Alternancia
Ante un Gobierno tan nefasto cuesta creer que no exista una oposición capaz de remediarlo. La democracia deja de serlo sin una alternancia política. Por esa razón, cuando Yolanda Díaz dice que hay que resistir porque el Partido Popular y Vox no pueden gobernar en este país está negando uno de los grandes principios democráticos, que es menospreciar una alternativa de poder. El ruido político en España ya no es consecuencia del debate sino un síntoma de fatiga institucional. El Ejecutivo actual da señales inequívocas de estar en ese punto y sobrevive a base de parches parlamentarios, gestos inútiles de resistencia y una retórica que confunde permanencia con legitimidad. Esta se pierde cuando la mayoría se resiente en el Parlamento y es incapaz por minoritaria e insuficiente de sacar, por ejemplo, unos presupuestos adelante. Año tras año.
[–>[–>[–>¿Quiere esto decir que el Partido Popular o Feijóo van a ser capaces de solucionar los problemas? Algunos puede que sí, otros están lo suficientemente arraigados en la ineficacia y es posible que contribuya a crear unos nuevos. No soy especialmente optimista, pero sí tienen el derecho democrático y el deber de intentarlo si consiguen, además del respaldo de las urnas, una mayoría estable que se lo permita. ¿Es Vox un riesgo? Pues sí. El partido ultranacionalista español ha crecido gracias a una política de choque permanente. Revuelta no es más que la traducción estética de esa lógica ultra que consiste en camisetas en lugar de corbatas, consignas breves y épica adolescente para problemas adultos. Lo mismo que antes fue Podemos en el otro extremo.
[–> [–>[–>La izquierda se parapeta en el miedo. Todo movimiento de la derecha radical significa una amenaza existencial, lo que sirve para cohesionar a los propios pero también para justificar la parálisis. El resultado es perverso: cuanto más se alerta contra Vox, Vox más crece como profecía autocumplida. n
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí