El palacio de Balsera abre sus puertas antes de la reforma para ser centro artístico
«A través de este edificio se puede entender la historia de una ciudad como Avilés». Esto lo dijo ayer María Fernanda Fernández, que es autora de la memoria del palacio de Josefina Balsera que están reformando para alojar en un año un centro artístico acorde a una estructura tan destacada como la que mandó construir el comerciante avilesino -de Sabugo- Victoriano Fernández Balsera. «Muy pronto sólo Victoriano Balsera».
[–>[–>[–>La empresa Cabero Edificaciones se está encargando de la restauración del palacio que alojó hasta hace pocos meses el Conservatorio Julián Orbón. Con un presupuesto de 2,7 millones (de los fondos europeos), el proyecto en el que se trabaja es eminentemente «cultural». Destacó el concejal de Desarrollo Urbanos, el socialista Manuel Campa, el empeño en que «el edificio se abriera a toda la ciudad».
[–> [–>[–>María Fernanda Fernández está llevando a cabo una campaña de visitas guiadas por el edificio en obras: lo han visto profesionales de la cultura, ayer tocó a periodistas y la semana que viene, los aparejadores serán los que conozcan la nueva intervención.
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La autora de la memoria explicó el origen de Balsera: «Sufrió fiebres tifoideas de niño. La familia era pescadora y marinero, como pasaba en Sabugo. Se quedó cojo. A los 7 años era zapatero remendón, que era el otro oficio que se practicaba en aquel Sabugo de fines del siglo XIX», señaló Fernández. «La suerte cambió cuando una de sus hermanas se casó con Antonio Gutierrez Herrero, que era comerciante y le ayudó a crear su primer negocio».
[–>[–>[–>Balsera hizo dinero con la exportación, «pero sin a las Americas». Tenía las naves de la ría que tenían salida a las vías y a los muelles. Adquirió la finca «junto a la de su cuñado». «Entonces era difícil que los nuevos burgueses pudieran hacerse con suelo para sus palacetes», señaló Fernández. Destacó de la obra -es de Jose Costa Recio, «según consta en el portal principal, en la calle Julia de la Riva»- la «unidad decorativa» (herrajes, columnas, bajantes) y el «buen estado de conservación del edificio pese a los 40 años de usos constante del conservatorio». Destacó la modernidad en baños –»los que más del momento»-, pero también de la cristalera, de los llamadores al servicio…
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