Fue conocida como la “Dama de Hierro” de Japón y parece que está dispuesta a hacer honor a su nombre. Apenas tres semanas después de asumir el cargo, el Primer Ministro japonés Sanae Takaichi, ha lanzado oficialmente su primera crisis diplomática. La protagonista es, como no podía ser de otra manera, China. Y el motivo, como no podía ser de otra manera, fue Taiwán.

Durante la reciente cumbre Asia-Pacífico, los países participantes (incluido Japón) habían tenido mucho cuidado en hacer cualquier mención a la isla para no enfadar a China, que en los últimos meses ha aumentado la presión sobre el territorio hasta niveles abrumadores. En la práctica, esto significó que Taiwán fuera «invisible» en una cumbre en la que podría haber tenido un papel mucho mayor.

Pero la tregua estalló la semana pasada después de que Takaichi afirmara que un ataque chino a Taiwán podría desencadenar una respuesta militar de Tokio, declaraciones que recibieron una dura respuesta por parte del gobierno chino.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lin Jian, indicó durante una rueda de prensa que sus palabras suponen una «fuerte injerencia» en los asuntos internos del país y un «duro golpe a las relaciones bilaterales». «Si Japón se atreve a intervenir militarmente en la situación en torno a Taiwán, esto equivaldría a una agresión y China respondería de manera decisiva e inmediata», dijo Lin.

Ahora, Beijing ha demostrado que no está dispuesto a permitir que la crisis siga siendo un simple intercambio de golpes dialécticos. Las autoridades chinas han exigido este jueves a Sanae Takaichi retractarse de lo que considera palabras «escandalosas» arrojados por las autoridades japonesas a Taiwán. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino ha indicado en un comunicado que, si no los retira, Japón tendrá que «afrontar todas las consecuencias que sus comentarios puedan conllevar».

Las palabras de Takaichi, político ultraconservador que asumió el cargo en octubre, provocaron que incluso el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, publicara un mensaje que luego fue borrado y en el que apostaba por «degollar» al primer ministro, al que acusaba de «haber atacado» a las autoridades chinas «sin un solo momento de duda», informa Europa Press.

Los lazos entre China y Taiwán se rompieron en 1949, después de que las fuerzas del partido nacionalista Kuomintang sufrieran la derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista y se trasladaran al archipiélago. Las relaciones sólo se restablecieron a nivel empresarial e informal en los años 1980.