Arancha González‑Laya: «Hay que buscar una líder de la ONU capaz de guiar a la institución en medio de la tormenta»
Arancha González Laya (San Sebastián, 55 años), exministra de Asuntos Exteriores y decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París, sigue siendo una convencida partidaria de lo que en su día bautizó como diplomacia femenina. Tanto es así que, por videollamada, atiende a EL PERIÓDICO en una conversación en la que deja claro que, en su opinión, nos encontramos en una fase en la que ya toca elegir a una mujer al frente de la ONU para aportar la perspectiva de la otra mitad de la humanidad, aún altamente subrepresentada en los más altos cargos internacionales. No para cumplir una cuota simbólica, sino para que la institución recupere parte de su legitimidad y responda de forma más eficiente a los retos globales a los que se enfrenta.
[–>[–>[–>¿Qué diferencia supondría tener a una secretaria general de la ONU mujer?
[–> [–>[–>Aportaría una mirada nueva, un liderazgo distinto. Para mí, el valor de esta discusión es el valor de la diversidad. Creo que, en un momento en el que las Naciones Unidas atraviesan un periodo de desgarro, se requiere un liderazgo nuevo, algo que no hayamos visto ante, el liderazgo de una mujer. Hasta ahora, hemos visto secretarios generales europeos, africanos, latinoamericanos, asiáticos… lo que no hemos visto nunca en este liderazgo es una mujer.
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Sin embargo, ya en ocasión de la anterior elección, se pensó que existía la posibilidad de una secretaria general mujer y todo quedó en papel mojado.
[–>[–>[–>Bueno, creo que no hay que cejar en el empeño, pero hay que sofisticar el mensaje, [al explicar que] Debemos trabajar para encontrar un líder de la ONU capaz de guiar a la institución en medio de una enorme tormenta. Necesitamos esto perla raraesta personalidad diferente, este nuevo liderazgo. Ese debería ser nuestro argumento.
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¿No cree que, para el puesto de jefe de la ONU, debería instaurarse una regla de rotación por género, al estilo de la que ya se utiliza para la asignación de cargos según áreas geográficas?
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[–>No existe en Naciones Unidas una regla [escrita] que habla de “rotación geográfica”; Es una práctica informal, consolidada por la costumbre, en estos 80 años. Pero es cierto que esta práctica habla de una rotación para dotar a la institución de la legitimidad que aporta la diversidad. […] Se nos acusa de ‘ideologizar’ el cargo de secretario general, pero no se trata de eso, se trata de hacerlo representativo del mundo. Una institución también es legítima cuando es representativa de toda la comunidad y he aquí una comunidad que aún no ha tenido un rostro visible al frente de las Naciones Unidas. Por tanto, creo que es precisamente el momento de hacerlo sin necesidad de formalizarlo por escrito. De eso se trata esta idea de un nuevo liderazgo.
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En una de las últimas Asambleas Generales de la ONU, [el ahora saliente secretario general, Antonio] Guterres dijo que menos del 10% de los que se dirigieron a ese foro eran mujeres. ¿Estamos en un momento de estancamiento o incluso de regresión?
[–>[–>[–>Sí vivimos en un momento en el que hay un techo de cristal y a veces ese techo parece de cemento o de hormigón. Y sí que lo hay; porque si no no veríamos una ausencia tan terrible de mujeres en puestos de poder a nivel regional, nacional e internacional. […] Cuando se mira la economía se ve cómo la empresa que tiene más mujeres en sus consejos de administración tiene más posibilidades de obtener mejores resultados financieros; Es decir, existe una correlación entre diversidad, fortaleza económica y crecimiento; Se ha estudiado, pero todavía no lo hemos transpuesto a nuestros sistemas políticos y creo que es importante transponerlo a nuestros sistemas políticos. Sí hay un techo de cristal, sí hay veces ese techo de cristal que parece concreto, y sí tenemos que seguir con nuestras demandas, pero insisto, como un logro de la sociedad, no sólo de las mujeres.
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En efecto la sensación es que, todavía en 2025, son ellos quienes deciden cuándo y cómo empiezan y terminan las guerras. ¿En su opinión, qué consecuencias tiene para la paz esta ausencia de mujeres?
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A mí lo que parece más crudo en este siglo XXI es el ensañamiento en los conflictos con las mujeres y las niñas, cómo las mujeres y las niñas son un objeto de predilección en lo más cruel de las guerras, cómo los hombres están haciéndole la guerra a otros hombres utilizando a las mujeres como botines de guerra, lo estamos viendo en Sudán […] y también hay una dimensión ideológica o política que menosprecia a las mujeres, que impide que las niñas vayan a la escuela y que las trata como ciudadanas de segunda clase.
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No hemos avanzado…
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Digamos que, en los conflictos, yo veo una fuerte regresión […]. No hemos avanzado mucho. Es muy preocupante y peligroso. Éste también tiene que ser el objeto de una política exterior feminista.
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Hablaba de la menos influencia de las mujeres en las relaciones internacionales también a causa de su menor representatividad en la política. En Europa hemos visto liderar a muchas mujeres líderes, pero muchas de ellas de derecha: Thatcher, Merkel y ahora Meloni, von der Leyen. ¿Existen más resistencias en la izquierda?
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Bueno, también hemos visto mujeres de izquierdas liderando países, en Dinamarca, Finlandia, Suecia, mujeres progresistas que han buscado liderar sus países con principios y valores. Que no digo yo que los principios y los valores del feminismo no son únicos y exclusivamente patrimonio de la socialdemocracia, aunque la socialdemocracia ponga especial énfasis en estos temas. […] Y, además, también vemos hombres, líderes políticos enormemente comprometidos con la igualdad.
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Tampoco en España una mujer ha llegado a lo más alto.
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Vuelvo a la idea del techo de cristal, que es más bien un techo de hormigón. La política es una profesión particularmente inhóspita para la mujer.
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Siendo ministra de Asuntos Exteriores de España, ¿se enfrentó a alguna dificultad específica por ser mujer en mesas de negociación o reuniones?
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Sí, claro que hay una microagresión constante por el hecho de ser mujer. Nadie habla de que el ministro se ha peinado mal o lleva una chaqueta así o asá. […] Cuando fui a presentar la política exterior feminista a la Comisión de Exteriores del Congreso español, claro que hubo algún gracioso que dijo que eso significaba que iba a pintar de rosa el ministerio. La realidad es que había temas muy importantes que sí creía que había que trabajar, como por ejemplo la situación de las mujeres en los conflictos internacionales, [la necesidad de] la igualdad de las niñas en el acceso a la educación o al agua, o la formación de nuestros ejércitos y fuerzas armadas para que, cuando sean desplegados en misiones de paz, sean sensibles a estas cuestiones.
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¿Cómo se puede revertir esta ausencia de mujeres en puestos de relevancia en las relaciones internacionales?
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Creo que necesitamos alianzas de hombres y mujeres que comprendan que de esto depende también la democracia. Para imaginarnos un futuro distinto, también para los jóvenes, necesitamos rostros diferentes en los espacios de decisión.
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¿Es optimista o pesimista?
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Ni soy optimista ni pesimista; soy activista. Claro que hoy hay un movimiento muy fuerte que intenta acallar estas reivindicaciones calificándolas de wokismo, de ideología o de extremismo. Pero no nos dejemos engañar. Poco a poco, donde tengamos una parcela de espacio, sigamos insistiendo.
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