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José Ramón Iturriaga: No olviden el dólar

José Ramón Iturriaga: No olviden el dólar
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  • Publisheddiciembre 29, 2025



A punto de finalizar un año en el que el inversor global se ha dado cuenta de que tener dólares en sus carteras no sale gratis. Realmente nada lo es. Pero después de un largo periodo en el que el dólar subió prácticamente todos los años, este año su caída ha sido notoria.

El peso del dólar es lógicamente muy elevado en los índices globales de los distintos activos. Y en los periodos en los que se deprecia, el inversor de fuera de la zona del dólar sufre. Y este año ha sucedido. La caída de casi el 15% se ha convertido en pupa. En los activos más conservadores como la renta fija o los activos monetarios, el inversor europeo ha perdido con la moneda más de lo que le ha ganado la inversión. Y esto lógicamente se ha trasladado a los índices globales. En renta variable, más de lo mismo. Las subidas de la bolsa americana se han visto prácticamente compensadas por el efecto divisa.

De cara a 2026, y haciendo la advertencia de que el mercado cambiario es el mercado más profundo y que por tanto debe ser el más eficiente y tener todo perfectamente descontado, no es fácil pensar en un escenario en el que el dólar revierta la tendencia actual. Los dos factores principales que normalmente determinan la evolución del tipo de cambio favorecen al euro. La economía estadounidense ha resistido los ataques de Trump mejor de lo esperado, pero es probable que en algún momento del próximo año se vea afectada. Hay indicadores adelantados que empiezan a dar señales en ese sentido. Los datos de empleo también son débiles, aunque las estadísticas debidas al cierre administrativo no son del todo fiables. En el otro extremo, el margen de sorpresa para la economía europea es grande. La caída del precio del petróleo y, sobre todo, el cambio de ritmo de la política fiscal alemana pueden dar un fuerte impulso a la zona del euro en su conjunto. Es importante recordar que en el caso europeo y a diferencia de Estados Unidos, las expectativas son bajas y hay mucho margen para superarlas.

Y con respecto a los tipos de interés, en Europa se pueden poner fin a los recortes de tipos. El próximo movimiento será alcista pues ya se empieza a descontar la evolución del Euribor a un año. Mientras que en Estados Unidos las tasas probablemente seguirán cayendo por las buenas o por las malas. La constante interferencia de Trump en la política monetaria de la Fed acabará pasando factura, lo que tampoco es inofensivo para el dólar.

Tal como están las cosas, el dólar puede seguir depreciándose el próximo año, pero probablemente ya no debería tomar desprevenidos a los inversores.

Bonificaciones

El nivel actual de las tasas de interés significa que el camino para la renta fija el próximo año es, en el mejor de los casos, estrecho. Tanto las curvas de las principales referencias como los diferenciales que el mercado exige a las empresas, incluidas las de peor rating -los bonos basura-, están en mínimos de largo plazo, por lo que no hay mucho que rascar.

El peso de los bonos en las carteras es mucho. Y así tiene que ser porque les aportan mucha estabilidad. Sin embargo, es importante recordar que con los bonos también se pierde dinero. Sin ir más lejos hace un par de años con la fortísima subida de la inflación tras la invasión de Ucrania, la sangría en la renta fija era algo para recordar.

Hoy no nos encontramos en esas circunstancias, pero no se puede descartar que una eventual subida de precios con los tipos de partida actuales pueda provocar cierta zozobra en este activo tan importante.

A lo anterior hay que sumarle las señales que empezamos a ver en el mercado japonés. Las tasas japonesas actuales están en sus niveles más altos en treinta años. Y subiendo. Y el yen se deprecia. Es una combinación que podría acabar siendo explosiva si tenemos en cuenta la cantidad de inversiones que se han financiado en yenes en los últimos años y el nivel de deuda pública japonesa. Tantos años de estabilidad han provocado que todos estemos del mismo lado. Y ya sabemos lo que pasa: la puerta es muy estrecha cuando hay mucha gente que quiere salir al mismo tiempo.

En la zona del euro, el elefante en la habitación es Francia. El mercado no sabe cómo encajará otro puntapié siguiendo los presupuestos. En cualquier caso, siempre es mejor ver los toros desde el burladero. Las economías del sur están fuera de riesgo.

Y en Estados Unidos últimamente ya estamos viendo subir los tipos a largo plazo mientras los tipos de la Fed bajan, lo que al principio no es algo que tenga una explicación fácil. Las dudas sobre la política económica de Trump o hasta dónde puede llegar su injerencia pueden estar detrás de este comportamiento.

Dos caras de la misma moneda

El oro va a cerrar el año en máximos históricos mientras que las criptomonedas lo van a terminar con una caída notable desde los máximos de hace apenas unos meses. Sin embargo, se trata de pseudoactivos que tienen más similitudes que diferencias. Ninguno de los dos, y a diferencia de lo que realmente podemos considerar activos invertibles, paga cupón o reparte dividendo. El oro tiene un uso industrial marginal y las criptomonedas no tienen ningún uso conocido. El oro es tradicionalmente defendido por los liberales de sillón, al igual que las criptomonedas. El oro puede considerarse una reserva de valor y las criptomonedas de ninguna manera. El oro, como tácticamente todos los metales (incluida la chatarra), actúa como protección contra la inflación. Las criptomonedas ni siquiera son eso.

Tal como están las cosas, la única razón para comprar cualquiera de estas dos cosas es especular. Es pensar que detrás de nosotros vendrá un incauto dispuesto a pagar un precio superior al que hemos pagado nosotros.

Hoy parece que alrededor del oro abundan los incautos -bancos centrales incluidos-, mientras que en los últimos meses los que juegan con criptomonedas empiezan a estar más molestos -aquí también se aplica la enseñanza de que si en un juego no sabes quién es el primo sentado a la mesa, el primo eres tú-.

Por tanto, es difícil saber qué puede pasar el próximo año y cuál será el comportamiento de la legión de incautos que deambulan por los mercados. Ahora, no vengas con quejas más tarde. Si se quedan colgados del cepillo es responsabilidad exclusiva de ellos.



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