EEUU traslada a los europeos su plan para hacer negocios con Putin y reactivar los flujos de energía rusa al continente
Las maniobras de la Administración de Donald Trump para forjar una alianza estratégica con la Rusia de Vladímir Putin en detrimento de Europa y el tradicional vínculo trasatlántico son cada día más evidentes. En las últimas semanas sus funcionarios han trasladado a las cancillerías europeas los planes de la Casa Blanca para acabar con el aislamiento económico de Moscú y embarcarse en negocios multimillonarios con el Kremlin si Ucrania acepta el plan de paz que Washington trata de imponerle, según ha desvelado ‘The Wall Street Journal’. Esos planes contemplan además que empresas norteamericanas accedan a los miles de millones en activos rusos congelados en Europa para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania o la reactivación de los flujos de energía rusa al Viejo Continente.
[–>[–>[–>De acuerdo con el diario neoyorkino, la información se ha transmitido a los europeos en forma de anexos al plan propuesto por la Casa Blanca para tratar de detener la guerra en Ucrania. Y en gran medida se trata de las mismas ideas que los negociadores rusos llevan meses planteando al equipo de Trump de forma más o menos confidencial: jugosas oportunidades de negocio conjunto entre Rusia y EEUU, que dejan de lado a los europeos y ningunean los intereses de Ucrania. «Sabemos que esto no va de paz, sino de negocios», dijo recientemente el primer ministro polaco Donald Tusk.
[–> [–>[–>La novedad es que Washington ha acabado haciendo formalmente suyas esas ideas. Una de ellas, contemplada según el ‘Journal’ en los documentos entregados a los europeos, propone que magnates y fondos del inversión estadounidenses accedan a los más de 200.000 millones de euros en activos del Banco Central ruso —ahora congelados en instituciones europeas— para gastarlos en la reconstrucción de Ucrania. Habla por ejemplo de construir un gran centro de almacenamiento de datos, alimentado con la energía nuclear de la central de Zaporiyia, ocupada por las tropas rusas. Esos planes chocan frontalmente con las intenciones de la Unión Europea (UE), que quiere utilizar esos fondos para conceder préstamos a Ucrania, tanto para sustentar su economía como para ayudarle en la compra de armas.
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Proyectos conjuntos en el Ártico
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Otro de los documentos anexos hablaría de las intenciones estadounidenses para invertir en proyectos de explotación de tierras raras y petróleo en el Ártico ruso. Una idea que requeriría el levantamiento de las sanciones, muchas de ellas vigentes desde 2014, cuando el Kremlin se anexionó ilegalmente Crimea. En otro se habla de reactivar el gasoducto Nord Stream que conectaba Rusia con Europa hasta que supuestamente agentes ucranianos lo sabotearon en 2022.
[–>[–>[–>También esas dos propuestas contradicen los planes de los líderes europeos, a los que Trump volvió a llamar esta semana «débiles», para intensificar el aislamiento económico de Rusia. Hace solo unos días Bruselas aprobó una resolución vinculante para desconectar completamente al espacio comunitario del gas ruso a partir de 2027. Sus líderes no han reaccionado aún formalmente a estas últimas informaciones, aunque este lunes tras reunirse en Londres que Volodímir Zelenski y otros dirigentes europeos, el canciller alemán Friedrich Merz se mostró «escéptico sobre las propuestas estadounidenses».
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Presión a Kiev y Bruselas
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Lo que parece cada día más claro también es que la Casa Blanca quiere dar forma a ese vuelco geoestratégico cuanto antes. Esta misma semana Trump volvió a apremiar a Kiev para que acepte cuanto antes su propuesta porque, según dijo, «está perdiendo» la guerra. «Zelenski va a tener que ponerse las pilas y empezar a aceptar cosas», dijo en una entrevista con ‘Politico’, en la que instó nuevamente al presidente ucraniano a celebrar elecciones. Lo mismo que reclama Moscú, que le considera un líder ilegítimo.
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[–>Todo ello llega poco más de una semana después de la publicación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU. En ese documento se habla de Rusia solo de pasada y como una preocupación exclusiva de los europeos. En cambio se fustiga a Europa sin piedad empleando la narrativa de la extrema derecha xenófoba y eurófoba. Y aunque se dice que el Viejo Continente «sigue siendo estratégicamente y culturalmente vital para EEUU», el documento sugiere que algunos de sus países son demasiado débiles para seguir siendo aliados creíbles. «Es una declaración de guerra política», dijo al respecto Josep Borrell, quien fuera máximo representante de la diplomacia europea.
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