Asturias y su colesterol digital: la «ciberINseguridad»
Vivimos rodeados de titulares sobre inteligencia artificial. La irrupción de la IA generativa ha transformado en apenas tres años una tecnología reservada a grupos muy especializados en un fenómeno social capaz de influir en la conversación pública, en la política y en las decisiones cotidianas de millones de personas.
[–>[–>[–>En toda esta vorágine, hay un riesgo que está pasando sorprendentemente desapercibido»: la «ciberINseguridad». Un auténtico «colesterol digital» de nuestra economía. Se acumula sin síntomas aparentes, actúa en silencio y solo muestra su gravedad cuando es demasiado tarde.
[–> [–>[–>La ciberINseguridad no hace ruido, no interrumpe procesos ni exige atención diaria, pero se acumula en forma de malas prácticas, configuraciones débiles, falta de cultura digital, ausencia de procedimientos, sistemas no actualizados, identidades mal gestionadas o decisiones que priorizan lo urgente sobre lo importante. Hasta que un día aparece el infarto digital: un ataque que detiene un servicio esencial, expone datos sensibles o paraliza una organización.
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Los datos más recientes del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), correspondientes a 2024, muestran con claridad el alcance del problema: más de 97.000 incidentes gestionados en España, con un crecimiento significativo en ataques dirigidos a empresas, que ya representan aproximadamente una tercera parte del total. En Asturias, el incremento de ciberdelitos aumenta año tras año, representando ya uno de cada cuatro delitos cometidos en la región. Y cualquiera que hable con las empresas, llega fácilmente a la conclusión de que la cifra real puede ser mayor, porque muchos incidentes no se denuncian ni trascienden.
[–>[–>[–>Las noticias sobre casos de ciberINseguridad son cada vez más llamativas: ataques de ransomware que paralizan aerolíneas, hospitales obligados a suspender cirugías, cadenas logísticas enteras detenidas por el cifrado malicioso de sus sistemas, gobiernos regionales y locales que se quedan sin servicios durante días. Estos episodios nos recuerdan que no es un asunto exclusivamente técnico, sino también económico, social y estratégico. La continuidad de negocio, la reputación y la competitividad dependen hoy de la capacidad de resistir ataques digitales, igual que la salud depende de la capacidad de evitar un problema cardiovascular.
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La buena noticia es que Asturias no parte de cero. Al contrario, contamos con activos que muchas regiones envidiarían. En primer lugar, un tejido tecnológico sólido y competitivo a nivel nacional, formado tanto por empresas TIC consolidadas como por startups que comercializan soluciones de ciberseguridad y son reconocidas a nivel nacional e internacional.
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[–>A este tejido empresarial se suma otro activo estratégico: un centro tecnológico de referencia nacional e internacional asentado en Asturias, CTIC, con trabajos realizados para organismos de prestigio como la Agencia de Ciberseguridad de la Unión Europea (ENISA). Este centro también desarrolla proyectos en los que investiga sobre tecnologías críticas para el futuro de la ciberseguridad, como son la identidad digital autosoberana, las plataformas seguras de intercambio de datos, la aplicación de inteligencia artificial y de computación cuántica para detección de ciberataques, la criptografía postcuántica o las técnicas de criptografía programable que permiten procesar datos cifrados sin comprometer la privacidad. Estas tecnologías ya se están integrando en demostradores en los sectores de la industria y la energía.
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Todo este tejido tecnológico se articula mayoritariamente en torno al Cluster TIC de Asturias, cuyo Nodo de Seguridad de la Información reúne a 29 empresas y a CTIC Centro Tecnológico. Además, es especialmente relevante la estrecha colaboración del Cluster con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).
[–>[–>[–>Por otro lado, tanto la Formación Profesional asturiana como la Universidad de Oviedo, a través de sus cátedras especializadas, Máster y las microcredenciales desarrolladas recientemente en colaboración con el Clúster TIC, capacitan a los futuros profesionales necesarios para atender las necesidades de empresas, administración y sociedad regionales.
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Pero hay un paso definitivo que todavía queda por dar: democratizar la ciberseguridad. Al igual que ocurrió con la inteligencia artificial, que durante años fue dominio de especialistas hasta que la irrupción de la IA generativa la convirtió en tema cotidiano, necesitamos que la ciberINseguridad también entre en la conversación en hogares, colegios, empresas e instituciones de cualquier tamaño.
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Observamos indicios positivos en esta dirección, como el hecho de que la semana pasada, por ejemplo, hayan coincidido en Avilés dos eventos relevantes: por un lado, la presentación el 14 de noviembre por parte del Club de Calidad de una guía orientada a ayudar a las pymes a medir su madurez en ciberseguridad; por otro lado, ese mismo día y el siguiente, la ciudad acogió el congreso ASTURCON-TECH 2025, que reunió a 400 asistentes de toda España para debatir sobre ciberseguridad. Son muestras de que el tema empieza a entrar en la agenda económica y social, pero deben multiplicarse los esfuerzos.
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Solo cuando hablemos de ciberINseguridad en las empresas, en los medios, en la educación, en las familias y en los órganos de decisión podremos construir barreras sólidas. Solo cuando asumamos que cada persona, cada organización y cada institución es parte del sistema, podremos reducir este «colesterol digita» que amenaza silenciosamente nuestra salud económica.
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En Asturias tenemos los mimbres: empresas competitivas, entidades con capacidad de coordinación de esfuerzos, instituciones implicadas y a CTIC, un centro tecnológico de referencia con dilatada experiencia en proyectos en los que la ciberseguridad se asume «por diseño». Lo que necesitamos ahora es tejer más fuerte: conectar a todos esos actores, crear conciencia compartida y situar la ciberINseguridad en el centro del debate público y empresarial.
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Porque, en realidad, no podemos permitirnos caer en el error de «poner el carro antes de los bueyes». Estamos impulsando digitalización, automatización, inteligencia artificial, espacios de datos y nuevos servicios digitales, pero si construimos todo esto sin reforzar antes la seguridad, estaremos construyendo la casa por el tejado… y en el mundo digital, los tejados en el aire también caen rápido.
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Como ocurre en salud, la prevención siempre es más eficaz y barata que la intervención de urgencia. Pero más allá de prevenir, quien mejor gestione la amenaza de la «ciberinseguridad» será también más competitivo, lo que hace que valga la pena concentrar nuestros esfuerzos en esta línea. Así podremos no solo reducir riesgos, sino también fortalecer la resiliencia y la competitividad de nuestras empresas, asegurando un futuro económico más seguro y sólido para la región.
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Asturias está a tiempo de actuar. Y tenemos con qué hacerlo.
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