La metrópoli de la vivienda sostenible: un modelo de arraigo histórico
¿Se puede presumir de ser una metrópoli y, a la vez, de tener el parque de viviendas más asequible de Europa? Eso viene haciendo Viena, una capital referente de una política de la vivienda orientada al ciudadano, en unos tiempos en que la escasez de pisos asequibles es el mayor quebradero de cabeza de los europeos. ¿Se puede extrapolar su modelo a otras ciudades semejantes? Difícilmente: la receta del éxito vienesa no se improvisa. Sus orígenes se sitúan en la caída del imperio austrohúngaro y a la apuesta persistente por la vivienda protegida de la socialdemocracia, la fuerza históricamente dominante de la llamada ‘Viena Roja’.
[–>[–>[–>Aproximadamente el 60% de los 1,9 millones de ciudadanos de Viena viven en pisos de propiedad municipal o subvencionados, con contratos indefinidos y transferibles a la siguiente generación, protegidos por un tope al precio del alquiler. Que el ayuntamiento sea el mayor propietario de las viviendas actúa de dique de contención en todo el mercado inmobiliario. A las 220.000 viviendas de propiedad municipal se suman otros 200.000 pisos de cooperativas o subsidiados, según cifras oficiales de 2023.
[–> [–>[–>Pisos protegidos para todos
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No hay que estar en situación de precariedad para solicitar uno de los pisos de propiedad pública, que además están repartidos por todos los distritos, desde el centro a un extrarradio que cuenta con un transporte público eficiente. La gran mayoría de los ciudadanos vieneses cumplen los requisitos para solicitarlos. Basta con ser europeo, tener un arraigo en la capital de al menos dos años y unos ingresos netos que no excedan a los 3.900 euros mensuales, en el caso de una persona sola, o del doble, para un núcleo familiar con cuatro personas. La oferta va de viviendas sencillas, a alquileres por debajo de los 500 euros mensuales, a pisos que en Barcelona o Madrid se considerarían de alto standing, de 100 metros cuadrados, pero por arriendos sobre los 1.200 euros.
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Para entender por qué eso funciona así de bien en Viena, pero también por qué no es exportable a cualquiera otra ciudad social y políticamente comparable, hay que poner la mirada en la historia austriaca. Tras la Primera Guerra Mundial, con el derrumbe del imperio austrohúngaro, la Viena obrera era un panorama de chabolas y viviendas irregulares.
[–>[–>[–>Las primeras elecciones libres a escala municipal, en mayo de 1919, dieron la mayoría absoluta al Partido Socialdemócrata. Arrancó ahí un b destinado a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, en lo que jugó un papel determinante la política de la vivienda. Hasta 1934 se construyeron 60.000 viviendas protegidas, así como centros de asistencia médica, servicios sociales, educacionales y culturales.
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El concepto de la ‘Viena Roja’ se extendió a otros ámbitos de la vida ciudadana, desde el papel de la mujer o la organización del tiempo libre, al reparto de las tareas domésticas, como documentaba una reciente exposición del Museo de Historia de Viena. De la precariedad en que quedó Viena tras la I Guerra se saltó a conceptos pioneros también en urbanismo. Del chabolismo se pasó a la construcción de nuevos núcleos residenciales.
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[–>La gran revolución urbanística y arquitectónica quedó interrumpida con la anexión de Austria por el Tercer Reich nazi. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Viena volvió a ser socialdemócrata.
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Surgen los puntos débiles
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A la capital austríaca se la sigue considerando la meca de la vivienda asequible. Pero incluso en su historia exitosa aparecieron agujeros negros: los alquileres son asequibles, pero los gastos de mantenimiento del edificio y demás costes comunes son muy altos y van a cuenta exclusivamente del inquilino, que además debe asumir reparaciones y otros gastos adicionales.
[–>[–>[–>Vivir de alquiler es relativamente barato en comparación con otras ciudades europeas. Sin embargo, dar el salto a la vivienda de propiedad está reservado a los ciudadanos de altos ingresos. En cinco años, y pese al tope al incremento de precios, los alquileres se dispararon con un incremento del 30%. Y no hay oferta para todos los recién llegados. La población aumenta cada año en unos 25.000 habitantes, mientras que el crecimiento del parque de viviendas se sitúa en unas 10.000.
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A Viena la envidia cualquier berlinés o ciudadano de otra capital centroeuropea. Pero entre sus habitantes se manejan los mismos términos como sinónimo de desarrollo urbano negativo: gentrificación, especulación inmobiliaria y desplazamiento de los vecinos del centro hacia extrarradio, empujados por el alza de precios.
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El malestar es creciente, aunque los problemas para acceder a una vivienda del vienés medio no sean comparables en su dimensión a los que sufren otros europeos. La ultraderecha FPÖ se erigió en la fuerza más votada en las elecciones generales de 2024, aunque finalmente se quedó fuera de la coalición de gobierno que lidera el conservador Christian Stocker. El alcalde de Viena sigue siendo un socialdemócrata, Michael Ludwig.
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