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«Si las administraciones quitaran los impuestos sobre la vivienda el precio caería un 10% mínimo»

«Si las administraciones quitaran los impuestos sobre la vivienda el precio caería un 10% mínimo»
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  • Publisheddiciembre 12, 2025



Después de ‘Gabinete de crisis’ (2010), un libro en el que trató de explicar qué estaba pasando en España tras el ‘crack’ de 2008, la periodista Ana Samboal regresa con ‘El final de la clase media’ (2025), un título en el que analiza la que quizá sea la peor herencia que nos dejó aquella crisis. Entremedias ha habido una pandemia, una guerra en Ucrania y una inflación galopante que le han caído encima a los españoles con Pedro Sánchez en la Moncloa, «Que quiere ser Robin Hood y es el sheriff de Notingham». Samboal es periodista, autora, uno rostro reconocible de la televisión y… liberal; «Es mi forma de ver el mundo», nos dice.

-La primera pregunta es obligada. ¿Qué es ser de clase media?

-Seguramente no es lo mismo para una generación que para otra, no significa lo mismo ahora que cuando yo era niña. Me quedo con la definición de Fundéu (Fundación del Español Urgente), que lo describe como tener cubiertas las necesidades básicas: una alimentación adecuada, el gasto energético, vivienda (no necesariamente en propiedad)… Y añade el ahorro, cosa que en el país en el que vivimos me parece tremendamente complicado, aunque las tasas de ahorro en España son elevadas.

-En España, de media se tardan siete años en ahorrar para pedir un préstamo hipotecario…

-El precio de las casas ha subido principalmente por la ley de oferta y demanda -hay menos de las que se necesitan-, pero hay una segunda razón, y es que la vivienda está grabada con todo tipo de impuestos, desde el momento en el que se promueve el suelo. Con la crisis de 2008 cayeron muchos promotores oportunistas, así que ahora van a demanda sobre seguro. Pero los sueldos no han subido como la inflación y ahora los bancos ofrecen como mucho el 80% del precio -por las nuevas normativas impuestas tras la Gran Crisis-, así que se necesita tener el 20% del valor del

2008
El fin de los préstamos al 100%

Los compradores de vivienda necesitan tener ahorrado un 20% del valor del inmueble, más el 10% en impuestos

inmueble para comprarlo, y un 10% adicional para el notario, el registrador y el impuesto de no se qué y de no se cuantos, porque todo el mundo rebaña. El resultado es que la gente no puede pagar esas casas, pero tampoco el alquiler porque se ha restringido de una manera excepcional, también por decisiones políticas. Me hacen mucha gracia las administraciones públicas, porque todas tienen su cuota de promesas: «Vamos a hacer vivienda social, vamos a promover vivienda en alquiler, vamos a favorecer que todo el mundo tenga vivienda…». Yo les diría que quitaran todos los impuestos que hay sobre la vivienda, y automáticamente el precio bajaría mínimo un 10%.

-El afán recaudatorio es un problema que aparece a lo largo del libro.

-Pagamos demasiados impuestos. Obligar a una persona a pagar más de la mitad de lo que gana tiene un efecto disuasorio sobre el trabajo, porque llega un momento en que no compensa. Claro que hay afán recaudatorio, y hay que preguntarse si existe porque sí o porque es producto de una situación concreta. Yo creo que hay de las dos cosas. Hay que financiar el estado del bienestar, que cada vez es más costoso porque su pilar es el sistema de pensiones y pronto se va a jubilar la generación del ‘baby boom’, pero también hay millones de subsidios sin control; en mi opinión, para crear bases clientelares.

-Le dedica un capítulo a la universidad. ¿Hicimos demasiadas?

-No lo sé. Si las hay es porque hay alumnos que demandan esa educación. Lo que debemos preguntarnos es qué formación estamos ofreciendo en esas universidades. Podemos conformarnos con tener un papel en el que diga que somos graduados, pero el mercado laboral nos juzgará en función del valor de ese título; y en España, los tenemos de todo tipo. Aquí están algunas de las mejores escuelas de negocios del mundo, pero también existen títulos que, honestamente, valen muy poquito.

Afán recaudatorio

«Obligar a una persona a pagar más de la mitad de lo que gana en impuestos tiene un efecto disuasorio sobre el trabajo»

-Usted dio clases y vio el problema con sus propios ojos.

-Me sorprendió mucho, sobre todo el grado de infantilización. Con dieciocho años uno es responsable de asistir a clase o de preparar las asignaturas. Y si no está de acuerdo con la calificación de un examen, puede hablar con el profesor y revisarlo. ¡Pero es que ahora los padres llaman a los profesores para pedirles que les suban las notas a sus hijos! ¿A qué edad les vamos a dar a los jóvenes el grado de responsabilidad para que asuman las consecuencias de sus actos, se formen en función de sus expectativas y recojan el resultado de ese esfuerzo?

-Háblenos de la reforma educativa de José Manuel Otero Novas (ministro de Educación entre abril de 1979 y septiembre de 1980), que proponía que el Estado entregara un cheque escolar a los padres para que eligieran centro. ¿Perdió España la oportunidad de tener un buen sistema educativo?

-Yo creo que sí, pero nunca sabremos cómo hubiera evolucionado esa norma de haber salido adelante. La descubrí hace muchos años cuando Otero Novas me pidió que presentara sus memorias -y no le he dicho que hablo de ella en este libro, por cierto-. Sospecho que la presentó para garantizar la educación católica, porque veníamos de una dictadura y caminábamos hacia una democracia mucho más laicista. Bien es cierto que acabó llegando la concertada, pero en ese momento la expectativa era que pudiera gobernar el Partido Socialista, y recuerdo -yo estudiaba en un colegio religioso- que corría el rumor de que los colegios religiosos dejarían de existir. El caso es que, aunque el objetivo hubiera sido únicamente ese, habría abierto la puerta a un sistema en el que las personas sin recursos hubieran tenido las mismas posibilidades que los ricos de acceder a una formación de calidad, indistintamente de que fuera pública o privada.

-El libro tiene un barniz liberal

-Sí. Es mi forma de ver el mundo.

Reformas sin hacer desde la Gran Crisis

«En cada rueda de prensa Mario Draghi demandaba reducir el gasto público, racionalizar la administración, equilibrar la carga fiscal, etcétera. Todo eso no se hizo»

-Y reparte responsabilidades… Dice que Rajoy evitó la quiebra pero se quedó corto con las reformas.

-Lo primero que tuvo que hacer fue plantearse si a España la tenían que rescatar, como estaban pidiendo políticos y empresarios, lo cual podría haber tenido cierto atractivo económico a medio y largo plazo, pero el sufrimiento de la población a corto plazo hubiera sido tremendo. Además, suponía una cesión de soberanía importante. El Gobierno decidió que iba a jugarlo todo a esquivar el rescate, pero eso evitó hacer otras tantas reformas que la economía española llevaba mucho tiempo demandando, como la liberalización de mercados, eliminar trabas burocráticas o agilizar la administración. Hicieron las reformas que se les exigían para ir liberando el crédito suficiente para que la economía no colapsara. Pero, ¿qué pasó después? Como esas reformas no estaban hechas, llegó el COVID y el modelo se nos ha caído encima. Además, esto ha pasado con un gobierno que tiene un modelo de país completamente distinto, que opta por repartir lo que hay en vez de crear, cargando el peso de la financiación del Estado en unas empresas que ya no pueden más.

-El Banco Central Europeo lo pone fácil imprimiendo billete.

-Los bancos centrales son muy responsables de la inflación y del grado de endeudamiento de los estados. Esto empieza en la época de Rajoy, cuando el BCE manda el mensaje de que salvará el euro. Era un mensaje político, y fue entonces cuando se diseñaron los programas de compra de deuda. En un momento dado pudo ser la solución para evitar la quiebra de la moneda común en una Unión Europea a dos velocidades, la decisión fue acertada a lo mejor en el corto plazo para parar el golpe, pero a medio plazo tendría que haber estado condicionada a hacer las reformas estructurales que Mario Draghi demandaba en cada rueda de prensa: reducir el gasto público, racionalizar la administración, equilibrar la carga fiscal, etcétera. Todo eso no se hizo y el BCE siguió imprimiendo billetes, y después llegó el COVID y siguió imprimiendo billetes… Y al final lo hemos pagado en inflación, un hecho que tiene un punto de perversión moral, porque los ahorradores han salido perdiendo. Si los incentivos son perversos, ¿a dónde vamos?

Carga fiscal sobre el trabajo

«Al empleado que va a pedir un aumento de salario, el empleador le dice: ‘¡Si tú ya me cuestas un 20% más!’»

-Citas al economista Juan Iranzo, que asegura que nadie ha juzgado a los bancos centrales con suficiente dureza.

-Fue durante el primer verano después del confinamiento, creo recordar, cuando estuve con Juan Iranzo y le pregunté: ‘¿Cómo saldremos de esto?’. ‘Me preocupa extraordinariamente la inflación’, me dijo, a lo que yo respondí que no la había. ‘Eso es lo que me preocupa’, respondió, ‘que no ha aparecido, y el día que lo haga lo hará de forma virulenta’. Efectivamente, acabó sucediendo poco tiempo después, a medida que se ponían en marcha las cadenas de suministro y se incorporaban los costes que ya se estaban incrementando incluso desde antes de la pandemia.

-Y todo esto nos cae encima con Sánchez en la Moncloa, del que dice que presume de ser Robin Hood pero es el sheriff de Nottingham.

-Sí. Se ha negado a deflactar el IRPF y ha acometido una reforma de las pensiones que eleva los costes laborales de las empresas de forma exponencial. Al empleado que va a pedir un aumento de salario, el empleador le dice: ‘¡Si tú ya me cuestas un 20% más!’. Los trabajadores no lo ven en su bolsillo, pero están pagando por una Seguridad Social que aun así tiene déficit. Mucho se habla de la Agencia Tributaria, pero las empresas y los autónomos son el gran agente recaudador del Estado, que bajo la dirección de este gobierno bate récord tras récord de ingresos. Lo hace para financiar el estado del bienestar, pero también para mantener un mar de subsidios que yo no sabía ni que existían. Me puse a mirar ministerio por ministerio y no daba crédito.

La inflación llegó tarde, pero llegó

«La inflación acabó apareciendo cuando se recuperaron las cadenas de suministro y se incorporaron los costes que ya se estaban incrementando incluso desde antes de la pandemia»

-Identificó tres como los más generosos: Trabajo, Seguridad Social y Hacienda.

-Un buen ejemplo es la ayuda a mayores de 52 años. Para muchas personas de esa edad no tener opciones en el mercado laboral es un verdadero drama, con eso no quiero simplificar porque conozco casos. Pero hay otras personas, y es un ejemplo que he reflejado en el libro, que con el subsidio y un alquiler redondean su renta y caen en la cuenta de que no ganarán más trabajando, así que a vivir que son dos días. Eso es comprar votos.

-Usted estuvo un año hablando con empresarios y llegó a la conclusión de que lo que más les asustaba era ‘el empleado 50’.

-Eso me explicó porque tenemos tantas pymes. Muchas empresas lo recordaban como el peor año de su vida. Pensaron, ‘¡llegó el empleado 50!, qué maravilla, ya soy una empresa mediana’, y de repente, les cae encima una riada de obligaciones burocráticas y fiscales que les asusta. A algunos de los empresarios que entrevisté les había ido razonablemente bien el salto, pero otros hubieran deseado haberse quedado con 49 trabajadores y subcontratar servicios.

¿Un nuevo ‘baby boom’ en los sénior?

«Hay muchas personas que quieren alargar su edad de jubilación y no se les permite»

¿Cree que el aumento del SMI fue una subida fiscal encubierta?

-Claro. Y cuando suben las pensiones también, pero muchos no se dan cuenta de ello hasta que cobran. Lo que pasa es que ya no mandan la nómina en papel, de modo que los receptores no ven cuánto ha subido su prestación y cuánto se queda el Gobierno. Mira, durante un viaje a Canadá me sorprendió mucho una cosa. Estaba en una tienda comprando un jersey y de repente me di cuenta de que era mucho más caro que lo que ponía en la etiqueta. Me quejé al vendedor y me dijo: ‘Claro, el jersey más el porcentaje de impuestos’. ‘¿Y por qué no lo pone usted en la etiqueta?’, le dije, y me respondió: ‘Ah, porque esto no es para mí, yo solo lo cobro para el Gobierno’.

-¿Hay un nuevo ‘baby boom’ en la posibilidad de alargar la vida laboral?

-Eso es lo que dice José Antonio Herce, que es un economista que me merece todo el crédito del mundo como experto en el sistema de pensiones. No sé si será como un ‘baby boom’ porque no todo el mundo quiere alargar su edad de jubilación, pero sí hay muchas personas que quieren hacerlo y no se les permite. Por ejemplo, en la Administración, donde se puede alargar la jubilación pero solo durante un tiempo tasado. ¿Por qué? Porque son personas que tienen sueldos muy elevados y salen muy caras. Pero podríamos hacer un pacto para que esos empleados trabajaran más tiempo sin subirles el trienio, a cambio de quitarles menos de cotización; no lo sé, es una idea, se trata de ponerlo fácil en lugar de poner trabas.



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