalas mínimas: integrando la detección, la seguridad, la computación y la IA en un único sistema global de conectividad.
En conjunto, las siete fases de Internet descritas muestran cómo la conectividad se ha expandido desde las estaciones de trabajo y los mainframes hasta los dispositivos móviles, las personas y el mundo físico. Las lecciones extraídas de las tres primeras fases han permitido a los grandes ‘padres de Internet’ pronosticar nuevas y apasionantes fases futuras: la integración en red de agentes de IA, sentidos, todo lo relacionado con el mundo clásico y, finalmente, el ámbito cuántico.
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