Estamos perdiendo el juicio, oral
A los del Peugeot, el auto se les ha vuelto judicial. Como los entrenadores medrosos, el PSOE ha puesto el autobús a la puerta de los Juzgados para tapar el desfile de ex altos cargos. El partido del Gobierno circula sin frenos, por una carretera cuesta abajo, con la UCO pisándole los talones. Sin apoyos se mantiene en el poder, a sabiendas de que Feijóo tampoco los tiene. Mal de muchos, epidemia. Y a río revuelto, ganancia de Vox.
[–>[–>[–>Resulta paradójico poner a los jueces en la diana, acusándolos de hacer política partidista con toga, y tener al fiscal general del Estado chupando banquillo por plegarse a los intereses de quien le designó. La separación de poderes tiene ya trazas de divorcio. De ahí la ley Bolaños: injerencia consentida con sello del Boletín Oficial del Estado.
[–> [–>[–>Hasta en una república bananera García Ortiz habría dimitido. Pero en este país no dimite nadie, salvo Mazón y con retardo. Y no se fue por vergüenza sino, según esgrimió, por cansancio. Lógico: gobernar debe de ser agotador cuando no se hace.
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En Extremadura se adelantan las elecciones y los socialistas proponen como candidato a un procesado. Y mientras, Sánchez convierte su comparecencia en el Senado en un posgrado de cinismo, patrocinado por la cátedra de su mujer. Así está el país: una tragicomedia donde los culpables se indignan, los incompetentes dimiten por estrés y los ciudadanos, espectadores de piedra, se someten al algoritmo de la polarización, que ofrece dos tazas a quien gusta del chocolate del loro. ¿Estaremos perdiendo el juicio, oral? n
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