Cabalgando olas en las tres sedes españolas de la Red Mundial de Ciudades de Surf | Escapadas por España | El Viajero
La expansión del surf, en tanto que disciplina deportiva y motor económico y social, ha superado todas las expectativas. Atrás quedaron las campañas alentando este deporte indisolublemente unido a la adrenalina, el equilibrio (más o menos precario) o el contacto con la naturaleza, entre otras consecuencias hedónicas. Hoy se trata de gestionar, de poner puertas al mar, estableciendo límites entre riders por libre y escuelas; compatibilizar la diversión acuática entre surfistas y bañistas salvaguardando el desarrollo armónico y sostenible del territorio. Una cultura del oleaje que pide a gritos reorganizar la oferta poniendo coto a la masificación.
A fin de debatir y compartir buenas prácticas, la Red Mundial de Ciudades de Surf (The World Cities Network, WSCN) celebra a partir de mañana y hasta el 23 de noviembre su asamblea anual en Las Palmas de Gran Canaria. La red integra 18 urbes distribuidas en ocho países de Europa y América, de manera que se ven representadas las formaciones montañosas de Nazaré (Portugal), la olas históricas de Miraflores (Perú), cuya tradición basada en artefactos de totora precede al acerbo hawaiano, lo mismo que el oleaje desatado en la comuna de Lacanau (Gironda), cuna y meca del deporte de la tabla en Francia.
Jokin Arroyo, consultor de surf y primer embajador de esta alianza, pone el acento en el aspecto inclusivo para personas ciegas o con discapacidad y mayores que desarrolla la Escola Radical de Surfe Adaptado, en Santos (Brasil), cuyo factótum es el surfista brasileño Francisco Cisco Araña.
Otras cuestiones candentes de esta red son la preservación de las olas de construcciones y actividades que puedan alterarlas ―aquí cabría citar la ley peruana de protección de rompientes― y la creciente oferta de parques de olas artificiales generadas por empresas como la donostiarra Wavegarden, responsable de 12 surfparks, desde el Alaïa Bay situado en plenos Alpes suizos ―primero se esquía y luego se surfea―, hasta el parque de olas y playa que está construyendo en la Ciudad del Deporte del Club Atlético de Madrid, cuya inauguración está prevista para 2027.
El trío de incorporaciones españolas a la red, Donostia-San Sebastián, Las Palmas de Gran Canaria y Ribamontán al Mar (Cantabria), invitan a navegar cuando más agitados están los océanos: a partir de ahora y hasta el mes de marzo.
Cita en el muro de Sagüés en La Zurriola
Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa), líder en el desarrollo del surf en España, ya contaba en los años sesenta con una comunidad surfera en La Zurriola, la única playa de San Sebastián orientada a mar abierto. Y es que esta es una de las escasas ciudades de la Unión Europea donde poder practicar en pleno centro el deporte de la tabla. Este arenal ocupa un estratégico lugar a medio camino entre Mundaka (Bizkaia) y el País Vasco francés (con el spot de Parlementia en Guéthary como fetiche), sin contar su vecino del norte, el departamento francés de Las Landas.

Con un frente marítimo de 800 metros correspondiente al barrio de Gros, La Zurriola es como un ecosistema: en los alrededores de este arenal joven y en el que los bañistas deben obedecer a rajatabla las banderas de aviso conviven cerca de 70 empresas alrededor de la cadena de valor que genera el surf. Tres zonas bien diferenciadas le otorgan personalidad. La del espigón tendido en 1995, próximo al Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, es la de menor oleaje y, de resultas de ello, la indicada para que los principiantes hagan sus pinitos. Cuenta con un más que sorprendente sector nudista junto al río Urumea.
El Bidassoa Taproom está especializado en cervezas artesanas, empezando por la de la casa. Para pintxos, un clásico, la Bodega Donostiarra Gros, no lejos del pub Teorema, con buena música y 1.800 marcas de ginebra. El restaurante Zmare ayuda a identificar la zona central de La Zurriola, con varios picos de izquierdas y derechas según la dirección de las corrientes y la presencia o no de bancos de arena.
La marca de tablas de alto rendimiento más importante de Europa, Pukas Surf, abrió su primera tienda en San Sebastián en 1979 y solo en el barrio del Gros, el colindante con La Zurriola, dispone de dos sedes: la tienda de material duro ―tablas y accesorios― en el número 24 de la calle Zurriola, sede asimismo de la escuela de surf; y el local en el número 1 de Ramón y Cajal, donde venden tanto trajes de neopreno y prendas de moda como su línea propia de biquinis. Otra firma de prestigio es Hawaii Donostia. Free Surf Eskola lleva desde 1995 transmitiendo la magia de este deporte, lo que garantiza docencia acreditada. Para elevar el nivel surfero, Zurriola Surf Eskola imparte cursos de especialización.
En el extremo oriental de La Zurriola, lo que es decir de la costa donostiarra, justo en la base del monte Ulía, se erigió el muro de Sagüés para contener el oleaje y, de paso, servir de privilegiado mirador sobre olas poderosas que exigen del surfista niveles avanzados. En Sagüés, el bullicio es constante, por lo que no faltan bares y terrazas junto a la Paloma de la Paz del escultor Néstor Basterretxea. Dispone de parking de pago (OTA), un pequeño skatepark y The Simpson’s Cafeteria, punto de encuentro de navegantes al amor del café con dulces. Su índole surfera se refleja en numerosas fotos de los últimos años realizadas por fotógrafos locales. Casi al lado se guisan las sabrosas tortillas de patata del bar Adamo Beach. A los pintxos del bar Monpas les hace la competencia la Bocatería Campero. Sentados en el restaurante Zelai Txiki escalamos claramente el nivel culinario.
Si el muro de Sagüés ofrece algo espectacular son sus puestas de sol, unos sentados en el muro y otros en la terraza del club Groseko Indarra Surf. Desde hace un par de semanas, el paisaje salpicado de jinetes acuáticos sirve de inspiración a los científicos gastrónomos del GOe (Gastronomy Open Ecosystem), segunda sede del Basque Culinary Center y muy comprometido con la alimentación del futuro. Bjarke Ingels es el arquitecto danés responsable de esta espectacular construcción.
La esencia del surf canario
Bien mirada, la playa urbana de La Cícer, en Las Palmas de Gran Canaria, no debería adscribirse al arenal de Las Canteras (a la que, sin duda, pertenece), puesto que la generosa barra de arrecife que convierte Las Canteras en una bañera desaparece a la altura del centro deportivo GoFit, donde se ubicaba la central de la Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos (CICER), que dio nombre al sector surfista. Al otro extremo de la bahía ocurre similar circunstancia geográfica: desaparece la barrera y rompen las olas en El Confital, con la lógica presencia de tablas de surf.
Por los 800 metros de La Cícer pasan unos 20.000 surfistas al año dispuestos a domar 12 tipos de olas. El arenal cobra solemnidad en el Auditorio-Palacio de Congresos Alfredo Kraus, diseñado por el arquitecto Óscar Tusquets, toda una fortaleza playera equipada con faro-lucernario a cuyo costado, en El Rincón, se halla el spot de Lloret, con olas de izquierda y de derecha.

Fueron los nómadas digitales, quienes acuden en gran número a invernar en Las Palmas de Gran Canaria, los que pusieron Las Canteras en el mapa mundial del teletrabajo, tras un artículo publicado en enero de 2015 en The New York Times. A nómadas digitales, blogueros e instagramers se les ve desayunar en la terraza de Mar Gastrotasca, acudir a locales de coworking y degustar después cocina fusión en la estupenda tasca La Bikina. Una cuarta parte de los trabajadores remotos prefieren celebrar las Navidades aquí antes que retornar a sus lugares de origen. La escritora Agatha Christie fue una de las primeras surfistas en sacar partido de este oleaje.
Siete escuelas de surf y media docena de surfcamp concurren en esta cantera de riders. Dos de las escuelas, Ocean Side y Mojosurf, al mérito de alquilar buen material unen desenvolverse como agencias de viaje, gestionando paquetes turísticos que engloban toda Gran Canaria, e incluso mandan a surfistas a destinos tan exóticos como las islas Maldivas. Sergio Álvarez, copropietario de la primera de ellas, apunta el hecho de que cada vez viajan más personas solas buscando compartir experiencias con jóvenes de medio mundo. De Mojosurf saldrán entre el 15 y el 25 de diciembre, dependiendo de las condiciones marinas, un grupo de Papá Noel dispuestos a surfear y, a la vez, felicitar las Navidades para alegría de fotógrafos. El 15 de diciembre esta previsto que se inaugure en La Cícer un mercadillo navideño. Dos pequeñas tiendas de material son Rock Islands Surf Shop, veterana en La Cícer, y Pita Surf Shop.

En el clásico Ñoño El Chico (928 98 50 30) sirven bocadillos de calamares, pulpo con mojo, papas arrugadas y tapeo al por mayor acompañado de cerveza Tropical. Y para degustar pescados, qué mejor que El Dorado Las Canteras. Por su elegante propuesta con casetas de obra y material reciclado, destaca al atardecer la terraza The Block Café, cerca de la cual acaba de abrir la terraza BocaChancla Beach.
Como punto de encuentro, nada mejor, en particular los miércoles por la noche, que el bar musical y centro de coworking Talleres Palermo, “donde las cosas chulas pasan”, según presumen. O el icónico Café Central, espacio expositivo y refugio de surfers al olor de los burritos y las ensaladas de pollo.
Somo, la Tarifa del Norte
Los oleajes más potentes del Cantábrico, procedentes de Galicia, cuando irrumpen en la costa cántabra no pueden alterar la bahía de Santander (se lo impide el cabo Mayor), por lo que embisten ese arco de seis kilómetros arenosos que le valieron a Ribamontán al Mar ser declarada por la organización Surf & Nature Alliance la primera reserva de surf en España. A esta ribera la ameritan olas de todas direcciones y presentes casi todo el año; de amplio recorrido, sin inclinaciones peligrosas, adecuadas para niveles bajo o intermedio, todo lo cual avala esta historia de éxito cántabra.
Tres playas la significan: El Puntal, donde se surfea solo con fuerte marejada, Somo y Loredo, pueblo donde se surfea, entre otras olas, la ciclópea big wave, larga y tubera, de Santa Marina. El de Ribamontán al Mar es un destino que ha sabido encontrar un maridaje ejemplar entre vacas y tablas. Antes de lanzarse al mar conviene hacer un alto frente al cartel donde se explica el código de comportamiento dentro del agua.
Muchos desconocen que, de no ser porque se implantaron numerus clausus, los 19 centros autorizados tendrían que compartir la arena con muchos más. La legendaria Escuela Cántabra de Surf imparte cursos en Somo desde 1991 bajo la dirección de los hermanos David y Nacho García, historia viva de este deporte en España. También abre todo el año la escuela Awa, situada a pie de playa junto al skatepark, donde también Awa organiza cursillos. Buen material, instructores competentes y cursos Baby Surf para niños hasta ocho años, que en verano se combinan con actividades de golf y skate.
La Curva es el sector litoral que delimita las localidades de Somo y Loredo y donde se forman las olas más largas. La Escuela de Surf La Curva, dotada con surfhouse, está especializada en público infantil, muchos de cuyos alumnos disputarán más tarde competiciones oficiales.

También veterana es la tienda Xpeedin’ Surf Shop & School, que tuvo como primera propietaria a Laura Revuelta, “la primera surfista de España y pionera del surf en Cantabria”, según reza en su baldosa de mármol plantada en el Paseo de las Estrellas del Surf, frente al Surf Café Somo. En el Centro de Surf de Somo no hay que dejar de ver una insólita exposición histórica sobre el surf en Cantabria. En Happybay Somo elaboran tablas de longboard y en Kun_tiqi, tablas artesanales en madera de balsa.
A la hora de comer, Las Quebrantas sigue siendo restaurante top en Somo, sin olvidar el gastrobar y restaurante La Venta de Somo, con interesante selección de vinos. Si se quiere una hamburguesa para llevar, las que prepara el joven equipo de The Surfer’s Burger, desde la trufada a la vegana. Y la hostelería también está bien representada en Ribamontán al Mar. Un mix de deportistas venidos de todo el mundo se aloja en los cuatro establecimientos del Latas Surf, resort que añade a la cultura surfera gimnasio, domo de yoga, miniramp para skaters y pista de vóley playa. Para parejas que buscan tranquilidad están el Arena Surf Hotel, cerca de la Latas Surf House, y el Latas Surf Lodge, más íntimo y equipado con restaurante balinés.
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