Siria, clave de bóveda de Oriente Medio
«No hay paz posible sin Siria, ni guerra duradera sin ella». Esta frase, atribuida al ex diplomático británico Patrick Seale, conserva, medio siglo después, una resonancia abrumadora. Desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024Oriente Medio ha entrado en una fase de recomposición en la que Damasco vuelve a ser uno de los epicentros de la estabilidad regional.
Siria ya no es una dictadura devastada y quemada por la guerra: una vez más se ha convertido en la piedra angular de la estabilidad levantina. En las cancillerías ya se murmura de forma inequívoca: cualquier nuevo orden en Oriente Medio tendrá que pasar, de una forma u otra, por Siria. Y la brillante rehabilitación de Ahmed al-Sharaa, símbolo de la paradoja de un terrorista convertido en estadista, no sin antes haber renunciado a su ideología y a la violencia que eran el centro de su estrategia. Esto ilustra perfectamente la lógica de la realpolitik más pura.
Cortar el cordón umbilical iraní
Durante dos décadas, Teherán ha hecho de Siria su profundidad estratégica hacia el Mediterráneo: enviar armas a Hezbolá y financiar a Hamáscorredores logísticos hacia la frontera israelí. Sin el régimen de Bashar Al-Assad, el «arco chiita» dominado por Irán ya no es viable.
Estabilizar Siria significa, por tanto, secar las arterias del poder iraní en Medio Oriente. Para Riad, como para Abu Dabi, el objetivo es claro: contener el expansionismo de los Pasdaran e impedir que el vacío sirio sirva de base avanzada para Irán contra Israel o Jordania. Es la primera clave para una arquitectura regional renovada y esencial para su estabilidad..
Siria: una encrucijada fronteriza explosiva
Siria limita con seis fronteras estratégicas: Irakfoco de milicias pro-Irán; Jordania, guardián del flanco sur; Israelcuya seguridad aérea depende de la estabilidad del Golán; Turquíamiembro de la OTAN; sin olvidar, por mar, Chipre y Greciaambos pilares de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica.
Damasco se encuentra, por tanto, en la intersección de los equilibrios que vinculan el mundo árabe con Europa. Una Siria pacificada, integrada en la lógica de la cooperación regional, se convertiría en un puente natural entre las costas del Mediterráneo; Una Siria abandonada a su suerte volvería a ser la fuente esencial de la inseguridad euromediterránea.
La matriz del terrorismo yihadista
El territorio sirio ha servido de matriz a todas las formas contemporáneas de yihadismo: Al-Qaeda a través del Frente al-Nusra (convertido en Hayat Tahrir al-Sham), Daesh y su efímero califato, pero también un embrionario Hezbolá sirio y las milicias chiítas de Irak que operan bajo mando iraní.
Erradicar esta constelación cambiante Requiere más que una guerra militar: Requiere normalización política. En los círculos de seguridad occidentales se reconoce ahora que «una Siria reintegrada al concierto de las naciones es preferible a un campo de ruinas explotado por todos los extremismos». Éste es el cálculo frío pero racional que subyace al reingreso de Damasco al concierto de las naciones.
Drogas y armas: el veneno es el combustible de la guerra
La guerra siria ha engendrado un monstruo económico: el comercio de Captagon, una anfetamina sintética que se ha convertido en el principal recurso de las organizaciones terroristas y del anterior régimen sirio en claramente un Estado fallido. Este tráfico, valorado en varios miles de millones de dólares, ha inundado los mercados del Golfo y Europa, financiación del terrorismo, milicias terroristas y sus redes.
Las operaciones conjuntas jordano-saudíes de 2024-2025 han permitido desmantelar varios convoyes aéreos y terrestres. En abril de 2023, el ministro del Interior saudita, Abdelaziz bin Saud bin Nayef, declaró: «No podemos tolerar que Siria siga siendo un narcoestado».
Rehabilitar un poder central, incluso si es imperfecto, significa, por tanto, restablecer un mínimo de orden económico y aduanero. Una Siria estabilizada debe convertirse en un baluarte contra el crimen transnacional.
Migraciones y trata de personas: la herida abierta del Mediterráneo
Siria sigue siendo la mayor reserva de refugiados del mundo árabe. Millones de sirios, desplazados por la guerra, siguen alimentando las rutas clandestinas hacia Türkiye, Grecia, Chipre o Italia. Europa, ya debilitada por sus crisis internas, no puede permitirse un nuevo éxodo de Oriente Medio.
La estabilización efectiva del país es la única manera de secar la fuente de migración. Como recordó un diplomático europeo: «Las fronteras exteriores de la Unión comienzan en Damasco, no en Atenas».
La larga sombra de Rusia
Rusia había hecho de Siria la joya de su proyección en el Mediterráneo: la base aérea de Khmeimim y el puerto de Tartus aseguraron a Moscú un acceso permanente a aguas cálidas relativamente libres de vigilancia, a diferencia de la salida de su flota del Mar Negro a través del estrecho del Bósforo y luego de los Dardanelos, ambos controlados por Turquía, miembro de la OTAN.
Esta erosión de la presencia rusa da a las potencias regionales (Türkiye, Israel, Estados árabes) margen de maniobra: Se traza un nuevo equilibrio en el que Siria podría volver a ser un actor regionalNo es un simple títere de Moscú ni un vasallo de Teherán.
La huella china, discreta pero tenaz
Beijing mueve sus peones con la paciencia de un jugador de Go. A través de las Nuevas Rutas de la Seda, China invierte en infraestructura portuaria, telecomunicaciones y reconstrucción de Siria.
La ciudad portuaria de Latakia podría convertirse, según fuentes diplomáticas, una terminal logística chino-mediterránea. Para Occidente, esto significa que una Siria estabilizada podría deslizarse hacia la esfera de influencia de China si no es reintegrada por sus vecinos árabes y europeos.
Es otra razón para no dejar Damasco abandonado a su suerte: la estabilidad siria es también una cuestión de geoeconomía global.
El arsenal sirio y el equilibrio militar
Los arsenales sirios están repletos de armas rusas: misiles tierra-aire S-300, S-400, drones tácticos, vehículos blindados y piezas de artillería pesada. Esta población colosal, ahora huérfana de un mando centralizado, representa un peligro potencial: podría alimentar mercados paralelos o caer en manos de facciones armadas o peor aún, en manos de grupos terroristas, Daesh, Al Qaeda o Hezbollah.
De ahí la urgencia, para las potencias árabes y occidentales, de organizar un desarme controlado. La neutralización progresiva de estos arsenales es una condición sine qua non para evitar la proliferación y asegurar la estabilidad en la región.
El Mediterráneo oriental, el nuevo teatro de toda codicia
Frente a las costas de Latakia se cruzan los intereses gasíferos de Israel, Egipto, Chipre y Grecia. El Mediterráneo oriental concentra hoy casi tantas tensiones energéticas como el Golfo Pérsico.
Siria, por su fachada marítima, se convierte en un actor ineludible: cada gasoducto, cada ruta comercial, cada dispositivo naval pasa cerca de su costa.
La rehabilitación de Ahmed al-Sharaa: el triunfo del pragmatismo
La caída de Assad dejó un vacío que ningún actor internacional estaba dispuesto a llenar. En medio del caos, un hombre ha logrado imponer una administración funcional: Ahmed al-Sharaa, más conocido por su nombre de guerra Abu Mohamed al-Yolani, jefe de Hayat Tahrir al-Shams (HTS), ha logrado reposicionarse como garante de un orden mínimo en el noroeste de Siria.
a) De caudillo a interlocutor político
Al-Sharaa ha emprendido una hábil mutación: siendo líder del HTS, ya era la punta de lanza en la lucha contra DAESH, hoy lo es mucho más. Al aspecto operativo antiterrorista se suma el cambio de un discurso más nacional que islamista. Las cancillerías han visto en él un interlocutor pragmático, capaz de imponer seguridad donde otros habían fracasado.
b) La mano tendida de Riad y Abu Dabi
El papel de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos ha sido decisivo. Desde 2023, Riad emprendió un lento proceso de normalización con Damasco, que culminó con la Cumbre de Jeddah en 2025, donde Siria fue readmitida en la Liga Árabe.
Pero esta reintegración no fue gratuita: estuvo condicionada a un compromiso claro de la nueva autoridad siria contra las milicias iraníes y el tráfico de drogas, armas y seres humanos.
Abu Dabi, por su parte, ha movilizado su diplomacia de influencia y sus fondos soberanos para abrir canales humanitarios y económicos hacia el norte de Siria, colocando a Ahmed al-Sharaa como garante local de la estabilidad.
Como confió un diplomático del Golfo: «El objetivo no es absolver el pasado, sino evitar que el futuro sea peor».
c) Siria reintegrada a la comunidad internacional
Gracias a esta mediación árabe, Damasco recupera progresivamente el lugar que le corresponde. Se reabren las misiones diplomáticas, los bancos del Golfo abren circuitos de financiación supervisados y las agencias humanitarias de la ONU regresan al país.
Los Emiratos y Arabia Saudita ven en esta rehabilitación una victoria del pragmatismo árabe sobre el sectarismo iraní y las medidas a medias occidentales. Para ellos, reintegrar a Siria significa reconquistar la centralidad del mundo árabe.
La apuesta por un nuevo orden
El regreso de Siria a la diplomacia regional y el ascenso de al-Sharaa no deben leerse como un respaldo moral, sino como una apuesta estratégica. Entre el caos y una relativa estabilidad, la comunidad internacional ha elegido la segunda opción.
Como escribió el gran intelectual y filósofo francés Raymond Aron: «En política internacional, la moralidad deja de ser una virtud cuando se convierte en una debilidad.»
Al devolverle a Damasco un papel estructurador –bajo vigilancia árabe, occidental y de la ONU– se fortalece el dique contra el terrorismo, el tráfico y el expansionismo iraní. Es un realismo asumido, quizá inquietante, pero necesario.
Conclusión: la clave para la paz y la estabilidad regionales
En el mapa de Oriente Medio, Siria ya no es una mancha oscura y siniestra.
Siria es hoy un muro de contención contra Irán, contra el caos, contra el tráfico ilícito. Pero también la clave para una paz duradera entre el Levante, el Golfo y el Mediterráneo.
Los diplomáticos saben que la historia nunca se repite; pero Siria, por su parte, recuerda que sin él no es posible el equilibrio en Oriente Medio. El país de las ruinas antiguas es una vez más la clave para un nuevo orden regional.
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