La casa que encendió el teatro político en Oviedo y que hoy casi nadie recuerda
Los mundos del asociacionismo vecinal y la cultura vivían en plena ebullición de actividad y una casona de la Ería fue el punto de intersección entre ambos. La llegada de la democracia, a finales de la década de los años setenta, supuso una ventana de oportunidad para los movimientos vecinales y la asociación nacida en la Argañosa era de las que más se movía en Oviedo, hasta el punto de que alquiló una casa, con nave y parcela anexa, que sirvió de base de operaciones para distintos colectivos. Uno de ellos fue el grupo de teatro amateur Mutis, formado por jóvenes de una horquilla de edad que comprendía de los 16 a cerca de los treinta años, con inquietudes escénicas incipientes.
[–>[–>[–>«Los que llegaron primero eran de Margen y enseñaron a un grupo de actores jóvenes. El local que había en la Ería era grande y permitía albergar distintos usos. En aquellos tiempos se hacía teatro político. Poco a poco aquel grupo inicial se semiprofesionalizó; Arturo Castro, que era actor de ‘Margen’ los adiestró y se formó Mutis, que no estaba integrado solo por gente de la Argañosa y su entorno, un punto de atracción fuerte, sino también de otros lugares de Oviedo», comenta Manolo Vallado, integrante de aquella asociación vecinal.
[–> [–>[–>Manos a la obra, el Colectivo Teatral Mutis, empezó a ensayar en la pequeña nave aneja al local de la asociación, en un lugar próximo a donde hoy se encuentra el colegio público de la Ería. La formación amateur estaba compuesta por, aproximadamente, una veintena de personas, varias de la Argañosa, y estaba dirigida por Arturo Castro, uno de los integrantes de «Margen» que «por entonces gozaba de gran proyección nacional», apunta un buen conocedor de los primeros pasos entre bastidores de Mutis. El alma de «Margen» era el actor, director y escenógrafo Etelvino Vázquez y también formaba parte del elenco un entonces joven José Antonio Lobato, fallecido en 2020. «Mutis nació de la confluencia de una voluntad y un accidente. La voluntad de Margen de crear cantera y el grave accidente que sufrió Arturo Castro cuando se encontraba montando los decorados de una función. Ese accidente mantuvo a Castro alejado de las tablas una larga temporada y le permitió poner en pie lo que sería Mutis», comenta uno de los integrantes de aquel incipiente grupo teatral. Avanzado 1980, añade, Mutis pasó a ensayar en los locales del Ateneo de Oviedo, en la calle Palacio Valdés, ante el inminente inicio de las primeras obras de urbanización de la Ería.
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El primer montaje que Castro y Mutis empezaron a ensayar en el otoño de 1979 fue la adaptación, a cargo de Etelvino Vázquez, de la obra de Molière, «El burgués que quiso ser noble». El estreno tuvo lugar en la primavera de 1980. Mutis «respetó en buena medida el texto de Molière, pero se dejó abierta la puerta a la improvisación», recuerda uno de los actores. Las críticas fueron favorables. De hecho, Mutis representó casi medio centenar de funciones remuneradas de esa obra y en 1981 participó en el Festival de Teatro de Manzanares (Ciudad Real) en septiembre de 1981. La segunda y última creación llegó con «El i mperio de los sentidos», más orientada al trabajo de calle, en 1984. Para entonces, recuerda uno de actores, «apenas quedaba nada de su antiguo local de ensayo de la Ería , ni de las caleyas, a menudo embarradas que conducián hasta allí».
[–>[–>[–>La casa de «Quitapesares»: el origen de un nombre muy peculiar
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La niñería que se crió en la zona alta de Oviedo en aquellos praos que igual servían de campo de fútbol que de particular coto para la caza de esculibieros todavía recuerda una pequeña casa con un nombre muy peculiar, de esos que quedan grabados en un rincón de la memoria por mucho tiempo que pase: Quitapesares. Nombre que figuraba en piedra encima de la puerta de entrada.
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¿Y cuál es el origen de una denominación tan curiosa? Pues muy sencilla, según uno de los críos, hoy ya mayor, que jugó y mucho por toda aquella zona: «Era la casa donde los peones que trabajaban en la entrada de la carretera de Galicia, lo que sería la calle Fuertes Acevedo, podían ir al baño, había urinarios, y seguro que también podían cambiarse». La casa de Quitapesares permaneció a la vera de la calle Fuertes Acevedo hasta bien entrada la década de los setenta, cuando fue derribada para llevar a cabo una nueva urbanización de todo el entorno. El lugar actual que en su día ocupó Quitapesares es hoy la parte alta que corona la calle Alejandro Casona en el cruce con Fuertes Acevedo.
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