¿Usas Instagram? Muchas personas sobreestiman su uso «adictivo», lo que dificulta el autocontrol
Muchos adultos que utilizan habitualmente la red social Instagram sobreestiman el carácter “adictivo” de su comportamiento. Esta percepción errónea, según los autores de un estudio publicado en la revista «Scientific Reports», puede dificultar el autocontrol y aumentar la sensación de … culpa asociada con el uso de la aplicación.
La investigación, realizada con 1.204 participantes, sostiene que en la mayoría de los casos, el uso excesivo de la red social es un hábito más que una adicción.
Las investigaciones advierten que el uso excesivo de las redes sociales se describe comúnmente como una “adicción conductual”, pero hay motivos para creer que muchos usuarios sobreestiman este componente adictivo.
Según el artículo, el uso frecuente tiende a crear hábitos automáticos – como abrir la aplicación, desplazarse, publicar o reaccionar – más que una verdadera adicción.
En el primer subestudio, una muestra nacional de 380 usuarios de Instagram sobrestimó su nivel de adicción y los que se consideraban más adictos, aunque no más adictos, se sentían menos capaces de controlar su uso. Los autores atribuyen esta percepción al impacto del discurso mediático, que a menudo caracteriza a las redes sociales como «adictivas» en lugar de «generadoras de hábito».
En un segundo subestudio, realizado con 824 personas, los investigadores demostraron experimentalmente que presentar el uso frecuente de Instagram como medio La adicción tiene efectos negativos sobre la autoeficacia.: Reduce la percepción de control sobre el uso de aplicaciones y aumenta la culpa por el uso excesivo. Además, advierten que interpretar el consumo excesivo de alcohol como una adicción puede distraer a los usuarios de estrategias verdaderamente útiles para reducir hábitos no deseados.
no es un habito
Para Esther Rincón, investigadora principal del grupo de Psicotecnología de la Universidad San Pablo CEU, destaca que es fundamental diferenciar entre hábito y adicción. “No podemos confundir sociedad con lo que es un hábito y una adicción, porque son totalmente diferentes.“, le dice a SMC.
El experto explica que los hábitos son conductas repetidas, mientras que la adicción implica necesidad, tolerancia, abstinencia y consecuencias negativas.
También hay que tener en cuenta que las “adicciones digitales” no aparecen en manuales de diagnóstico como el DSM-5 o el ICD-11, lo que dificulta establecer límites clínicos claros.
Rincón advierte que algunos elementos de las redes sociales, como el desplazamiento infinito, pueden fomentar un uso compulsivo, pero no necesariamente adictivo. Asimismo, destaca que en la práctica clínica están aumentando los casos de consumo problemático, especialmente entre menores, con repercusiones como fracaso académico, irritabilidad o conflictos familiares. “Cuando una conducta que adopto por el simple hecho de divertirme se convierte en una necesidad, es un problema que hay que ver”, sostiene.
Por su parte, Natalia Martín-María, catedrática de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, destaca que la brecha entre percepción y realidad es significativa: el 18% de los encuestados cree tener adicción a Instagram, pero sólo el 2% cumple los criterios diagnósticos. Destaca que la principal implicación del estudio es evitar el uso indiscriminado del término “adicción” para describir comportamientos digitales que, en la mayoría de los casos, son hábitos o usos problemáticos.
Martín-María recuerda que tratamientos para la adicción a las redes sociales puede no ser eficaz si no existe una dependencia real y recomienda Estrategias para reducir el tiempo de usocomo desactivar notificaciones, dejar el teléfono fuera de la vista o usar escala de grises para reducir el atractivo visual de las aplicaciones. También considera necesario replicar el estudio con adolescentes, el grupo más vulnerable al uso excesivo de plataformas como Instagram.
Ambos expertos coinciden en que la sociedad necesita herramientas y educación para identificar los signos del consumo problemático de alcohol y establecer límites saludables sin recurrir a etiquetas que, en muchos casos, generan más culpas que soluciones.
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