“Ser competitivo es estar delante y luchar por victorias”
Adrià no vende humo. Esto no viene con discursos en PowerPoint ni promesas vacías. Llega con una palabra repetida como un mantra durante sus primeras entrevistas con MARCA: ilusión. «Una mezcla de emociones, pero creo que la que más predomina es la ilusión. Estar en este equipo, en Movistar, es muy ilusionante… y en nada empieza, el tiempo pasa muy rápido», dijo a este medio durante la presentación de su equipo en Valencia, siempre con la sensación del cambio en la piel. Y cuando le llegó el turno de presentarse por primera vez “ante el público” con la M en el pecho, remató con una frase que explicaba el estado anímico del fichaje: “Lo vi con mucha ilusión, como si fuera casi mi primer año profesional.
No es una pose. Este es el final de una etapa personal -y profesional- con olor extraño. En Red Bull-BORA-hansgrohe vivió el salto al gran escaparate, sí, pero también lo contrario: la rotación despiadada de un gigante, los cambios de planes, las carreras que se escapan de tu agenda como si fueran arena entre los dedos. Lo explicó sin dramatismos, pero con esa honestidad que revelaba que le dolía por dentro: «Tienes la cabeza en lo que vas a hacer y luego hay un cambio de plan. Al final, cuesta reenfocar…». Y cuando le presionamos sobre este sentimiento de haber tenido éxito pero no ser elegido, presionó donde realmente duele: «Me duele porque aquí me rendí… Les estoy mostrando que me estoy rindiendo. Quizás eso duela más». Ahí está el punto de inflexión: Movistar como reinicio, como botón de reseteo para empezar con la cabeza limpia. “Pasar página… un reset y empezar aquí con la mayor ilusión”, insistió.
El corredor que no se esconde: libertad en los clásicos, artesanía a gran escala
Movistar no ficha a Adrià para aparecer en la foto el día de la presentación. Lo firma para que sea útil a partir de febrero. Su hoja de ruta es clara: la primera parte del año, sacar adelante los clásicos. “Ahora céntrate más en la primera parte… desde febrero la primera clásica que haré será Jaén y a partir de ahí tendré muchas carreras de un día”. En la segunda presentación, con más detalle, trazó el mapa: probable inicio del Tour de Omán, progresión hacia Omloop y Kuurne, y de ahí a su bloque central: «El objetivo será Strade, otras Clásicas y, por supuesto, Las Ardenas, que será como el objetivo máximo de esta primera parte de la temporada».
En este plan aparece una palabra clave: libertad. Adrià sabe que en un equipo como Movistar hay jerarquías, líderes para la general y jornadas de trabajo sin concentración. Pero también ve un espacio real para su perfil: «Creo que aquí en las clásicas tengo un buen espacio. Podré aprovechar esta libertad para ser competitivo y luego, por supuesto, en las grandes vueltas, será el momento de ayudar a los líderes para la clasificación general». Esta frase define el contrato no escrito: tú me das margen en mi campo, te contestaré cuando llegue el momento de remar por Enric Mas o por el que lleva galones.
Y cuando Adrià dice “ser competitivo”, no se refiere al top 20 para llenar la estadística. Lo consigue: «Ser competitivo… estar adelante y, por supuesto, luchar por la victoria. » Esto, en un corredor con su historia, no es en vano: su palmarés ya incluye una clásica en el calendario europeo y victorias que confirman que, cuando llega el final, entiende el juego. Gana el Gran Premio de Valonia en 2024, un sello de calidad para un pegador, y en 2025 añade un toque importante con una etapa de la Vuelta a Burgos.
De Lizarte a la élite: el oficio que se aprende detrás de escena
Su historia no es la del niño prodigio al que todo le sale bien. Es el de la progresión paciente: selección juvenil, selección española, aprendizaje, salto al WorldTour. Se formó en estructuras básicas y dio el salto profesional en Kern Pharma, donde empezó a destacar por esa mezcla de valentía y energía que siempre se ha celebrado en España: atacar en el momento adecuado, aunque no aciertes el tiro final. En 2020, en la Vuelta a Burgos, participó en una carrera que no acabó con victoria, pero sí con un aviso a los regatistas. Luego llegaron resultados que ya no eran avisos, sino hechos: la victoria de etapa en la Ruta de Occitania (2022) y, después, la consolidación que abrió la puerta al gran escaparate.
Con Red Bull-BORA encontró un ecosistema de alto rendimiento… y alta competencia. Allí estaba, entre otras cosas, un engranaje. Y ahí aparece otra de las claves de la firma: Adrià llega con fama de compañero total, el piloto que suma sin necesidad de ser protagonismo. En su entrevista con MARCA, al recordar los elogios a un peso pesado como Roglic («el mejor sociable, el mejor asistente…»), no escondió ni se puso el falso pudor a modo de casco: «Me enorgullece… y sobre todo me da motivación. Se ve que tienes un nivel alto y que gente de ese calibre lo agradece». Esta no es una frase simple: en el ciclismo moderno, donde el trabajo invisible decide las carreras, este tipo de reconocimiento construye carreras.
Movistar también está en proceso de renovación. Los reclutas lo demuestran y lo dicen desde dentro: plantilla más remunerada, más recursos para la clasificación general y más potencia de fuego en el día a día. La llegada de Cian Uijtdebroeks, el nuevo plan con Enric y el refuerzo del bloque clásico perfilan un equipo que quiere dejar de elegir una sola guerra.
“No le sorprende”: el mundo de Pogacar y la raza de los mortales
Hay un momento de la primera entrevista que presenta a Adrià como un corredor contemporáneo: cuando le preguntan cómo corremos hoy contra los “bichos”. Pogacar, Evenepoel… esta generación que cambia de lógica. Adrià no responde con tópicos. Él responde con crudo realismo: “No, no te sorprende”. Y lo desarrolla sin victimizar: “Es muy difícil pensar en ganar. En cualquier caso, soñamos con ello, pero pensar es muy poco realista en el estado actual de las cosas”. La frase que pega, la que entiende cualquiera que formó parte del grupo de humanos, es la siguiente: “Se va y desde allí comienza la carrera por el podio… la carrera mortal por el podio. »
Parece triste, admitió, porque todo el mundo corre para ganar. Pero esto también parece válido para el pelotón. Y esta verdad, bien interpretada, es una oportunidad: si «la raza mortal» existe, hay espacio para quien sepa moverse en ella, leer el caos, elegir el momento y acabar. Adrià quiere estar en esta película, no como extra, sino como actor con los diálogos.
El Movistar que le conviene: “Es como si hubiera estado ahí siempre”
Los primeros días, Adrià no necesitó un periodo de adaptación emocional. Lo dijo con reveladora naturalidad: «Son un equipo súper serio… hacen las cosas muy bien… A la mayoría ya los conocía, tratan muy bien a sus compañeros. Es como si siempre hubieran estado ahí». Esta frase es oro para un directivo: significa integración rápida, fricción cero, mentalidad de grupo.
También habló de la «oportunidad Movistar» para el corredor español, desmontando el cuento de que llegar al único WorldTour masculino español es misión imposible: «No creo que sea difícil… el mercado está dado como está… pero Movistar, como está haciendo actualmente con el equipo de desarrollo, se está presentando muy bien en la base en España. Traducido: hay una puerta, pero hay que llegar llamando fuerte».
Y cuando aterriza, mira a su alrededor. Ve a Enric Mas «mejorando», pero «con mucha ilusión» y «con buena salud». Para él, Uijtdebroeks es un “remolino” amistoso y cercano. Y ve un equipo “muy fuerte, muy completo… muy remunerado”, con nombres que tal vez no estén en el radar del gran público pero que sí son respetados dentro de él. En la primera entrevista, incluso se mojó con un “fichaje éste”: Carlos Canal, al que ve con margen de crecimiento y con un final de temporada que le hizo levantar cejas.
Lo que pide Adrià: salud, concentración… y volver a sentirse peligroso
Si hay una petición que Adrià repite es la más clásica y la más sincera: la salud. Sin maquillaje: “Siempre pienso que lo más importante es estar saludable… si puedes entrenar bien, si puedes estar al 100%… creo que con eso me funciona y puedo sacar la mejor versión de mí”. Y cuando se le pregunta con qué estaría satisfecho en 2026, vuelve al punto de partida, a lo concreto: «Estaría satisfecho si volviera a ser competitivo en las carreras que me he propuesto, en las clásicas en particular. Ser competitivo allí sería mi gran objetivo».
Ya estoy de vuelta. La palabra está cargada. Ser él de nuevo. Volver a sentirme un corredor con permiso para luchar. Mirando de nuevo una llegada en Strade o una rampa de las Ardenas y pensando «si tengo mi día, puedo desempeñar un papel realmente bueno aquí». De hecho, él mismo señaló dos territorios que le atraen: la Strade Bianche, donde ya lo estaba haciendo bien, y las Ardenas, donde cree que puede rendir si llega con el punto adecuado. “El día que estemos al 100% es el más complicado”, admitió, como si supiera que la temporada se decide en la cocina, no en el plato.
Y Movistar también tiene algo en juego: el equipo necesita corredores que conviertan esa «libertad» en resultados, que den a la selección española una presencia real en unas finales donde antes faltaba el maillot azul. Adrià llega con hambre, con el orgullo de estar “en el equipo local” y con una cicatriz reciente que, bien gestionada, se convierte en combustible. Esto no promete milagros. Promete algo mejor: conocimientos, ambición y verdad. Y en el ciclismo actual, donde el escenario se escribe con las piernas, esto ya es una declaración de intenciones.
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