El mundial de fútbol sala femenino, el escaparate que necesitan para sumarse al impulso que ya tuvo el fútbol 11
Él fútbol sala femenino cara a cara Filipinas una oportunidad histórica. Del 21 de noviembre al 7 de diciembre el país asiático acoge el primer Mundial organizado por la fifa.
La competición llega más de dos décadas después de la consolidación de las estructuras masculinas a nivel internacional y representa una oportunidad de visibilidad para las mujeres que practican este deporte.
España, tres veces campeona de Europa, se presenta como uno de los grandes candidatos al título en un momento clave: mientras fútbol 11 femenino El fútbol sala, que vive el mayor crecimiento de su historia, espera que esta exposición mundial suponga un punto de inflexión como nunca antes lo había conocido.
años de espera
La celebración de la primera copa mundial de futbol femenino La sala no es un simple hito deportivo. Representa la reducción simbólica de una brecha que ha condicionado su desarrollo durante décadas.
Mientras la UEFA organizaba la primera Copa de Europa Si el fútbol sala masculino comenzó en 1996, el equivalente femenino no vio la luz hasta 2019. 23 años de diferencia que reflejan una repetida desigualdad estructural en las competiciones, los recursos y la atención mediática.
El fútbol sala femenino se ha desarrollado desde la periferia. Los torneos internacionales eran informales, las ligas nacionales funcionaban sin apoyo financiero y los jugadores vivían con contratos precarios o inexistentes.
La profesionalización fue tardía y fragmentada, apoyada por clubes que mantuvieron el deporte más por convicción que por inversión.
España vence a Ucrania en la final de la Eurocopa 2023
A pesar de esta falta de apoyo, España ha logrado posicionarse como un referente mundial. La liga nacional fundada en 1994 ha sido el gran motor de crecimiento.
Proyectos como Burela, Futsi Navalcarnero cualquiera Móstoles Profesionalizan estructuras, crean academias y ayudan a generar referentes en un contexto donde la visibilidad es mínima.
Este trabajo se ha traducido en un campo indiscutible. La selección liderada por Claudia Pons ganó los tres Copas de Europa cuestionado: Gondomar 2019, Portugal 2022 Y Hungría 2023.
Lo hizo con autoridad, acumulando goles, estableciendo un estilo reconocible y exportando su talento. La presencia de personalidades como Silvia Aguete cualquiera Pequeño Esto consolidó la identidad del equipo y reforzó el mensaje de que el fútbol sala femenino español tiene el nivel necesario para competir por cualquier título.
El Mundial reúne a dieciséis equipos divididos en cuatro grupos. España comparte su Tailandia, Colombia Y Canadá. BrasilDominador de torneos no oficiales entre 2010 y 2015, parece ser el gran rival por la corona mundial.
Pero más allá del cartel deportivo, el valor del torneo radica en el reconocimiento institucional que aporta. El fútbol sala femenino ya no depende únicamente del dinamismo interno de jugadoras y clubes.
EL La FIFA lo integra por primera vez en su calendario internacional y abre la puerta a patrocinios, audiencias globales y nuevas fuentes de financiación. Este es un escenario que el deporte nunca antes había experimentado.
El espejo del fútbol 11
Este Mundial llega en un momento en el que el fútbol femenino de 11 está experimentando un crecimiento sin precedentes.
Los datos sobre licencias federales son el reflejo más claro de este crecimiento: en En la temporada 2014/15 había 29.904 jugadores federados y, una década después, 2023/24 la cifra es 101.729según los archivos de la Real Federación Española de Fútbol.
Este aumento de más de 70.000 tokens en diez años -y más de 40.000 sólo desde 2021- responde a un proceso sostenido en varias dimensiones.
La profesionalización, la visibilidad mediática, la creación de la Liga F, el dinamismo económico y sobre todo los éxitos deportivos del equipo, que culminaron con el título mundial de 2023.
El crecimiento no ha sido lineal: en categorías como Infantil, Alevín o Cadete, los incrementos han sido espectaculares.
Por ejemplo, solo en la temporada 2023/24, las fichas infantiles alcanzaron las 21.962, frente a las 6.916 de la 2018/19. Lo mismo ocurrió entre los juveniles (12.405 contra 8.950 en 2021/22) o entre los cadetes (15.877 contra 9.398 en 2021/22).
La realidad del fútbol sala
El progreso de fútbol 11 femenino contrasta con una realidad muy diferente en el fútbol sala. La evolución de las licencias durante la última década refleja un crecimiento mucho más lento e irregular condicionado por la falta de recursos.
Aunque el número total de tokens ha aumentado en los últimos años – 9.343 en la temporada 2011/12 a 20.114 en la 2023/24– La dinámica no ha sido comparable a la del fútbol 11, que ha multiplicado su base de jugadores gracias a las inversiones institucionales, la exposición mediática y el impacto de los éxitos internacionales.
La progresión de El fútbol sala femenino ha tomado un camino más frágil. Entre 2017/18 y 2021/22, por ejemplo, el número total de licencias permaneció prácticamente estancado: de 15.829 a 15.562.
Sólo a partir de 2022/23 se observa un claro repunte, con aumentos consecutivos que sitúan la cifra actual en 20.114, un aumento de más de 4.500 licencias en sólo dos temporadas. Pese a ello, el ritmo no se acerca al del fútbol 11, que, en el mismo período, aumentó de 79.718 a 101.729 fichas.
El comportamiento por categorías confirma esta tendencia. En los grupos con mayor presencia histórica –Aficionado, Juvenil o Infantil– el crecimiento es moderado.
Las licencias de aficionados aumentaron de 4.930 en 2020/21 a 6.355 en 2023/24, mientras que las licencias juveniles apenas aumentaron de 1.539 a 1.803 en ese mismo intervalo.
En la categoría infantil, el aumento es más significativo: de 1.037 tokens en 2020/21 a 3.157 en 2023/24, impulsado por un retorno gradual tras la pandemia.
Las mayores oscilaciones se observan en la base. Los tokens Benjamin han caído drásticamente desde su pico prepandémico: de 2.509 en 2019/20 a 1.289 en 2021/22, una pérdida de más de la mitad.
Aunque se ha observado una recuperación sostenida en las dos últimas temporadas hasta llegar a 2.129 en 2023/24, el nivel aún está lejos de este máximo.
Las jugadoras de la selección española femenina de fútbol sala celebran un gol en el Mundial
RFEF
Lo mismo ocurre con los alevines: de 2.681 en 2017/18 a solo 853 en 2020/21, antes de aumentar a 3.554 en la temporada actual. Se trata de saltos bruscos que muestran una base vulnerable y muy expuesta a los vaivenes estructurales del deporte.
El panorama general muestra un deporte en crecimiento, pero sin la estabilidad y el ritmo del fútbol femenino de 11. El aumento de las licencias en los últimos dos años muestra que hay interés y capacidad de expansión, pero el contraste con el crecimiento continuo del fútbol 11 -particularmente en las categorías inferiores- confirma la necesidad de un impulso estructural.
El Mundial de Filipinas llega en el momento adecuado: el fútbol sala femenino necesita visibilidad, recursos y un mensaje claro para que estas cifras no vuelvan a estancarse.
una oportunidad
Por tanto, el Mundial parece ser un posible punto de quiebre. Si el fútbol 11 explotó después de un ciclo de éxito internacional y un claro compromiso económico, el fútbol sala podría iniciar un camino similar si se beneficia de la visibilidad del escenario mundial.
Un torneo seguido por millones de espectadores, con presencia mediática internacional y con España como candidato real, puede activar la atracción de patrocinadores y generar nuevos programas de desarrollo popular.
Además, la Copa del Mundo puede promover una distribución más equitativa de los recursos públicos.
La Ley de Deportes hace hincapié en la igualdad de oportunidades en el deporte femenino, pero en la práctica la diferencia entre las dos disciplinas es pronunciada.
Irene Samper celebra un gol contra Colombia en el Mundial de fútbol sala femenino
RFEF
La formalización del evento obliga a los establecimientos a revisar sus criterios de apoyo.
Para la selección española el objetivo es doble. Deportivamente aspira a ganar el único título importante que le falta.
Pero la responsabilidad va más allá del marcador: su presencia en la escena internacional es también un altavoz para exigir inversiones, mejoras en el trabajo y un compromiso real con el equipo juvenil.
Si España gana el trofeo en Manila, no será sólo una victoria deportiva. Este será un mensaje al ecosistema deportivo: el fútbol sala femenino tiene bases sólidas, un nivel competitivo de élite y una historia que merece el mismo reconocimiento que otros deportes.
El Mundial de Filipinas no es el final de un camino, sino el comienzo de un nuevo escenario. El fútbol sala femenino ha demostrado que puede ganar títulos sin recursos, pero ahora necesita algo más: estabilidad, atención y apoyo estructural.
El espejo del fútbol 11 muestra que el crecimiento se produce cuando se combinan exposición, inversión y referencias. La próxima gran oportunidad de España comienza en Filipinas, y esta vez el mundo entero estará observando.
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