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Damos más importancia al hacer que al no hacer

Damos más importancia al hacer que al no hacer
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  • Publisheddiciembre 25, 2025


EL carga mental El número de madres es una constante durante todo el año, pero en Navidad se quintuplica hasta niveles insospechados. Compatibilizar el horario laboral con las vacaciones escolares pasa a ser lo de menos. A la lista de tareas pendientes en estas fechas se suman: organizar los menús de comidas y cenas especiales, el calendario de Adviento, planificar la visita a Papá Noel y los Reyes Magos para que los niños puedan entregar sus cartas, ayudar a los pajes para que todos los deseos se cumplan y ahora también el duende travieso.

Una investigación sobre Hacer que las madres cuenten Ya en septiembre dio la voz de alarma; El 78% de las madres españolas afirmó sentirse sobrecargada. Ser madre significa vivir una profunda transformación que afecta a tu vida personal, profesional y familiar. Tu vida hasta el día en que nazca este niño queda a un lado, quizás para nunca volver, y a partir de ahí comienzas una nueva etapa. Un cambio no fácil de digerir, en ocasiones, para el que se aplican pocas políticas sociales.

Es cierto que muchas de estas cargas recaen sobre los hombros de las propias madres. ¿El elfo debe venir a nosotros.? ¿Los niños realmente necesitan un diario lleno de actividades.? Pensamos en todo esto con Verónica AlonsoTerapeuta ocupacional en el Centro de Terapia Infantil Creare.

Empecemos explicando qué es esto de los elfos porque es lo más nuevo. Esta tradición se originó en el libro “El elfo en el estante: una tradición navideña” de Carol Aebersold y su hija Chanda Bell.

En estas páginas se explica que los duendes son los duendes que Papá Noel envía a la casa de los niños para ver cómo se comportan. Cada noche, estos elfos no sólo van al Polo Norte para informar al «jefe» de lo sucedido, sino que también aprovechan para causar travesuras en casa del niño que lo acogió en la familia. Aunque cada casa pone sus propias reglas, hay una que es universal: los niños no pueden tocarla porque sino perdería la magia.

Estos elfos encuentran un aliado incondicional en los adultos de cada casa, muchas veces en las madres, y si bien es cierto que su magia aporta emoción a cada miembro de esa casa, es un lastre más. «El duende debería ser una tradición, una tradición para padres e hijos, para crear nuevos recuerdos, hermosos recuerdos. Algo agradable, porque Todos deberíamos disfrutar de las tradiciones. Si el duende añade algo a tu carga mental, a tu estrés diario, a todo lo que conlleva la vida adulta en general, pero también el fin de año, la Navidad y todas las tareas… bueno, quizás no tenga tanto sentido. Si esto te suena divertido, si también te gustan este tipo de cosas, me parece que es una tradición para todos”, afirma Verónica Alonso.

Si el duende lo hace bien, si tu hijo lo hace mal

Entre las bromas más habituales que hacen estos elfos se encuentran desalojar parte de la casa, jugar con la comida o incluso papel higiénico. Y en muchas familias es motivo de discordia porque, ¿es razonable conductas que no aprobamos en nuestros hijos, nos burlamos de ellos si el duende las hace? El experto nos da su punto de vista. «A los pequeños les hace mucha gracia el tema de las bromas, de portarse un poco mal. Les gusta verlos en vídeos, en dibujos; es muy divertido. Ojo, en todas las casas el duende no hace una broma; a veces trae notas, trae una cuenta atrás hasta que llegue el día de Navidad, a veces trae proyectos para hacer en familia, pero es cierto que te puedes encontrar con que si tu duende te hace una broma, tu hijo o hija quiere reproducirla porque piensa que es «Es gracioso. Corresponde a cada familia decidir cómo afrontar estas fechorías o travesuras”, advierte el experto.

En este punto, el elfo ya descansa con santa claus; Sin embargo, las madres todavía tienen días de papeleo y estrés por delante. «Efectivamente, la Navidad muchas veces acaba convirtiéndose en un montón de estrés para los adultos, y para los más pequeños también, porque querer seguir esta especie de ‘checklist’ con todas las tareas navideñas, las luces, la carta, los villancicos, las fiestas… genera mucha ansiedad en los más pequeños. Mala gestión de los estímulos. Hay que pensar que también pasamos el horario escolar estando todo el día en casa con un horario diferente, a veces, con los abuelos, o en otro ambiente, y tanto El cambio, en general los pequeños no lo llevan mal, pero hay niños en particular que gestionan tanto cambio, tanta estimulación sensorial, tanta emoción y luego nos encontramos con pequeños muy exigentes el día de Navidad, nos tomamos poco tiempo para divertirnos, estar tranquilos, hacer planes familiares más tranquilos, no hacer nada, aburrirnos un rato. Damos más importancia al hacer que al no hacer, al simplemente contemplary tal vez deberíamos revisar un poco estos modelos”, dice Alonso.

Pero la presión tampoco cesa para los niños porque aún no han llegado los reyes y el peso de tener la mirada atenta continúa. «Lo que no suele tener mucho sentido es amenazar a los niños con que si no se portan bien no les van a dar regalos. Por dos motivos principales, uno porque no es cierto, igual les van a llevar regalos aunque se porten mal en diciembre, se porten mal de niño, o incluso si lo hacen el resto del año. Pero también, porque asumimos que como padres lo que queremos es que, poco a poco, los pequeños consigan que el refuerzo sea interno, que “no todo lo que hago en la vida es lograr algo, y menos aún algo material. Si queremos adultos capaces de gestionarse a sí mismos, de lograr cosas por sus propios motivos, que a veces son internos y nada que ver con el exterior, debemos empezar desde la infancia. Seguramente es un trabajo que muchas familias hacen a lo largo del año para el desarrollo de sus hijos, pero luego les agobiamos en unas semanas diciéndoles que si no se portan bien los Reyes Magos y Papá Noel no les traerán nada”, reprocha la joven terapeuta, que luego añade: “También comprensivo el miedo que genera en algunos niños cuando les dicen que Papá Noel y los Reyes Magos los están vigilando y saben si se están portando bien. Imagínate, cuando eres niño, la idea de que un ser que no conoces y que también entra en tu casa te está observando para ver si te estás portando bien. En términos generales, el concepto es un poco extraño, una práctica que vale la pena revisar.»

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