Con noticias de Gurb o la falta de profesionalidad
Ya se han entregado los Premios Princesa de Asturias 2025. Actos, farturas, besamanos y estrechamanos transcurrieron de rechupete. Enhorabuena a los premiados y que todo sea para bien. Vale, pues. Sin embargo, me encocoró el fingimiento –una vez más, ay Señor– de quienes mienten y mienten y vuelven a mentir sobre lo mucho que les gusta Eduardo Mendoza, sin haber leído de él más allá de la solapa de un par de novelas. Un servidor lleva 50 años –cincuenta– leyendo, gozando, admirando y reseñando por escrito todo lo publicado –todo– por ese señor de Barcelona. Hasta me comí narraciones suyas flojitas –muy flojitas– siempre a la espera de toparme con la perla que acostumbra a regalarnos Mendoza, por pequeñuela que fuere, a la vuelta de una página. No es mérito mío tan extremada afición, solo faltaba. No presumo de ello, nadie me obligó: lo hice por meritito gusto. Es así y listo. Y en unas justas literarias, si tal hubiere, lo demostraría… siempre y cuando la bolsa contase y sonase como la de cualquiera de los premiados en el Teatro Campoamor.
[–>[–>[–>Viene todo esto a lo muy pródigos que esos días finales de octubre se mostraron mis atorrantes y habituales «gurbianos». Voy por el Muro de paseo: «Mírate, como Gurb por Barcelona», escucho antes de la amical palmada. Entro a tomar un té en un bar: «Cómo me reí con las andanzas de Gurb, ja, ja, ja. Qué tipo el Gurb, macho», me traslada un parroquiano. Antiguos alumnos y antiguas educandas me abordan en el Parque del Gas: «Qué buenas las aventuras de Gurb que nos mandabas leer, profe». Era poner un pie en la calle y lloverme noticias falsas de Gurb.
[–> [–>[–>Gurb no es el narrador ni el protagonista de «Sin noticias de Gurb», caramba, basta ya, por favor. Quien narra y protagoniza la tronchante novela es el jefe o superior jerárquico de Gurb. Gurb desaparece al comienzo de la novela y solo retorna el día 22 de la aventura, casi al final del libro. No entiendo cómo los muy osados que andan por ahí pavoneándose de su lectura no han reparado en la preposición «sin» del título. Leo y copio: A las 07.15, «Gurb abandona la nave». Seis minutos después, su mando nos cuenta que Gurb entabla contacto con «Lluc Puig i Roig», un profesor de la Autónoma de Bellaterra, quien le invita a subir al Ford Fiesta que conduce, no en vano Gurb ha tomado la apariencia sexy de la sexy Marta Sánchez, modelo sexy de los 90 del XX en aqueste nada sexy país. Pues bien: «07.23 Sin noticias de Gurb» y no he pasado de la página 2. De modo que déjenlo estar ya los pavorreales sedicentes y fingidos gurbianos. El festín de barrabasadas por Barcelona lo ofrece el superior de Gurb, no Gurb.
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¿Qué importancia tiene nimiedad semejante? Mucha para mí, pues venero la profesionalidad y aborrezco la chapuza. Quiero que el fontanero desatasque bien, que el pan sea pan, que mi cirujano atine, que la merluza no sea plástico ni la fabada un amasijo deforme, que el albañil ponga los ladrillos en su sitio y el escritor o locutor las palabras en el suyo… Esas pequeñas cosas (gracias, Serrat) de profesionales que deberían saber y, sin embargo, desdeñan los detalles. Seguíamos por una tele autonómica los momentos previos al Concierto de la víspera de los antedichos Premios. Conexión en directo. Una corresponsal informa de que se interpretarán obras de Brahms y Dvořák. Pero pronunció [de-bo-rák] dos veces. Malo. Dvořák se pronuncia originalmente [dvór-shak]. Entonces [brams] y [dvór-shak]. ¿Que en inglés se pronuncia asao, que en Pitjantjatjara no sé cómo y en Silbo Gomero se silba así? Bueno. Pero originalmente no soy Fronsiscó Gorsiá Porez. El buen profesional (pleonasmo) pregunta lo que no sabe. Para equivocarse basta con un solo servidor sin cobrar por ello.
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