10.000 violaciones del alto el fuego en un año de tregua entre Israel y el Líbano
Hay un rumor que corre por todo el Líbano. Es un runrún que atraviesa barreras sectarias y de clase. Un murmullo que crece hasta convertirse en certeza. Las declaraciones que vienen desde el otro lado de la frontera, desde el Israel que lanza bombas a diario sobre la tierra libanesa, no hacen más que avivar esta creencia. El país de los cedros se prepara para recibir la visita del papa León XIV este domingo, pero su pueblo sabe que, pasados los tres días de viaje pontifical, otro destino menos luminoso les acecha. «Si tiene que haber guerra, que la haya ya», exige Fatnat Ali Hashem, una anciana beirutí. «¿O acaso no es ya una guerra ser objetivo de sus agresiones cada día y no atacar de vuelta?», pregunta a este diario. Pero Fatnat es consciente de que puede haber algo peor a eso, porque lo vivieron hace justo un año.
[–>[–>[–>El 27 de noviembre de 2024, Israel y Hizbulá pusieron fin a dos meses de brutal ofensiva militar israelí sobre el Líbano, y a un largo año de desgastantes enfrentamientos transfronterizos. Al otro lado de la polémica divisoria entre los dos países, decenas de miles de israelíes ya han vuelto a sus hogares, y han empezado las labores de reconstrucción. Sin embargo, hay más de 64.000 libaneses, principalmente en el sur del país, que no han podido hacerlo, según la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas. Durante este año de tregua, Hizbulá lanzó una sola retahíla de proyectiles los primeros días, pero la realidad del alto el fuego para Israel incluye hacer lo mismo que en la guerra aunque en menor intensidad. Aún así, más de 320 personas han muerto en estos 365 días del supuesto cese de hostilidades, según el ministerio de Salud libanés.
[–> [–>[–>Oposición al desarme
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Además, en las últimas semanas, especialmente desde la entrada en vigor de la tregua en la Franja de Gaza, los artículos en periódicos israelíes de todos los colores con motivos para retornar a la violencia a gran escala contra el Líbano se han multiplicado. La semana pasada el medio izquierdista Haaretz escribía que el «punto de conflicto inmediato» estaba «ahora en el Líbano, no en Gaza». A su vez, el periodista Amit Segal, cercano al Gobierno del primer ministro Binyamín Netanyahu, afirmó que «una escalada dramática contra Hizbulá» es «más probable que que no (la haya)». Entre sus líneas, aumentan las acusaciones por parte de oficiales israelíes anónimos contra la milicia libanesa por no desarmarse, tal y como establecía el acuerdo de tregua, y contra el Ejecutivo libanés por no lograr que Hizbulá acate esta condición.
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«Yo no quiero que la resistencia [nombre con el que se conoce a Hizbulá en el Líbano] entreguen sus armas», dice Nur, una joven de suburbios del sur de Beirutque fueron golpeados nuevamente por la violencia israelí el domingo. El atentado en el corazón urbano mató a cinco personas, entre ellas el número dos del grupo, Haytham Abu Ali Tabatabai. «Renunciar a nuestras armas es como darles la bienvenida de modo que [los israelíes] ocupar nuestra tierra», dice a este periódico. Los israelíes ya ocupar su tierra. Desde hace más de un año, sus tropas permanecen en cinco colinas estratégicas a una distancia de hasta dos kilómetros y medio dentro del Líbano. Allí tienen cinco bases militares y están construyendo secciones de paredes altasuno de los cuales está en territorio libanés, según la ONU, aunque Israel lo niega.
[–>[–>[–>Funeral del número dos de Hezbollah, Haitham Ali Al Tabatabai, asesinado por Israel el pasado domingo. / MARWAN NAAMANI / DPA
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4.000 metros cuadrados inaccesibles
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Todo ello suponen violaciones de la tregua acordada hace justo un año. «Seguimos siendo testigos de un aumento de los ataques del Ejército israelí, que resultan en la muerte de al menos 127 civiles y la destrucción de bienes civiles en el Líbano, junto con amenazas alarmantes de una ofensiva más amplia e intensificada», denunció este martes Thamin al Jitan, portavoz de la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas. «Israel comenzó a construir un muro que cruza el territorio libanés, lo que hace que 4.000 metros cuadrados sean inaccesibles para la población, afectando así al derecho de las personas a regresar a sus tierras«, añadió. En medio de este panorama de violencia continuada, las labores de reconstrucción no han podido empezar en la mayoría de localidades libanesas arrasadas.
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El Líbano ha acusado a Israel de violar el alto el fuego al continuar sus ataques, más de 1.000 en este año, y mantener sus fuerzas dentro de su territorio. Tel Aviv, por su parte, ha acusado a Hizbulá de intentar rearmarse desde la tregua. El grupo afirma haber cumplido con los requisitos de retirarse de la región fronteriza para que el Ejército libanés se despliegue allí, y no ha habido ninguna respuesta militar a los ataques israelíes. Pese a la presión de Israel y su aliado estadounidense, el grupo chií se ha resistido a cualquier conversación sobre hacer entrega de su armamento hasta que Israel detenga sus bombardeos diarios sobre el Líbano y se retire de los cinco puntos que ocupa. «Vemos que las armas son necesarias, porque no hay nadie que nos proteja», apunta Nur. «Ni mucho menos el Ejército libanés, ni el Estado libanés», añade.
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[–>«Una guerra unilateral»
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La gravedad de la situación actual y la escalada de los últimos días han llevado al primer ministro del Líbano, Nawaf Salam, a pedir «más apoyo árabe e internacional para detener estos ataques e impulsar la retirada israelí». «Estamos en una guerra cuyo ritmo se está intensificando y ha tomado la forma de una guerra de desgaste unilateral por parte de Israel», dijo Salam este martes en una rueda de prensa. La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL, por sus siglas en inglés), apostada en la frontera entre ambos países, afirmó hace una semana que este año había registrado más de 10.000 violaciones aéreas y terrestres dentro del territorio libanés desde la entrada en vigor del alto el fuego. También afirmó haber localizado «más de 360 depósitos de armas abandonados», que fueron entregados al Ejército libanés.
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Mientras los drones israelíes continúan ocupando los cielos libaneses, y sus zumbidos recrudecen la guerra psicológica contra el pueblo del país de los cedros, los preparativos para recibir al Papa se intensifican. Muchos esperan que su visita acalle el incómodo ronroneo, y logre atraer la atención mundial sobre el país. Pero sólo en los despachos de Jerusalén saben qué ocurrirá en la tierra libanesa cuando despegue el avión apostólico el próximo martes. Este lunes, la Casa Blanca reiteró su apoyo al «derecho de Israel a defenderse y eliminar cualquier amenaza terrorista en la región», en palabras de su secretaria de prensa, Karoline Leavitt. También esta semana una fuente de seguridad israelí anónima ha dicho al medio saudí ‘Al Hadath’ que, con tan solo unos días de guerra, Hizbulá podría verse significativamente debilitado durante muchos años, y que, si Israel no actúa contra la milicia antes de fin de año, esta podría lanzar un ataque sorpresa contra el país. En definitiva, más palabras y justificaciones que premonizan un futuro inmediato muy oscuro para el Líbano.
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