Cajal es una figura que no ha sido bien tratada en la historia
Santiago Ramón y Cajal, desde todos los ángulos. Juan José Jambrina, Cristina Nombela y José Antonio Vega hicieron ayer un profundo repaso a la figura del científico navarro. Coincidiendo con el 120.º aniversario de su premio Nobel, la sala multiusos del museo de la Mina de Arnao acogió una jornada en la que se repasó su extensa trayectoria, además de otros capítulos de su vida, como sus vacaciones en Salinas, donde solía alquilar una vivienda para ir con su familia.
[–>[–>[–>Jambrina: «Cajal es una figura que no ha sido bien tratada en la historia»
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«Cajal es una figura que no ha sido bien tratada por la cúpula científica y social en España, la penetración en el tejido social español es bastante pobre», sostuvo Jambrina, jefe de Psiquiatría en el Hospital de San Agustín de Avilés. El leonés criticó que «todavía se está viendo dónde se va a crear un museo sobre el científico, en el que ver su vida personal y científica». «Probablemente tuvo unos descendientes que no supieron apreciar el legado que tenían entre manos», añadió el psiquiatra, que lamentó que, por el momento, «no hay nadie que haya traducido todo lo que ha hecho Ramón y Cajal a un lenguaje más llano, para que llegar a todo el mundo».
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Jambrina: «Cajal es una figura que no ha sido bien tratada en la historia»
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Jambrina ahondó en el paso del premio Nobel por Asturias. «Siempre hablaba de que necesitaba uno o dos meses al año para ocio. No hay una constancia clara de cuantos veranos paso en Asturias, pero se cree que siete u ocho», detalló el psiquiatra, que explicó que el navarro «alquilaba una casa unifamiliar o se alojaba en los hoteles que empezaba a haber por Salinas sobre 1915». «A Cajal le atraía mucho la fotografía y el contacto con la montaña, por eso le gustaba venir por tierras asturianas. Una de sus nietas guarda sus fotos en un archivo», indicó.
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Jambrina: «Cajal es una figura que no ha sido bien tratada en la historia»
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Cristina Nombela, neurocientífica y profesora titular de la Universidad Autónoma de Madrid, centró su ponencia en las mujeres científicas que rodearon el trabajo de Ramón y Cajal, pero antes quiso subrayar que «Cajal no fue el que identificó la neurona como tal». «Antes se entendía que había un cuerpo neuronal con prolongaciones, pero poco más. En ese contexto aparece Cajal, que hizo ver ese cuerpo cerebral de una forma concreta y encontró una explicación a ello. Él se lo imaginó para poder interpretarlo de una manera diferente», explicó la murciana, quien nombró a las dos únicas discípulas mujeres que mencionó en discursos el navarro: Laura Elizabeth Forster y Manuela Serra. «En 1922 las citó en la entrega de un premio que le dan con nombre y apellido, algo curioso porque a otros los nombra solo por el apellido», señaló. La primera de ellas es una científica australiana a la que Cajal encargó un estudio de la regeneración de las fibras nerviosas tras una lesión traumática de la medula espinal de las aves, mientras que Serra realizó un estudio sobre las células de neuroglia en la mitosis.
[–>[–>[–>Además, hubo un tercer grupo de mujeres que colaboraron con Cajal. «Había tres mujeres que se encargaban de pasar a papel las imágenes que veían en el microscopio. Mientras tenían un ojo en la lente, el otro lo usaban para dibujar», señaló Nombela, que también mencionó el nombre de otras dos mujeres que, en la última etapa, coincidieron con el científico. Fueron Soledad Ruiz-Capillas y María Luisa Herreros.
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«Cajal era un tipo muy presumido, cuyas tres manías, como el mismo contó, eran la literatura, el gimnasio y la filosofía», aseguró José Antonio Vega, catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Oviedo y decano de la Facultad de Medicina. El leonés centró su charla sobre los otros campos en los que el premio Nobel hizo sus pinitos, como, por ejemplo, la literatura o la fotografía. «Fue un extraordinario fotógrafo, hizo muchas fotos a sus hijos, familia y amistados. Además, tiene una en la inauguración del Balneario de Salinas», afirmó el estudioso, quien explicó que Cajal escribió un libro en 1912 sobre la fotografía en color. También tuvo su parte política, siendo senador de la Universidad de Madrid, además de tener la tentación, por parte de Segismundo Monet, de ser ministro. «Le obsesionaba la desmembración de España, sobre todo de Euskadi y Cataluña. En sus cartas se le veían ciertas ideas republicanas, pero nunca firmó el manifiesto», sentenció.
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