Investigan si la niña de 6 años sedada en la clínica de Alzira falleció por una sepsis causada por un anestésico contaminado
El grupo de Homicidios de la Policía Nacional ha logrado establecer que los fármacos utilizados por E. Ll. A., el anestesista detenido por homicidio y lesiones negligentes, para sedar en la Clínica Dental Mireia de Alzira a la niña de 6 años que murió y a la de 4 que resultó gravemente afectada, procedían de la farmacia del Hospital de Manises. Así lo han logrado determinar, con la colaboración de la Inspección General de la Conselleria de Sanidad, tras rastrear la trazabilidad de los lotes de los dos compuestos usados, que les ha llevado hasta ese centro hospitalario, de donde el investigado habría presuntamente sustraído tanto el midazolam como el propofol, los dos anestésicos empleados en esa sedación consciente a la que fueron sometidas ambas menores para recibir distintos tratamientos odontológicos en la mañana del pasado 20 de noviembre.
[–>[–>[–>Lo que los investigadores tratan ahora de averiguar es cómo se hizo con los medicamentos y en qué estado se encontraban estos cuando los usó. La principal sospecha recae sobre el propofol, un anestésico ampliamente utilizado tanto en entornos quirúrgicos como en pruebas diagnósticas que requieren sedación, porque es un fármaco de actuación muy rápida y vida corta, con buena eliminación del organismo. Sin embargo, tiene una desventaja que requiere de un uso especialmente escrupuloso para minimizar riesgos: al tratarse de una emulsión liposoluble, precisa de un excipiente graso, habitualmente lecitina de soja y/o de huevo. El propofol carece de conservantes antimicrobianos y la grasa derivada de la soja tiene una alta propensión al desarrollo de bacterias, levaduras y mohos en determinadas condiciones de mala conservación, algo que conocen bien los anestesistas.
[–> [–>[–>De hecho, los prospectos de los distintos laboratorios que emplean esos excipientes para emulsionar el anestésico advierten de que no debe conservarse a más de 25 °C, que no debe exponerse a la luz y tampoco al aire. Y, en el caso de utilizar un mismo frasco para varios pacientes, jamás debe utilizarse si lleva más de 12 horas abierto. Como ejemplo, una de las presentaciones de un conocido laboratorio señala que «cualquier remanente debe ser descartado, pues el producto no contiene conservantes antimicrobianos. Debe ser usado en hasta 6 horas después de la dilución. No diluido, usar en hasta 12 horas. Durante la manipulación deberán ser mantenidas técnicas asépticas estrictas».
[–>[–>[–>
Una sepsis mortal en horas: el shock séptico
[–>[–>[–>
Así las cosas, la principal hipótesis de trabajo, cuya confirmación deberá venir de los análisis microbiológicos de las muestras tomadas a ambas niñas, es que las dos sufrieron una importante infección, una sepsis, que en la menor pudo ser controlada a tiempo porque fue llevada antes al servicio de Urgencias del Hospital de la Ribera, y en la de 6 años fue letal. Los síntomas, en ambos casos, confirman esta teoría: fiebre, dificultad respiratoria, somnolencia, aturdimiento, imposibilidad de tenerse en pie (ambas niñas salieron, una, la de 6 años, en brazos de sus padres y la otra, en un carrito)… Por esa razón, y a falta de los resultados de los análisis que está llevando a cabo el Instituto Nacional de Toxicología, el cuadro clínico que presentaron ambas, así como el hecho de que las dos fueran sedadas de manera consecutiva por el mismo médico y en el mismo entorno, la Clínica Dental Mireia de Alzira, la tesis del shock séptico en el caso de la menor fallecida y la sepsis grave en el de la otra es la que mejor explica lo que sucedió ese día.
[–>[–>[–>De hecho, existe literatura médica variada que recoge casos de sepsis, es decir, de reacciones violentas del organismo ante agentes infecciosos -bacterias, hongos o virus-, tras la administración de propofol por vía endovenosa en distintos procedimientos médicos. Incluso hay estudios que establecen la mortalidad en esos casos en torno al 9 % de los pacientes infectados accidentalmente. Hay que recordar que le propofol se administra exclusivamente por vía intravenosa, lo que dispara esa reacción extrema del cuerpo ante la inoculación del patógeno en mezcla con el anestésico, como se cree que sucedió en el caso de las dos menores de Alzira.
[–>[–>[–>
¿Tan fácil es robarlo?
[–>[–>[–>
La respuesta, consultadas numerosas fuentes sanitarias, tanto de centros públicos como privados, puede ser incómoda para la Administración y para las empresas del sector, pero refleja una realidad incontestable: «Sí». Una de las cuestiones que se han barajado es si el anestesista detenido, que este jueves quedó en libertad provisional, acusado de cuatro delitos -entre ellos, homicidio y lesiones por imprudencia profesional- por la jueza de Instrucción 5 de Alzira tras prestar declaración durante cinco largas horas en el juzgado, se llevó frascos y viales de propofol y ampollas de midazolam -el segundo anestésico empleado con las pequeñas- sin abrir, es decir, nuevos, o desechados, esto es, de los que se arrojan al contenedor sanitario porque o bien han caducado o bien son remanentes que ya no se deben volver a utilizar.
[–>[–>
[–>Sin embargo, esa segunda tesis, la de que cogiera productos desechados, ha sido descartada, dada la facilidad con que se pueden ‘distraer’ los fármacos que están sin abrir. Una fuente de otro hospital, que ha accedido a hablar, pero solo de forma anónima por razones obvias, explica que todo el personal del área quirúrgica tiene acceso tanto al almacén farmacológico de quirófanos como al carro que hay en cada uno de esos habitáculos con todo lo necesario para llevar a cabo una intervención. «En un solo día se gasta tantísimo propofol o midazolam, así como otros fármacos o productos sanitarios, que el hecho de que alguien se lleve uno o dos frascos de 50 ml del primero, por ejemplo, pasa totalmente desapercibido. Y ocurre en todos los centros».
[–>[–>[–>
De momento, no ha habido ninguna inspección ni registro en el Hospital de Manises, donde E. Ll. A. solo trabajaba un par de días al mes, pero es probable que en los próximos días al menos la Inspección General desembarque en esas instalaciones para comprobar la seguridad en la custodia de los fármacos, sobre todo de los más sensibles, y el protocolo de expedición a los distintos departamentos y especialidades.
[–>[–>[–>Trabajaba en numerosos centros y clínicas
[–>[–>[–>
El anestesista investigado, de 43 años, prestaba sus servicios profesionales en numerosos centros sanitarios, mayoritariamente del ámbito privado. Así, E. Ll. A., licenciado en Medicina `por la Universitat de València en 2006, además de colaborar como anestesista en el Hospital de Manises, lo hacía, en algunos casos con cargo, en la Clínica Quirón y en el IMED, así como en distintas clínicas dentales de València, Alzira, Paterna e. incluso, Teruel. De momento, se desconoce si en esa acusación de hurto, uno de los delitos que le imputa la jueza, se incluyen sustracciones de fármacos solo en el hospital público o también en alguno de los privados.
[–>[–>[–>
Profesional de reconocido prestigio -este diario pudo comprobar durante toda la semana pasada y hasta inicios de esta su amplia presencia en internet como anestesista y la profusión de páginas ofreciendo sus servicios y detallando su amplia formación-, desde ayer es casi imposible encontrar reseñas sobre él en los principales buscadores: tras su detención, su entorno se ha encargado de procurar un minucioso y exhaustivo borrado de su, hasta ahora, profusa huella digital.
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí