Tailandia suspende el armisticio con Camboya apadrinado por Trump
Ni era un acuerdo de paz ni resolvería las diferencias solidificadas durante décadas. Los expertos ya alertaron contra el exuberante triunfalismo de Donald Trump tras estampar la firma con la que presuntamente resolvía su séptima guerra. Dos semanas después de aquella foto en Kuala Lumpur, secundado por los líderes de Camboya y Tailandia, aquello que firmaron, fuera lo que fuera, ha quedado en nada. Bangkok ha suspendido sus efectos por la irrefrenable pulsión de los soldados camboyanos por sembrar la frontera de minas y de los suyos por pisarlas.
[–>[–>[–>El incidente ha sido descrito por el Ejército Real de Tailandia en las redes sociales. La soldadesca patrullaba a las 9.30 por la provincia de Sisaket cuando la explosión de una mina terrestre hirió a dos soldados. Uno tiene lesiones graves en una pierna y el otro ha recibido la metralla en el pecho. El primer ministro, Anutin Charnvirakul, aclaraba poco después que su país «aún lidiaba con un adversario». «Las hostilidades que creímos que se habían ido siguen aún ahí», sostenía, por lo que era necesario detener las negociaciones «hasta que se aclare la situación». El comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el general Ukris Boontanondha, añadía que «terminaba la implementación de todos los acuerdos hasta que cesen todas las acciones hostiles de Camboya».
[–> [–>[–>Phom Penh reveló su preocupación por las noticias del bando contrario y negó «de forma categórica» que las bombas fueran colocadas tras la conversaciones de paz. Sostiene que son el legado de tres décadas de guerras civiles propias y de choques con el vecino. La frontera, añade, no ha podido ser limpiada por la dificultad del terreno y porque muchas zonas son reclamadas por ambos gobiernos. El efecto inmediato es la suspensión de la hoja de ruta. Tailandia ha cancelado indefinidamente las negociaciones previstas este miércoles para la liberación de 18 prisioneros de guerra camboyanos.
[–>[–>[–>
Negociaciones comerciales
[–>[–>[–>
Los dos países recuperaron este verano sus enfrentamientos tras encadenar incidentes similares de soldados tailandeses desmembrados y la muerte de un camboyano en un tiroteo. Durante cinco días intercambiaron disparos y bombas, provocaron la muerte de una treintena de personas, casi todas civiles, y la evacuación de más de 200.000. El tercer día irrumpió Trump amenazando a ambos con detener las negociaciones comerciales, en las que buscaban una sustancial rebaja de los aranceles, si no callaban las armas. Fue suficiente para reivindicar el mérito del armisticio firmado tras el quinto día. Influyó más, probablemente, la intervención de la ASEAN, la organización de los países del sudeste asiático, en una excepción a su acreditada ineptitud para resolver los conflictos regionales.
[–>[–>[–>Bastó un suspiro para acreditar la fragilidad del pacto, la desconfianza sedimentada y las irrefrenables ganas de zurrarse. Entre la firma del armisticio y su entrada de vigor a medianoche intercambiaron artillería con saña y Bangkok alegó después que Phnom Penh, a diferencia de ella, no cesó los disparos con puntualidad británica. Pero más mal que bien siguieron adelante con lo pactado y semanas después, en la cumbre de Kuala Lumpur, a Trump le prepararon un documento pomposamente llamado «Acuerdo de Paz de Kuala Lumpur». Era apenas una reescritura de lo ya pactado para apuntalar su candidatura al Nobel de la Paz.
[–>[–>[–>
Las disputas territoriales nacen en la descolonización. Francia delimitó la frontera en 1907 entre Camboya, que entonces ocupaba, y el Reino de Siam, nombre de Tailandia hasta 1937, siguiendo el curso de una cuenca natural. Phnom Penh sigue aferrada a ese mapa mientras Bangkok estira su territorio con criterios topográficos más modernos. Los pleitos a lo largo de los 817 kilómetros de frontera han llegado hasta hoy por más que ambos países acordaran una junta mixta para solventarlos pacíficamente. Los mayores se concentran en los templos milenarios y ninguno es tan discutido como Preah Vihear (en jemer) o Khao Phra Viharn (en tailandés), levantado en el siglo XI para la diosa Shiva, y que ha cambiado de manos varias veces.
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí