Desde la generosidad, el Este y el Oeste siempre se encuentran
Esta semana se celebró en Badajoz la primera edición del Foro Impulsa, el encuentro económico del Suroeste de la Península Ibérica (Alentejo, Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha) que organizó Prensa Ibérica, con la asistencia de autoridades expertos. En su apertura don Javier Moll, presidente del grupo de comunicación, dijo que el Foro no solo es importante para el propio suroeste sino una oportunidad estratégica para la península y una prioridad nacional para conseguir la justicia territorial. El señor Moll hizo una llamada para tender puentes entre las tierras y los humanos de España y para levantarlos hacia el progreso. Él pidió que la voluntad política de todos nos lleve a ello.
[–>[–>[–>Desde la generosidad, Oriente y Occidente siempre se encuentran.
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Tambien nos recordó implícitamente una verdad elemental, que nuestra península es una tierra puesta en medio del océano entre Europa y África que, con forma de cuadrilátero irregular, une a ambas, separa al Atlántico del Mediterraneo y convierte al Cantábrico en otro Mare Nostrum: el mar Celta. Por ello siempre estuvo abierta a muchas invasiones desde todas partes y por eso se abrió a muchas misiones, entre ellas la americana. Por eso también siempre formó un sistema social y económicamente cerrado que siempre amalgamó civilizaciones, aunque en unas épocas estuvo políticamente unida y en otras hubo varios poderes desde los muchos de las épocas primitivas hasta los cantones del siglo XIX, tras pasar por los múltiples reinos de la Reconquista, pero siempre fue funcionalmente una y diversa: Iberia, Hispania, hoy Portugal y España: fruto de una Unión de Reinos.
[–> [–>[–>Esa unión se reflejó en una conectividad que enlazó a la tierra con cuerdas que llenaban la superficie del cuadrilátero para abrirse, después, a los mares; no con estructuras radiales a través del centro. Eso siempre equilibró el territorio y homogeneizó su desarrollo. No vamos a detallar las sucesivas infraestructuras, pero desde las más antiguas, ligadas a las calzadas y al agua, hasta las innumerables de ahora (desde las tradicionales, a los ferrocarriles, barcos, aviones, redes eléctricas tuberías y digitales ) siempre «como un panal de abejas» se equilibró en red.
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En la primera época de unión política, la del Imperio Romano, el territorio se consolidó en cinco provincias, todas transversales: Tarraconensis (capital Tarragona) Baetica (capital Córdoba) Lusitania (capital Mérida) Carthaginensis (capital Cartagena) y Gallaecia (capital Braga). Las grandes calzadas iban de este a oeste (Tarragona a Braga, por Astorga y Lugo y Cartagena a Mérida por Córdoba) y de norte a sur (Tarragona a Cartagena, Astorga a Mérida –Ruta de la Plata– y por la costa portuguesa desde Braga a Itálica, hoy Santiponce). Dos grandes itinerarios en diagonal unían Zaragoza con Mérida, así como Lugo con Cartagena, de ahí la importancia de Toledo. La península se abría a África y a Europa y, tal como dijimos, el Cantábrico vertebraba al norte del imperio hasta Britania: era un sistema no una rueda de bicicleta.
[–>[–>[–>El alma de esa estructura pervivió durante siglos con diversas formas de división política territorial. Cuando Felipe II tuvo la gran oportunidad cometió, a nuestro juicio, un grave error, pues si hubiera puesto su capital en Lisboa en lugar de en Madrid mejor nos hubiera ido, tanto en la propia península como en nuestra imbricación con América, con el norte de Europa y con nuestras zonas de influencia mediterráneas al utilizar las múltiples charnelas marítimas formadas por Barcelona, Valencia, Sevilla-Cadiz, Lisboa, los puertos gallegos y los cantábricos. Como él eligió ensimismarnos en el núcleo, fuimos incapaces de producir la energía económica necesaria. Desde ahí la decadencia creció en espiral: Felipe II carecía de la idea imperial de Carlos V.
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La Ilustración supuso, en todos los reinos de España, el cambio de un modelo a otro que traía en sí la libertad económica y los genes de la industrialización. A la vez llegó el sistema borbónico, que predominó en todo al aumentar el poder central en perjuicio de con las instituciones de cada reino. Ello influyó en la iniciativa para crear una infraestructura viaria eficiente y bien planificada: el centralismo primó la estructura radial con eje en Madrid. Con la oposición de algunos, como Jovellanos, que preconizó un orden inverso al seguido. Es decir primero los caminos internos, segundo los entre reinos y tercero los globales en red, con conexiones directas entre territorios.
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[–>Nosotros pensamos lo mismo, pues la cohesión territorial fortalecerá la economía de las regiones, pero también la de España dado que esta es la mejor manera de relacionar unos territorios con otros. Y ello tanto en la península como en Europa, que debe atarse más a su oeste, lo que implica también al de Francia y al propio mar Cantabroatlantico que debe hacer de todos sus puertos ribereños los nodos de una malla que los interconecte (como la puerta de Europa el mundo que son) en un esquema en la que la relación con África pasa por España.
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Por otra parte, los últimos sucesos nos han hecho ver que o Europa se salva sola o nadie nos va a salvar. Por tanto, es el momento de decir que ella es toda y no sólo Centroeuropa y que, en consecuencia, el oeste de Francia, el de la Península Ibérica y el mar que los une son también Europa, incluso el Reino Unido de la Gran Bretaña que está empezando a dar la vuelta al aire.
[–>[–>[–>Hacemos hincapié en el ámbito de los trenes para decir que España debe incorporarse de una vez ferroviariamente en Europa pues no podemos seguir manteniendo una red aislada del resto de los países de nuestro entorno. Ella debe tener condiciones estándar europeas, autopistas ferroviarias y redes logísticas.
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Volvemos al discurso del señor Moll para decir que es intolerable la existencia de un Este peninsular moderno y bien comunicado frente a un Oeste aislado y anclado en el Siglo XIX. Un Este unido con Europa y un Oeste unido con la nada.
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Además de terminar la red ferroviaria comprometida, a lo que se resiste el actual gobierno de España, es necesario abordar ya la tarea de lograr, como mínimo, los siguientes objetivos, que mencionamos sintéticamente, con ferrocarriles dignos y autopistas:
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-Construir un ferrocarril, para viajeros y mercancías que vaya desde El Ferrol, a Cantabria y Miranda de Ebro, con ramal a Bilbao.
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–Cerrar la autopista del Norte con el tramo Torrelavega-Miranda de Ebro.
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–Completar el itinerario ferroviario Miranda de Ebro-Zaragoza-Valencia.
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–Abordar el acceso ferroviario a Francia por Somport.
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–Construir el ferrocarril por la Ruta de la Plata desde Algeciras hasta Gijón.
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–Abordar la autopista de Braganza a Gijón.
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–Terminar el ferrocarril Lisboa-Porto-frontera española para llegar a Europa a través del tren de alta velocidad del sur de Galicia.
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–Cerrar el itinerario ferroviario entre Lisboa y Madrid que permite llegar también a Valencia y a Europa.
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–Terminar la autopista de Castilla La Mancha, a la que le quedan unos 40 km, que une a Extremadura con el Mediterráneo.
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De todos modos, como el río de la vida corre muy deprisa, y las técnicas cambian sin parar, lo esencial es crear una malla de ideas, de ciencia y de arte. Es decir ampliar el panal a todos los ámbitos de la vida:
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Y para eso hay que potenciar el ser que cristaliza en la libertad consciente para hablar con la propia voz en lugar de repetir la del amo de turno.
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