MIEL, LIMÓN & VINAGRE | José Antonio Kast: Franco no, pero Pinochet ha vuelto
A la tercera fue la vencedora. Si José Antonio Kast (59) empuñara la motosierra de Javier Milei o Elon Musk, por citar a dos estadistas que le felicitaron al ascender a presidente de Chile, se amputaría sin duda una extremidad. Su esposa María Pía Adriasola lo guía por los escenarios, igual que Jill Biden señalando a Joe Biden la puerta de salida.
[–>[–>[–>Dan ganas de llamarlo José Antonio a secas, sin apellidos confusos, y no solo para ocultar el Kast de su padre nazi. El eterno aspirante a la Casa de la Moneda es el presidente chileno que desearía Trump, pero lo han aupado los votantes en la proporción estratosférica de tres de cada cinco.
[–> [–>[–>El antiabortista Kast, enemigo por supuesto del matrimonio homosexual, solo aporta la materia prima de un Bolsonaro deshuesado. Su elevación en las antípodas estridentes de Meloni o Milei pone a prueba la paradoja popperiana de la tolerancia hacia los intolerantes, pero Sir Karl no tenía previsto que la mayoría del censo electoral se arrojara en brazos de la intolerancia.
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Por fuerza debieron votar a Kast algunos de los cuarenta mil torturados por su adorado Augusto Pinochet. Los tres mil asesinados fueron despojados asimismo de sufragio, pero la marea de la ultraderecha también impide garantizar su sufragio contra el presidente joseantoniano.
[–>[–>[–>Todo lo anterior y lo que seguirá puede sintetizarse en «si Pinochet viviera, votaría por mí», cita de la campaña de 2017. El error de Kast consiste en presumir el fallecimiento del dictador confinado durante quinientos días en Londres por Baltasar Garzón. Se planificó 2025 como el año en que Franco volvería a la actualidad, porque la muerte caduca al medio siglo. Se pifió la efemérides porque se equivocó el conjuro, y de momento solo ha vuelto el sangriento imitador que calcó hasta el bigotillo y la aflautada vocecilla franquistas.
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La clonación de Trump a gran escala está alumbrando una sinfonía de dinosaurios que parece el reparto de Jurassic Park. Dado que Kast se inscribe entre los especímenes vegetarianos, toma como espejo a los machos alfa de tendencias dictatoriales. Ya ha anunciado que le solicitará un autógrafo y la receta para encarcelar a los revoltosos a Nayib Bukele, el alcaide salvadoreño que tan buena impresión causó en la actual Casa Blanca.
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[–>De hecho, el nuevo Chile ha anunciado una réplica del ‘Alligator Alcatraz’ en Florida, con muros de cinco metros y fosos de tres, solo falta rellenarlos con los caimanes que aportará Estados Unidos. Los neofascistas no prometen construcciones monumentales, sino macropresidios de un tamaño difícil de encajar en un país filiforme y con un cuello de botella de solo quince kilómetros en su punto de mayor estrechez.
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El auge de la ultraderecha mide el fracaso de la izquierda, pero en esta página no se hablará de Pedro Sánchez. En países clave donde el vuelco todavía no se ha producido, como Alemania o Francia, el desfallecimiento en el último tramo de Alianza por Alemania o de Reunión Nacional invita a deducir que se exagera la amenaza. Kast desmiente esta teoría del miedo escénico, o de la fugacidad de las inclinaciones autoritarias.
[–>[–>[–>Ningún país está exento del riesgo de quiebra democrática, el candidato designado como verdugo es un factor secundario. La reencarnación de Pinochet en Kast y de Trump I en Trump II demuestra además el poder regenerador de la ultraderecha. El presidente chileno todavía por jurar el cargo será un aliado de la Casa Blanca en la guerra contra Venezuela, puesto que pretende expulsar a unos cientos de miles de inmigrantes venezolanos a quienes culpa del aumento de la criminalidad. En efecto, un guion manoseado pero todavía efectivo.
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Cuanto menos se hable de Kast, mejor para Kast. La identificación con Pinochet funciona sin necesidad de uniforme, baste recordar que el Augusto fue un general silencioso, vacilante y siempre dispuesto a traicionar a sus compañeros de armas. La evocación pinochetista del candidato triunfal no tiene por qué ser irreversible, recuerden a Meloni saltando de la exaltación mussoliniana a los homenajes a los partisanos.
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Cinco países latinoamericanos han viajado en un solo año al lado oculto de la democracia. La volatilidad de la ruleta electoral prohíbe alcanzar conclusiones definitivas, pero cuesta imaginar el funcionamiento del engranaje de un planeta populista. Kast ha emitido el «chilenos primero» de ordenanza, señalando al gigante de la Casa Blanca en todos sus extremos. Trump verá cumplido su sueño de rebautizar «Sudamérica del Norte» sus crecientes propiedades en el patio trasero de Washington, aunque sea mediante la investidura de un candidato chileno en las antípodas del hombre fuerte o strongman.
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