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“A mis alumnos les recuerdo el nombre de Mansfield y jamás se vuelven a pegar a un camión”

“A mis alumnos les recuerdo el nombre de Mansfield y jamás se vuelven a pegar a un camión”
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  • Publisheddiciembre 15, 2025



Natalia tiene 39 años, más de quince de experiencia como profesora de autoescuela y una especial capacidad para transmitir a sus alumnos la importancia de conducir con respeto, prudencia y prudencia. Entre señales, pruebas prácticas y maniobras en zonas industriales, asegura que hay una lección que ninguno de sus alumnos olvida jamás: la historia de Mansfield, un trágico caso que cambió para siempre la normativa relativa a los vehículos pesados. Cada vez que alguien se acerca demasiado a un camión repite el mismo nombre y enseguida nota cómo el alumno vuelve al carril y aumenta la distancia de seguridad sin que nadie tenga que insistir.

En un contexto en el que las carreteras están cada vez más saturadas, la convivencia de turismos y vehículos de gran tonelaje se convierte en un elemento clave para reducir los riesgos. Atropellar a un camión no es comparable a atropellar a otro coche: El peso, la altura, la visibilidad y la distancia de frenado cambian completamente las reglas del juego. Por eso Natalia transformó esta anécdota histórica en una herramienta pedagógica eficaz y, como ella dice entre risas, «más útil que cien diapositivas llenas de texto». Pero detrás del chiste se esconde un mensaje profundo y necesario.

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¿Quién es Natalia y por qué insiste tanto en esa lección?





Fuente propia

Natalia empezó a trabajar con tan solo 23 años, recién obtenida su titulación como profesora de educación vial. A lo largo del tiempo ha visto todo tipo de perfiles: jóvenes nerviosos, adultos que necesitan papel para trabajar, personas mayores que buscan seguridad… pero a todos les transmite la misma idea: No estamos solos en la carretera, y si no entendemos cómo se mueve un vehículo grande, somos inferiores.

Como instructora, explica que no quiere infundir miedo, pero sí respeto. «Un coche puede detenerse en unos pocos metros, pero un camión necesita hasta cuatro veces esa distancia. Si te acercas demasiado, no te ve. Y si no te ve, desapareces». Su mensaje no es alarmista, sino práctico. Los estudiantes entienden esto rápidamente porque pueden verlo en la práctica: Basta acercarse un poco más para descubrir que, desde el retrovisor del camión, el pequeño coche queda completamente oculto.



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