La mitad de los catalanes han ido a trabajar estando enfermos este año
Más de la mitad de los catalanes afirma haber ido a trabajar enfermo algún día durante el último año. Pese al buen momento que vive la economía, en el que la actividad crece y el empleo está en máximos históricos, el mercado laboral catalán exterioriza una serie de síntomas que hablan de un malestar generalizado, tanto físico como psíquico. No en vano, uno de cada cinco catalanes corre el riesgo de desarrollar un trastorno de salud mental debido a su trabajo.
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Los datos provienen de la última edición de la ‘Enquesta de qualitat i condicions de treball‘ , sondeo que la Generalitat de Catalunya publica cada tres años. Sobre una muestra de 3.000 individuos, sus conclusiones trazan un cuadro de ansiedad generalizada, dolores musculoesqueléticos frecuentes y una fatiga visual casi omnipresentes. Con sectores especialmente expuestos, como la hostelería o la sanidad, y una brecha sustancial en términos de salud entre hombres y mujeres, en detrimento de las segundas.
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El número de trabajadores que faltan a su puesto de trabajo debido a temas médicos va al alza. Según un informe realizado por la patronal Pimec, los catalanes faltan al trabajo casi un día al mes por baja médica, el doble que hace 10 años. La preocupación por este progresivo incremento de las bajas ha llevado a la conselleria de Salut a lanzar una campaña informativa en sus centros de atención primaria para pedir “reponsabilidad” en el uso del instrumento de la baja por incapacidad temporal.
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Y, pese a ese repunte de gente que no llega a ir a su puesto aduciendo enfermedad, una elevada proporción de catalanes siguen yendo a trabajar pese a estar enfermos y considerar que debieren ir a pedir la baja. Según la encuesta de la Generalitat, esta es una experiencia por la que han pasado la el 51,3% de los catalanes que han estado enfermos en el último año. «Las bajas laborales no son el problema, sino un síntoma de una situación límite que afecta tanto al sistema sanitario como a las condiciones de trabajo», replicó UGT a la campaña de Salut en los CAP.
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En mayor medida si tienen menos de 30 años, si han nacido fuera de la Unión Europea o si no tienen estudios superiores. Es decir, van a mayor precariedad, más posibilidades de ir a trabajar enfermo. Lo dejan claro los autores del estudio: «Guarda una relación inversa con la calidad de los puestos de trabajo, de tal manera que cuanto más alta es la calidad, más baja es la incidencia».
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Esta realidad no mejora con el tiempo. La anterior encuesta, publicada en 2021 pero con datos recopilados durante 2019, es decir, previa al covid, ya señalaba un porcentaje de catalanes que van a trabajar enfermos del 51,5%, prácticamente idéntico al de la última edición. “Los datos nos muestran que ese malestar no va a mejor y eso que hoy en día está más aceptado exteriorizar que uno no está bien. Esta idea de que hay un supuesto fraude generalizado que algunos intentan ubicar no se sustenta”, considera la secretaria de salud laboral de CCOO de Catalunya, Mònica Pérez.
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[–>Hipermedicalizados
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Los trabajadores catalanes se dan a si mismos un aprobado justo en la asignatura da salud física. Del 0 al 100, donde 0 es el peor de los escenarios y 100 el mejor, la nota media es de 53,9 puntos, según su propia autopercepción. Escarbando dentro de las limitadas variables que ofrece este apartado, surge una brecha de género clara en esta materia, en tanto que las mujeres sacan de media un 47 sobre 100 en salud y ellos un 59 sobre 100.
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Los distintos expertos consultados para este reportaje coinciden en señalar hasta tres factores para tratar de explicar dicha diferencia. Primero, ellas están empleadas en sectores más precarios y/o con una mayor exposición al trato al público (sanidad, educación o atención al cliente, por ejemplo), lo que genera un mayor desgaste psicológico.
[–>[–>[–>Segundo, ellas asumen, por lo general, más horas de trabajo en casa para cuidar niños, ancianos, limpiar la casa, cocinar y planchar, entre otros, lo que se suma a su jornada laboral y alarga sus esfuerzos. Y, tercero, existe un menor tabú entre las mujeres, en comparación con los hombres, a la hora de exteriorizar esos malestares. De la misma manera que existe más predisposición entre los Z o ‘millennials’ que entre los ‘boomers’.
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Los dolores más habituales son de espalda, de cabeza y fatiga visual. Más de cada seis catalanes afirman sufrirlos de manera más o menos manera frecuente.
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El número de bajas laborales directamente provocadas por motivos de salud mental se ha duplicado desde la pandemia. Un dato de la Seguridad Social objetivo, que concuerda con la fotografía que ofrece la encuesta de la Generalitat. Cuatro de cada 10 catalanes afirman haber tenido al menos un episodio de depresión durante el último año, siendo especialmente frecuente en mujeres y menores de 30 años, perfiles donde este problema supera el 50%.
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1 de cada 4 personas reconocen tomar pastillas para dormir de manera recurrente, según el Ministerio de Sanidad
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Estos datos son coherentes con la evolución de otros indicadores, que dan cuenta de una hipermedicalización para combatir malestares de este tipo. Por ejemplo, el consumo de pastillas para dormir u otros hipnosedantes está disparado entre la población. Según la encuesta que elabora periódicamente de Ministerio de Sanidad sobre consumo de alcohol y drogas, el 27,4% de las personas entre 15 y 64 años toman de manera más o menos habitual algo para relajarse y poder conciliar el sueño. Hace dos décadas dicho porcentaje era inferior al 10%, es decir, se ha triplicado.
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La «punta del iceberg»
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Las campaña informativa de Salut en los CAP ha generado tantos aplausos desde la bancada patronal como criticas desde la sindical. No obstante, si en algo coinciden ambas partes es en exigir a la Administración que, folletos a parte, dedique más recursos a tratar ese malestar generalizado que retrata la encuesta. “Muchas veces el absentismo laboral no se produce ni por culpa de un trabajador, ni por culpa de la empresa. Se produce por las listas de espera”, ha señalado el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, durante la copa de Navidad de la patronal. Uno de cada tres catalanes debe esperar más de cinco días para lograr cita en un CAP, según los últimos datos de Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya (Aquas).
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Muchas veces el absentismo laboral no se produce ni por culpa de un trabajador, ni por culpa de la empresa, sino por las listas de espera
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Para Joan Benach, director del grupo de investigación de desigualdades en salud laboral de la UPF, los distintos síntomas que revela la encuesta de la Generalitat son solo “la punta de un iceberg mucho más grande y mucho más complejo”, explica, en conversación con EL PERIÓDICO. Se muestra muy crítico con la metodología de la encuesta, ya que “necesitaríamos más del doble de la muestra, los resultados son limitados y los promedios esconden la realidad, mirar por grupos sociales, migración y clase es importante”. Pero coincide en que constata unos «síntomas de algo que está muy mal».
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«Para mi no es una paradoja que la economía catalana sea de las que más crecen de toda Europa, que el PIB crezca no significa necesariamente que la economía vaya bien, lo vemos en el caso de la vivienda, que ahora mismo es un desastre para mucha gente. Pues con el trabajo ocurre igual», concluye. Según un estudio coordinado por Benach y publicado el año pasado, estar en paro o tener un trabajo precario ya provoca un tercio de las depresiones entre adultos en España.
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