El espíritu de Paco de Lucía ilumina el concierto de Al Di Meola
Decir Al Di Meola es invocar a una de las instituciones vivas de la guitarra moderna. Creador, innovador y virtuoso como pocos, el estadounidense ha compartido escenario con figuras legendarias como Chick Corea, Jean-Luc Ponty o Stanley Clarke, y su nombre permanece ligado al álbum de culto grabado junto a Paco de Lucía y John McLaughlin en 1996, una joya que atesoro para siempre.
[–>[–>[–>Con las entradas agotadas, comenzó con uno de sus pasados éxitos, «Infinity Desire», donde ya se hizo patente ese toque inconfundible y preciso que caracteriza a Di Meola, destacando más por lo visceral que por la técnica académica. «Vizzini», del mismo álbum, aportó una paleta sonora más amplia gracias a los matices sintetizados que colorean su guitarra. Aparentemente acústica, oculta una sofisticada pastilla MIDI que le permite transformar su sonido a voluntad, añadiendo capas tímbricas mediante pedales y efectos que enriquecen sus composiciones.
[–> [–>[–>A su lado, el guitarrista Peo Alfonsi demostró una compenetración perfecta con Di Meola, mientras que el percusionista Sergio Martínez desplegó un abanico de ritmos y texturas que elevaron la propuesta a un nivel de virtuosismo colectivo.
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Uno de los momentos más emotivos llegó con «Ava’s Dance in the Moonlight», acompañada por imágenes de su hija desde la infancia hasta su carrera como bailarina profesional. Preciosa composición extraída de su último álbum «Twentyfour». También destacó «Café 1930», con influencia de Astor Piazzolla y un final de intensidad creciente. Las complejas polirritmias de «Milonga Noctiva» (2018), mostraron el dominio técnico del trío, mientras que «Azzura», rescatada del disco junto a Paco de Lucía y McLaughlin, evocó la presencia del maestro andaluz.
[–>[–>[–>Tras un homenaje a los Beatles y el «Double Concerto», donde despuntó la percusión de Martínez, culminó en un clamoroso bis con «Mediterranean Sundance», tema emblemático que selló la velada entre ovaciones y nostalgia. El espíritu de Paco de Lucía pareció sobrevolar el escenario, cerrando una noche de intensidad, maestría y emoción pura.
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