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«No se magnifica ni es más grave una masacre por usar el término ‘genocidio’»

«No se magnifica ni es más grave una masacre por usar el término ‘genocidio’»
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  • Publisheddiciembre 25, 2025



La diferencia entre genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión es algo que José Ángel López Jiménez, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, experto en Relaciones Internacionalesaclara en el libro «La era de los genocidios» (Almuzara) haciendo un recorrido por las masacres humanas más terribles desde la Segunda Guerra Mundial y tratando de hacer comprender al lector por qué no todas ellas son juzgadas por igual por el Derecho Internacional.

José Ángel López Giménez @ Gonzalo Pérez Gonzalo Pérez Fotógrafos

¿Qué implicaron los juicios de Nuremberg en el Derecho Internacional?

Jugaron un papel definitivo. En el Derecho Internacional clásico, que es el que duró hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, los únicos sujetos relevantes de este ordenamiento jurídico eran los Estados. A partir de ese momento cobran importancia individuos que pueden cometer crímenes internacionales como los juzgados en Nuremberg y Tokio, y al mismo tiempo pueden recibir demandas para ser juzgados. Legitimación activa y pasiva.

En aquella época aún no existía el término genocidio. ¿Cuándo nace?

En el año 43. Al contrario de lo que muchos creen, en los juicios de Nuremberg por el Holocausto sólo se juzgaron crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y también el equivalente al actual crimen de agresión. En aquel momento, Lemkin, que finalmente acuñó el término genocidio, y Lauterpacht, debatían si la atención debía centrarse en el grupo étnico, religioso y cultural, o si debía centrarse en la protección individual de las personas. Ese es el debate entre estas dos categorías que finalmente conviven en la Corte Penal Internacional, que son, por un lado, los crímenes de lesa humanidad y, por el otro, el crimen de genocidio. El concepto fue acuñado al final de la Segunda Guerra Mundial y es la base de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

¿Qué tiene que implicar la violencia contra una población para que se considere genocidio?

La diferencia fundamental con los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión es que en el caso de genocidio debe demostrarse la intención del criminal. Salvo en muy raras ocasiones, como el Holocausto, no existe un plan previamente diseñado en una estructura social, desde la cima del Estado hasta las bases, preparada para que se perpetúe una masacre sobre un pueblo. De ahí que a menudo se confundan las diferentes categorías. La masacre de Srebrenica es un claro ejemplo de lo difícil que es demostrar esa intencionalidad. En 2017, el Tribunal Penal para la ex Yugoslavia acabó condenando tanto a Radovan Karadzic como a Ratko Mladic por los tres crímenes: genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Sin embargo, la Corte Internacional de Justicia, que es el órgano judicial de Naciones Unidas que resuelve disputas entre Estados, negó que hubiera existido genocidio porque no apreció en ninguno de los Estados un diseño como el del Holocausto, desde arriba. Pero sí reconoció que se habían llevado a cabo muchas operaciones de limpieza étnica. Se trata de ataques contra la población civil, pero si no se puede demostrar la intención de eliminar a un grupo étnico, se consideran crímenes de lesa humanidad y, eventualmente, crímenes de guerra, pero no genocidio.

¿Distorsionamos el término “genocidio”?

Tendemos a magnificar cualquier masacre utilizando el término genocidio, pensando que es mucho más grave que un crimen de guerra o un crimen contra la humanidad. Y no es así. El concepto de genocidio se devalúa cuando lo aplicamos a absolutamente cualquier masacre, porque en realidad no es tan simple. En el caso de Darfur, por ejemplo, en 2005, el concepto de genocidio quedó bastante marginado, incluso por las ONG Human Rights Watch y Amnistía Internacional, porque consideraban que lo que se estaba cometiendo era, en un contexto de guerra civil y golpes militares, una tremenda multitud de masacres. Las únicas que reconocieron como genocidio lo que estaba sucediendo en Darfur fueron las autoridades norteamericanas. También la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sin embargo, curiosamente, los líderes europeos fueron mucho más cautelosos porque era muy complejo demostrar intencionalidad.

También hemos visto el debate sobre el genocidio en Gaza. ¿Cuál es tu opinión en este caso específico?

Israel tenía la capacidad evidente de desarrollar una defensa legítima contra los ataques de Hamás. El problema es cuando sobrepasas todos los límites, no sólo con Gaza, sino también con Cisjordania, con el Líbano, con Yemen, con Siria… y aprovechas para reconfigurar toda tu región. La orden de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional de hace un año y medio emitió una orden de búsqueda y arresto contra Netanyahu y su ministro de Defensa. ¿Por genocidio, por supuesto? No. Por crímenes de lesa humanidad. Actualmente se está considerando si se trata de genocidio. Por otro lado, la reclamación de Sudáfrica está ante la Corte Internacional de Justicia, a la que se han adherido más de 30 Estados, entre ellos España. Esta demanda sí considera que el Estado de Israel está violando los términos de la Convención para la Prevención y la Sanción del Genocidio. Nos encontramos, por tanto, con dos caminos diferentes desde el punto de vista judicial. Es posible que el Estado de Israel pueda ser condenado por violar ciertos términos de la convención, sin embargo, Netanyahu no está siendo perseguido por genocidio sino por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

De todas las masacres que menciona en su libro, ¿cuál sería un genocidio de libro de texto, incuestionable?

El Holocausto, sin duda, lo es. Creo que el caso de Ruanda también.

Individualmente, por parte de Ratko Mladic y Radovan Karadzic, lo que ocurrió en Srebrenica, no en todas las guerras en la antigua Yugoslavia.

El caso de los Jemeres Rojos en Camboya es absolutamente un caso de genocidio cometido por los líderes de ese régimen político. Y creo que, por ejemplo, el caso de los rohingyas es un caso de genocidio, que es mucho más reciente, expulsados ​​por las autoridades de Myanmar y que están en tierra de nadie, en la frontera con Bangladesh.

También puede haber genocidios culturales, por ejemplo el caso de los uigures en China, una minoría del norte que está siendo discriminada por motivos religiosos, por ser musulmanes y sobre todo porque quieren acabar con su identidad cultural. Por no hablar del caso de Putin, que claramente quiere destruir una identidad étnica, una identidad cultural completamente diferente, asumiendo que los ucranianos son en realidad como una especie de ciudadanos rusos de segunda, que el idioma ucraniano es exactamente igual al ruso, y sobre todo señalando cuestiones que incluso tienen que ver con la apropiación incluso de los literatos de la generación ucraniana de la edad de plata que los asume como propios. Es una destrucción no del pueblo, porque no puede acabar con más de 40 millones de personas, sino de su identidad cultural. Hay genocidios que no pasan por la eliminación física.

Llama la atención que este tipo de masacres sigan sucediendo con todo el aparato legal que existe ahora mismo. ¿Cuál es el caldo de cultivo?

Los intereses geopolíticos de las grandes potencias.

Por primera vez desde casi los años 90, desde la invasión iraquí de Kuwait, todos en el Consejo de Seguridad están de acuerdo y no ejercen el derecho de veto, ni Rusia ni China, sobre la cuestión del Sáhara Occidental, lo que supone entregar de facto el Sáhara a Marruecos cuando este no ha tenido derechos soberanos y cuando las propias Naciones Unidas le han ido negando este tipo de derechos.

Una semana después, también acuerdan, y esto ya resulta más sospechoso, aprobar una resolución con los 20 puntos del Acuerdo de Paz de la Franja de Gaza. Rusia y China lo aprueban. Uno puede sospechar que algo se está gestando. Y entonces aparecen los famosos 28 puntos del Acuerdo de Paz de Ucrania, que es un auténtico reparto del botín de guerra por parte de Trump y Putin, colocando a la Unión Europea en una situación en la que vamos a ser una especie de pagador, como si fuéramos responsables de la guerra. Es delirante. ¿Qué hay detrás de los genocidios? Intereses geopolíticos de las grandes potencias e intereses económicos. Las grandes potencias, que son las que normalmente cometen más crímenes internacionales, no se someten a jurisdicción. Estados Unidos no forma parte ni de la Corte Internacional de Justicia ni de la Corte Penal Internacional. Ni China ni Rusia.

¿Es necesario para la economía que haya una guerra de vez en cuando?

Es una pregunta clave y complicada de responder. Hay fuerzas políticas y grupos sociales que ven grandes negocios detrás del rearme de Europa. ¿La economía de guerra mueve dinero? Por supuesto. Detrás de los intereses de los fondos de inversión, de los complejos militares-industriales de Estados Unidos, Rusia, China, las grandes potencias… hay una gran industria de defensa y una serie de lobbys. Pero no podemos adoptar una posición ingenua si miramos lo que nos rodea. En España tenemos un auténtico volcán en el sur. La franja del Sahel está dominada por dictaduras militares que han contado en gran medida con el apoyo de Rusia. Libia es un Estado fallido desde hace mucho tiempo donde hay filiales de Al-Qaeda con mil facciones que en cualquier momento pueden dar el salto hacia el sur de Europa. Pero no podemos negar que dentro de los intereses geopolíticos también está la industria y la maquinaria de guerra.

Cuando se produce una masacre contra una población, ¿qué parte de responsabilidad tiene Occidente?

Por acción o inacción, una buena parte. El hecho de que grandes potencias como Estados Unidos, China o Rusia no se sometan a la Corte Penal Internacional está dejando al continente africano en una situación muy delicada. Son varios los Estados que se han retirado de la Corte Penal Internacional porque dicen que, en realidad, su carácter no es internacional sino regional porque sólo se juzga a líderes, militares y políticos africanos. Y es verdad.

Estados Unidos, por ejemplo, fue el único que calificó claramente lo ocurrido en Darfur como genocidio, pero, desde los años 80, los ha estado armando hasta los dientes. Las industrias y capacidades para armar a África están en manos de Occidente, China y Rusia. Occidente tiene una responsabilidad y también la Unión Europea, porque ahora mismo su peso político o diplomático es mínimo.



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