Sergio Marqués: paisano y coyuntura
Acto primero. Lunes, 27 de octubre. Xesús Cañedo y yo nos dirigimos a Uviéu, para presentar en LA NUEVA ESPAÑA el último de mis libros, «El cuestu camín hacia la normalidá», centrado, fundamentalmente, en la azarosa negociación y aprobación de la Ley de Uso y Promoción del Bable/Asturiano. Al salir de Xixón, Xesús me señala una serie de viaductos en el enlace de El Llano y la propia autovía minera. «Mira –me dice–, ahí están nuestros presupuestos». Y, efectivamente, nuestros pactos con el Gobierno Marqués permitieron muchas obras por toda Asturies, obras que, años después, aún seguía inaugurando el señor Areces.
[–>[–>[–>En las elecciones de 1995 el PP consiguió 21 escaños, 17 el PSOE, 6 IU y 1 el PAS. IU, que había roto con el PSOE en toda España, no quiso apoyar al número uno del PSOE, Antonio Trevín Lombán. En consecuencia, Sergio Marqués devino en Presidente. Ahora bien, con 21 votos no se podía legislar ni aprobar Presupuestos. A IU y PSOE, que no hubiese Presupuestos durante cuatro años no les importaba nada, el objetivo era no dar aire a la derecha. Nosotros, desde el primer momento, nos manifestamos dispuestos a pactar: cuatro años sin Presupuestos son un desastre para muchas cosas, fundamentalmente para el empleo.
[–> [–>[–>De modo que ahí estábamos: 22 votos contra 23, que para eso sí había unión. Y, de pronto, se produce la sorpresa: el señor Saavedra abandona IU, pasa al Grupo Mixto y se proclama dispuesto a negociar los Presupuestos.
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Acto segundo. Durante tres años negociamos las cuentas asturianas. Nuestras propuestas fueron, fundamentalmente, de ámbito inversor, de ayuda a las empresas (la rebaja del IAE) y alguna ley, como la de pesca fluvial. Ahora bien, uno de nuestros requisitos fue la redacción de la Ley de Uso, ya que, al margen del artículo 4º del Estatuto, ningún instrumento de promoción y tutela de derechos de los hablantes/usuarios del asturiano existía. En el libro arriba citado cuento todos los avatares de la redacción y aprobación de la ley, que contó con la enemiga de PSOE e IU, la atronadora crítica de algunos próceres intelectuales y una sorda (y a veces sonora) oposición en las filas del PP.
[–>[–>[–>No hace falta explicar que fue la aprobación de esos Presupuestos lo que permitió al Gobierno Marqués desarrollar su programa, y al Presidente, sus capacidades políticas y de gestión.
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Entreacto y acto tercero. Periodistas de este diario han contado en privado un aspecto de una entrevista realizada en los locales del periódico en los primeros momentos del Gobierno de Sergio Marqués. Con él en la entrevista estaba el secretario general del PP, Francisco Álvarez-Cascos. Durante la reunión, Sergio Marqués mostró en varias ocasiones su desasosiego, pues el señor Cascos obraba y respondía como si fuese él el presidente de Asturies, y Marqués, una especie de delegado. Marqués no estaba dispuesto a actuar como un secundario. Él era el Presidente de Asturies y a fin de gobernar para los asturianos lo habían elegido los ciudadanos.
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[–>Con el tiempo esa rocea inicial se fue agrandando. Marqués tomó alguna decisión sin contar con su partido en Madrid, como la de decidir reformar el Estatuto. Y, seguramente, desatendió alguna llamada. Nos consta también que la propia Ley de Uso fue uno de los motivos («o pretexto, por lo menos», nos dijo uno de los ministros de Marqués) de la ruptura y la moción de censura planteada por su propio partido.
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La elaboración de esa Ley nos dio muchos quebraderos de cabeza a los del PAS: se demoraba el texto y lo que, al final, nos proporcionó la Consejería era un bodrio infumable. Hubimos de reunirnos con Marqués y con él redactamos la Ley. Pero lo importante de esta cuestión es que, si no es por él, para quien cumplir con los pactos era una cuestión de honor («yo me visto por los pies», solía decir, con una frase un poco demodé), no habría Ley, y que tuvo que imponerse a la sorda oposición de una gran parte de su partido para cumplir lo pactado.
[–>[–>[–>El mismo comportamiento –sentido del deber, cumplimiento de los pactos, conciencia de que él representaba los intereses de los asturianos por encima de los de su partido– llevó a la ruptura del PP, la moción de censura de este contra Marqués y los hechos y aventura posteriores.
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Acto cuarto. Martes 28 de octubre. Al día siguiente de la presentación en LA NUEVA ESPAÑA, se inauguraba en Xixón una calle dedicada al Presidente Sergio Marqués. Público variado (mas no tanto) y discursos de Carmen Moriyón y Adrián Barbón. ¿Y cuáles fueron los elementos centrales del elogio de don Sergio? Pues, al margen de otros de obligada mención, su independencia, su integridad, su poner los intereses de los asturianos por encima de los de partido. Y, por ello, se aseveró, su persona constituye el paradigma de lo que ha de ser un político.
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Ahora bien. Fijémonos en la ironía de las alabanzas, tan ciertas en su afirmación como falsas en su conclusión. Porque la «virtud» de actuar en contra del partido, y, especialmente, contra el poder central de ese partido, lleva inevitablemente a la ruptura y a la aventura posterior, siempre desastrada. Repasen ustedes un poco la historia y la memoria y lo comprobarán.
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Es más, los votantes que inicialmente aplauden y jalean no tardan en volver a lo consueto. Incluso, en las encuestas electorales, el número de los que recuerdan haber votado al «maldito» se reduce estrepitosamente frente al número de los que efectivamente lo votaron.
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Por cierto, creo necesario decir que guardo buena memoria de Sergio Marqués, tanto en su actitud como político como de su persona; tanto en el Parlamento, en las calles cuando buscamos en comandita los votos que no quiso darnos el ciudadano, como, después, en algunas tardes en que caleyábamos las calles de Xixón, en procuro de conversación y de «un vaso de bon vino».
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