La política española arrastra este martes la resaca de los brindis navideños. Como en cualquier gran fiesta, no todos digieren igual: hay quien intenta recomponerse, quien repasa cada gesto y palabra de la noche y quien ya empieza a hacer cuentas para ver cuanto costó la fiesta.

Semana de excesos, de creer que todo está controlado, pero al final la factura llega al dia siguiente. Lara Hernández, de Sumar, lo resume con una mezcla de ironía y realismo: duda de que los socios «tengan intención de suicidarse políticamente»mientras que Jorge Pueyo, de la Xunta, no oculta su enfado: «Sin respuesta, reconsideraremos nuestro apoyo». Y cuando parece que la tensión no puede subir más, Àgueda Micó, de Compromís, nombra a los ministros que deberían abandonar el escenario: «Cambia el ministro de Vivienda, Montero y Óscar Puente».

Entre mensajes de WhatsApp y avisos intercambiados, los socios dejan claro que se acabó la paciencia: «Solicitamos una reunión urgente al PSOE para analizar la situación actual»replicar la estrategia de ERC y recordar que ya no hay lugar para excusas. En el medio, Óscar Puente aparece como ese amigo que aclara dudas, que recuerda la realidad: «Considero que ofrecer sacrificios en el altar es más una medida religiosa que política»y que cualquier movimiento equivocado puede impactar directamente en la estabilidad del Gobierno y la relación con la extrema derecha.

Feijóo, por su parte, no pierde la oportunidad de presionar: «Hay que preguntar a los socios si van a mantener a un presidente del Gobierno rodeado de corrupción, extorsión y machismo, y en ese momento habrá una moción de censura».

Hoy no hay debate sobre si la noche fue un error: se discute la resacaqué se ha roto, quién paga la factura y cuánto desgaste puede soportar la coalición. Porque aunque la tentación es quédate en el sofá y duerme para quitarte la resacalos socios lanzan un mensaje muy claro al Ejecutivo: la inmovilidad no vale la pena.

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