Conmoción en el mundo del cine y la cultura asturiana por el fallecimiento de José Luis Cienfuegos, el alma del cine «indie» que transformó el Festival de Gijón
Otro golpe inesperado para la cultura asturiana. José Luis Cienfuegos, histórico impulsor del Festival de Cine de Gijón y uno de los principales referentes nacionales del gremio, fallecía ayer de manera repentina a los 60 años. Responsable del festival gijonés durante 16 años, actual director de la Seminci de Valladolid y considerado un maestro en la programación de cine independiente, la inesperada pérdida del asturiano deja huérfano a un sector cultural que todavía llora a Fran Gayo, programador del FICX fallecido en mayo, y al escritor Xuan Bello, a quien la región despidió también por sorpresa este verano.
[–>[–>[–>La trayectoria de Cienfuegos comenzó en el departamento de prensa del festival gijonés, dando después el salto a su dirección en 1995 y logrando, en años posteriores, convertir lo que hasta entonces eran un certamen que parecía estar aún definiéndose en una programación de referencia ya nacional para el cine independiente, situándolo a la altura de los festivales de Valladolid y Sevilla y en segunda línea respecto al «gigante» que ya entonces era San Sebastián. Destituido en 2012 con la llegada del partido de Cascos al poder municipal, lo fichó, precisamente, el Festival de Sevilla, cuyo equipo se mostraba ayer «conmocionado» por la noticia. Su llegada a Valladolid en 2023 fue, según la propia Seminci, «su mayor reto», pero acababa de cerrar una edición de récord, con 103.000 espectadores y unos ingresos por venta de entradas impensables hace tres años. Destaca la Seminci de Cienfuegos que cambió «radicalmente la manera de hacer festivales en nuestro país, haciendo de ellos lugares habitables en los que el cine se convertía en el pilar para la celebración de la cultura y de la vida».
[–> [–>[–>Nacido en Avilés pero criado en Oviedo, en el seno de una familia de profesores, allí llegó al cine mientras estudiaba Psicología, en el aula de Cine de la Universidad de Oviedo. En paralelo a su trabajo en Gijón, desplegó una intensa actividad como programador con la Obra Cultural de Cajastur, en forma de delicados ciclos de cine y música, siempre abierto a la vanguardia y con preocupación y olfato para el talento local.
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Alejandro Díaz Castaño, actual director del FICX, considera a Cienfuegos como «un trabajador incansable del cine, una persona que cambió el rumbo de los festivales de cine que dirigió, imprimiéndoles un indudable sello personal y consiguiendo aunar lo autoral con el favor del público». «Se va un referente total durante las últimas cuatro décadas y nos deja aún más huérfanos en este 2025 de auténtica pesadilla», añade.
[–>[–>[–>Cienfuegos, en el Festival de Cine de Gijón de 1999. / LNE
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Tito Rodríguez, programador del festival, tampoco tenía ayer palabras. «No hay manera de imaginar el dolor que puede sentir alguien cuando le arrancan un trozo de su ser. Cienfuegos era pura energía, puro nervio, siempre pendiente de encontrar nuevos caminos para acercar ese otro cine a los públicos». Fue, dice, «inconformista, generoso, insuperable, incansable, irreemplazable». A Cienfuegos lo lloraba ayer especialmente quien era uno de sus mejores amigos, el artista Ramón Isidoro, que se lamenta de este 2025 lleno de pérdidas: «Mala baba el año que llevamos. Fran Gayo, Xuan Bello, ahora José Luis… A mí me toca el corazón mucho. La gran relación que teníamos era a dos bandas, laboral y de gran amistad. Vamos a sentir mucho su pérdida».
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Isidro estaba ayer en Madrid con Enrique Bueres en ese último e inesperado adiós a Cienfuegos, que falleció en la capital a consecuencia de un accidente cerebrovascular. La amistad con el periodista («nunca lo llamé José Luis») parte de los años ochenta, cuando él conducía el Expreso de Medianoche en Radio Asturias y el joven estudiante de Psicología se iniciaba en el mundo del cine por el Aula de Cine de la Universidad. «Cienfuegos», acertaba a decir ayer, «era el entusiasmo vivo, era tan entusiasta que empezaba a hablar de cine y a veces tenías que fingir que sabías de lo que te estaba hablando. Es una de esas personas que dejan un recuerdo tan imborrable que no mueren, yo seguiré hablando con él».
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[–>El escritor Boni Pérez, colega de los años de Gijón, se enteró del fallecimiento justo al salir del cine, de ver «La voz de Hind» de la tunecina Kaouther ben Hania, «que bien podría haber sido una programada por él». Méritos profesionales aparte, contaba, «Jose Luis era muy exigente y también muy autoexigente, muy apasionado con lo que hacía, aunque a veces le supusiera algún problema, porque si no veía el mismo grado de implicación se rebotaba». Era, resume con humor, «uno de los grandes impulsores del gafapastismo, sabía ser socarrón y era un compañero excelente para las risas.
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La educación cultural
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Hay varias generaciones a cuya educación cultural José Luis Cienfuegos contribuyó «de manera decisiva». Lo dice el músico Nacho Vegas, que no se puede quitar de la cabeza el triste año que suma a esta muerte las de Gayo o Bello. «Hay mucha gente que se dedicó a esto por él, y yo mismo le debo al Festival haberme enseñado una manera de ver cine, de amar el cine».
[–>[–>[–>El cómico Pepe Colubi también formó parte de esa educación, incluso antes, cuando descubrió el cine de Aki Kaurismäki en uno de esos ciclos que programaba para la obra social y cultural de Cajastur. Luego compartió con él los buenos años del festival, «cuando éramos como el equipo A», ríe, «muy exigentes pero con mucho componente lúdico». «Era alucinante su radar, estaba al tanto de todo, era perfeccionista a tope, mordaz e ingenioso».
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De los años ochenta en su Oviedo natal sabe mucho el músico y profesor Chus Naves. «Nos unía la pasión por la música y la escena de aquellos años con ‘Salón Dadá’, ‘Los Locos’, ‘Ilegales’…». Luego trabajó con el en el Festival de Gijón, le agradeció como docente la presencia de alumnos de instituto en las proyecciones y le queda, ahora, «el privilegio de haber disfrutado de uno de los agitadores culturales más emblemáticos de nuestra tierra».
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«Foi increyible, más allá del cine, lo que fizo pola cultura mozo y popular nel Xixón de los noventa», completaba ayer un también desconsolado Ramón Lluis Bande, reconocido cineasta asturiano.
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Carmen Veiga, que conoció a Cienfuegos durante su etapa como directora del Jovellanos. Cienfuegos, decía, «fue una persona fundamental» para un Festival de Gijón que «hoy es lo que es en gran parte gracias a él». «Era una persona muy imaginativa, con mucha fuerza, y también muy tenaz y muy cabezota. Discutimos mucho, pero de cada riña siempre salíamos con más amistad que antes», asegura. Ignacio Villaverde, rector de la Universidad de Oviedo, lamentó ayer la «tristísima noticia»: «Se va un referente indiscutible, que puso a Gijón y a Asturias en el mundo del cine». «En mi vida, Cienfuegos es tan importante como el cine», completa Edu Galán, escritor y humorista. «Fue sin lugar a dudas uno de los más importantes referentes culturales de Asturias de las últimas décadas», añade Pedro Roldán, responsable de la Sociedad Cultural Gijonesa: «Fue uno de los más importantes y revolucionarios directores de festivales cinematográficos de nuestro país».
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Amarga sensación de deuda
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«La pérdida que supón el fallecimientu prematuru de José Luis Cienfuegos déxanos en shock y con una amarga sensación de deuda con una persona que fue clave non sólo na definición y el impulsu al Festival Internacional de Cine de Xixón, sinón na cultura xixonesa y asturiana», señala, por su parte, Vanessa Gutiérrez, consejera de Cultura, que añade que «el modelu de festival de cine qu’impulsó José Luis Cienfuegos fizo que’l Festival Internacional de Cine de Xixón pusiera a Asturies nel mapa cultural d’España y del mundu».
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En este último FICX, celebrado el mes pasado, decenas de amigos abarrotaron la librería-café Toma 3 de Gijón para despedir a Fran Gayo. Cienfuegos quería ir, pero se había lesionado tras una pequeña caída y canceló el viaje en el último momento. Como no quería quedarse al margen del homenaje, Tito Rodríguez leyó en su nombre unas palabras que definían tanto a Gayo como a él: defendía la importancia de programar películas incluso «a la contra», ignorar las críticas «caducas» y defender el criterio propio, anteponiendo el «entusiasmo» por el cine sobre cualquier otra cosa. Cienfuegos tenía un método propio e inimitable para programar festivales y su prestigio es hoy ya incontestable. Considerado por derecho propio un maestro en la industria, sus amigos podrán despedirle este jueves, a las 18.30 horas, en una ceremonia prevista en el tanatorio de Los Arenales, en Oviedo, a donde se espera que lleguen hoy a las 17 horas, sus restos mortales. Cienfuegos deja a su compañera, Mariona, y a su hermana, Emma Gloria Cienfuegos.
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