Qué comprar y cuánto gastar: cinco claves para resolver la pregunta más complicada de cada Navidad – Domingo Soriano
La Navidad no se trata de comprar cosas y gastar dinero. Pero es lógico que comprar cosas y gastar dinero sea parte de la Navidad. Y no es malo que lo sea. Queremos estar con nuestros seres queridos y compartir momentos felices con ellos. Nos hace mucha ilusión hacer un regalo y celebrarlo con una buena cena. Y sí, eso cuesta dinero (a veces mucho).
¿Existe un punto de equilibrio perfecto para gastar sin desperdicio? ¿Disfrutar sin levantarte al día siguiente sin mala conciencia?
El mejor escritor de finanzas personales de la última década, Morgan Houselpublicado hace unas semanas El arte de gastar dinero. Pequeñas decisiones para una vida más rica (Planeta). Como sus libros anteriores (La psicología del dinero y lo que nunca cambia) es excelente. No es un tratado navideño; Es decir, sus reglas se aplican a cualquier momento de nuestra vida; pero al mismo tiempo en pocas épocas del año sentimos que necesitamos una guía de este tipo como en esta época. A continuación te damos cinco claves interesantes, que podrían servirte de brújula, para no perderte entre ofertas, luces y obligaciones sociales.
0 – No existen reglas universales. La primera ni siquiera es una regla. Es más bien un recordatorio: no existe una buena manera de gastar-ahorrar-invertir. Ni para bien ni para mal. Ni debemos comprar algo porque “todo el mundo lo hace”, ni sentirnos mal por gastar nuestro dinero en un bien que la mayoría de nuestros vecinos consideran un capricho. Como dice Housel: «Todos podemos utilizar el dinero para hacernos más felices. Pero no existe una fórmula universal sobre cómo hacerlo».
1 – Entre los dos extremos. «El mundo está dividido en partes iguales entre quienes no saben cómo empezar a gastar dinero y quienes no saben cuándo dejar de hacerlo». Parece que la cita es de Taleb y Housel la hace suya para ayudarnos a situarnos entre dos extremos igualmente absurdos. El tópico nos habla del tipo que gana 10.000 euros al mes y apenas llega al día 25 (porque tiene tantas obligaciones que ni siquiera un salario muy alto le alcanza para vivir cómodamente); y aquellas historias, muy presentes en los libros de finanzas, sobre un empleado de una gasolinera de Iowa, que vivía con mucha humildad y que a su muerte se descubrió que tenía una fortuna de 8 millones de dólares (uno se pregunta para qué quería tanto dinero, si nunca se dio el lujo).
¿Alguna forma de solucionarlo? Ninguno que funcione para todos nosotros. Quizás saber que existen estos dos tipos y tener cuidado de no caer en ninguno de los dos sea un primer paso.
2 – Siempre perderemos la lucha por el estatus. Una vez leí a uno de mis escritores favoritos, Rory Sutherland, una reflexión que me pareció inmejorable. Dijo que algo así como comprar un yate es siempre un juego en el que vas a perder. Porque cuanto más grande sea el barco, más te verás obligado a amarrarlo en un puerto o zona del puerto destinada a embarcaciones de mayor tamaño. Es decir, siempre tendrás a tu lado a un tipo que tiene un yate más grande: más espectacular, más caro, más lujoso…
Housel también habla mucho de esto. Cuando dice que la peor forma de gastar el dinero es luchando por el estatus: como ocurre con el yate, siempre fracasaremos si ese es nuestro objetivo. Perderemos mucho tiempo y dedicaremos mucho esfuerzo a hacer cosas que tal vez no nos gusten, pero que sentimos que necesitamos para alcanzar ese estatus. Como nos recuerda Housel: «He conocido a muchas personas que eran muy buenas ganando dinero. Pero su capacidad para transformar ese dinero en una vida significativamente mejor dejaba mucho que desear».
3 – Extremo cuidado con la «deuda social». Este es uno de los conceptos más interesantes que nos aporta Housel. La idea de que muchas veces gastamos porque nos sentimos obligados a hacerlo. ¿Forzado por quién? Para quienes nos rodean: «Eres un reflejo de las tres o cuatro personas con las que más socializas».
De nuevo, un partido que no tenemos ninguna posibilidad de ganar. Y una forma segura de meternos en muchos problemas. Además, esto no sólo viene de nuestro círculo social, sino de gastos anteriores: esa casa que te compras y que requiere un gasto mensual que no puedes afrontar, ese coche que te empuja a más gastos (desde una plaza de aparcamiento hasta el mantenimiento), ese colegio para los niños que empieza como una cuota mensual asumible y acaba suponiendo el doble (entre actividades extraescolares, viajes a la nieve…).
4 – Gastar para vivir mejor. Es imposible para nosotros responder siempre bien a esta pregunta. Para empezar, porque no tiene una respuesta cerrada; y porque a veces no valoramos adecuadamente lo que querremos en el futuro. Pero es interesante la idea de Housel sobre qué estamos comprando cada vez que gastamos: es decir, ¿estamos usando el dinero “como herramienta para una vida mejor”? ¿Nos arrepentiremos en el futuro si no compramos algo? ¿O nos arrepentiremos de haberlo hecho?
Y en esto, dos ideas interesantes: acostumbrarse a los lujos es peligroso, porque acabamos sintiendo como una necesidad lo que no lo es; y porque dejamos de disfrutarlos cuando los damos por sentado: «Los caprichos o sorpresas ocasionales pueden generar más alegría que el lujo perpetuo. Muchas veces es una ventaja psicológica mayor bajar las expectativas que mejorar las circunstancias. No sólo porque se aprende a vivir con menos, sino porque aumenta más el placer de obtener algo inesperado».
Eso sí, aquí defiendo una idea menos. houseliano (el chico se parece más ratóneso hay que decirlo): la reivindicación de la belleza, en una sociedad cada vez más atrapada por la fealdad-vulgaridad. Desde una buena prenda de vestir (buena, no de una marca determinada) hasta una comida con buena materia prima o un mueble antiguo de calidad: muchas de las cosas que nos hacen mejores también son caras. Cómo discriminar entre lo muy caro pero vulgar (esa camiseta que cuesta 200€ solo por el logo XL; pagas una fortuna por ser publicista) y lo caro pero que te recuerda las cosas buenas de la vida (haber viajado el año pasado para ver a Morante, y recordar cómo era, será la inversión más barata que hayas hecho nunca).
5 – Lo más importante que se puede comprar con dinero. Aquí me sumo al equipo de Housel sin dudarlo: «Ahorrar para el futuro crea independencia financiera hoy». O, como he leído en alguna otra ocasión, “la riqueza es dinero no gastado” (si lo gastas deja de ser riqueza-activo y se convierte en un coche o un viaje).
Ten la libertad de decidir sobre tu tiempo. O dormir más tranquilo porque sabes que podrás afrontar un gasto inesperado o una mala noticia. No hay nada que mejore más tu vida que esa libertad/independencia que te proporciona una herencia sólida. Y una advertencia, no caigamos en esta trampa: «Querían ganar más dinero para ser más felices. Pero el dinero les permitía comprar todo excepto la capacidad de no obsesionarse con el dinero, lo que les provocaba una ansiedad constante, que a su vez generaba infelicidad».
Y volvemos al principio. Tampoco existe una regla universal. No siempre tendremos razón (quizás menos que nunca en estos días). Ya lo dice Housel, gastar bien no es una ciencia que podamos aprender; Es un arte que debemos cultivar.
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